El maestro Mateo
Segunda parte
El maestro Mateo
¿Incurriremos, hablando de él, en pecado literario? ¿Acumularemos retórica sobre su cabeza? Nos parece mejor dejarle limpio de palabras y limitarnos a la consignación de sus hechos. Fue arquitecto de la iglesia catedral, en cuya obra intervino; edificó la cripta, levantó un coro y un claustro, que se han perdido, y en el Pórtico de la Gloria, cima de su genialidad, hizo una de las obras más grandes del espíritu humano.
Era humilde y creyente. Se retrató a sí mismo, en dura piedra, arrodillado frente al altar. Pudo haberse colocado entre las figuras más gloriosas, pero eligió lugar oscuro y actitud cristiana. Mateo orante es una lección perenne para el artista. Enseña a prescindir de toda vanidad. Aunque la otra lección, la labrada en dura piedra, hubiera justificado cualquier orgullo. Pero entonces Mateo no sería una elegante figura.