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Klara siempre mimó a Hitler. Fue su preferido y nunca le negó nada que estuviera a su alcance. Su rol de inferioridad respecto al hombre lo trasladó a su hijo una vez muerto Alois, su esposo-tío. Adolf, a su vez, amaba profundamente a su madre, lo que no le impedía tiranizarla para conseguir todo lo que deseaba siendo niño y adolescente.
Se ha especulado con que influyó en el antisemitismo de Hitler el que Klara muriera mientras la trataba un médico judío, el doctor Bloch (del que se hablará más tarde). Esto no tiene el menor sentido. Si así fuera, Hitler no habría dado permiso y ayudado a Bloch a salir de Alemania cuando las cosas se pusieron mal para los judíos durante el Tercer Reich.