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A mediados de julio de 1918, el general Ludendorf, comandante supremo de las fuerzas de la Triple Alianza, lanzó la última gran ofensiva de la guerra y la segunda en el valle del Marne. Allí se desangró lo que quedaba de la juventud alemana, y allí perecieron también los restos del 16º regimiento de reserva o regimiento List donde combatía Hitler.
Las posibilidades de la alianza eran prácticamente nulas. Pronto entrarían en el quinto año de la guerra y los recursos estaban prácticamente agotados, así como el espíritu de lucha de las tropas. Los últimos fanáticos como Hitler o habían muerto en combate o habían dejado de ser fanáticos. Unos pocos meses atrás, buena parte de la tropa creía aún en la victoria pero aquel último y gigantesco fracaso en el Marne lo había cambiado todo. Luddendorf dijo de aquella ofensiva que había sido «el día más negro de la historia de Alemania».
Curiosamente, los destinos de Ludendorf y de Hitler estaban ligados. Volverían a encontrarse y juntos protagonizarían uno de los momentos más famosos de la historia del nazismo: El Putsch de la Cervecería.