59. David
David nació el 20 de agosto de 1951. Fue un parto difícil y pesó menos de dos kilos y medio. (Creo que es un hecho probado que los hijos de madres fumadoras, sobre todo si fuman durante el embarazo, cosa que Gertrude hizo, tienden a nacer con poco peso).
Pronto fue evidente que David no podría jugar con otros niños en una relación de igualdad ni sería capaz de hacer amigos. A medida que crecía, descubrimos que la escuela constituía una fuente de infelicidad para él porque era utilizado como cabeza de turco. Más tarde, resultó que no podía conservar un empleo porque no se llevaba bien con sus compañeros de trabajo.
Acepté todo esto con cierta resignación, porque reconocía la situación. Yo había sido exactamente igual que él. De hecho, incluso cuando David era un niño y yo enseñaba en la Facultad de Medicina, no me llevaba bien con la gente, así que mi trabajo estaba constantemente en peligro.
Pero lo que David no tenía era mi inteligencia. Quiero decir que su capacidad mental era completamente normal, no era retrasado en ningún aspecto. (No nos arriesgamos. Le hicimos pruebas neurológicas y consultamos a psiquiatras.) Pero la normalidad no es suficiente cuando uno es un inepto social.
Yo me salvé de mi ineptitud sólo gracias a mi demostración de brillantez y, a pesar de ello, lo logré a duras penas.
Pero, no crea, David es una persona buena y cariñosa, por lo general amable y comprensiva. Tiene tendencia a volverse testarudo cuando le llevan la contraria (también yo) y en esas ocasiones no muestra muy buen criterio.
Cuando mi hijo todavía era un adolescente, me pareció que no iba a ser capaz de mantenerse cuando fuera adulto, así que tomé medidas para crear un fondo en fideicomiso de manera que esté libre de preocupaciones financieras.
La mayor afición de David es grabar los programas de televisión que le gustan y crear un enorme archivo con ellos. Me parece una vida bastante solitaria, pero, como a mí, le gusta estar solo y que le dejen en paz. No fuma, ni bebe, ni se droga y tampoco me crea ningún otro problema que el de mantenerle, lo cual no es ningún problema y (aunque no sea exactamente un placer) es mi obligación.
La gente a veces supone que como tengo un hijo y soy tan notable, mi hijo también debe serlo. Me preguntan lo que hace, esperando que les responda que es físico nuclear como mínimo. Mi contestación invariable es que es un "caballero que vive de rentas". Si insisten, les digo francamente que le mantengo y que lleva una vida tranquila e intachable.
Si actúan como si pensaran que yo debería estar molesto, les digo (a veces ocultando algo de irritación) que mi hijo vive su vida y que no tiene que trabajar para proyectar su gloria sobre mí. Puedo crear mi propia gloria. Mi único deseo para mi hijo es que sea feliz y yo trabajo para que esto sea posible. Cuando hablo con él por teléfono siempre parece sentirse dichoso, y prefiero tener por hijo a un caballero feliz que vive de rentas en vez de a un físico nuclear desgraciado.