Don Juan de San Clemente, arzobispo
Segunda parte
Don Juan de San Clemente, arzobispo
Este prelado vivió muy malos tiempos. Los ingleses, enemigos acérrimos de España, invadieron Galicia, dándole ocasión a la coruñesa María Pita para lucir su coraje. Las cosechas eran malas, faltaban brazos, se resentía el pueblo de inseguridad y temor. El resultado fue el hambre. Los canónigos compostelanos supieron del hogar que no se enciende por falta de condumio. Felipe II acudió en socorro de Compostela.
Don Juan de San Clemente era hombre virtuoso, dechado de caridad. Las gentes de su diócesis le adoraban… Si entonces, como antaño, los santos se proclamasen por sufragio universal, el arzobispo San Clemente estaría en los altares. Pero, junto a su buen corazón, tenía inquietudes intelectuales. Dejó una manda para la fundación de un colegio. Se levantó extramuros de la ciudad, conforme se sale por la puerta Fajera, a mano derecha. Lleva todavía el nombre del fundador, aunque oficialmente lo reciba de Rosalía de Castro.
Cuando amenazaban los ingleses, se temió por la seguridad del cuerpo del Santo. El arzobispo decidió ocultarlo: preferible sería a su profanación por manos luteranas. El hecho es altamente simbólico: los huesos de Iacob dejaron su yacija y pasaron a más secreto lugar, de todos desconocido. Los pocos que lo sabían, murieron. Tres siglos hubieron de transcurrir para que se encontraran de nuevo. Se acumularon dudas y negaciones. La venida del Apóstol, la realidad de su sepulcro, quedaron reducidas a mito.
Aún hoy, mucha gente…