INQUIETUD
¿No te son acaso conocidos muchos seres vivientes?
¿No caminan tus pies sobre verdades como sobre alfombras?
¡Por eso, genio mío! ¡Entra pues
desnudo en la vida, y nada temas!
Lo que pueda ocurrir te será favorable.
Tú mismo rimarás con la alegría. ¿Qué podría
ofenderte, corazón mío, qué ocurrirte,
si vas a donde debes?
Pues los hombres al igual que los dioses son piezas
solitarias de caza, y a los propios dioses les lleva
a su guarida el canto y el coro de los príncipes,
cada cual a su estilo, y a nosotros,
lenguas del pueblo, nos gusta estar entre los vivos,
allí donde muchos se reúnen, felices e iguales todos,
abiertos a todos, pues así es
nuestro Padre, el Dios del Cielo,
que tanto a pobres como a ricos regala un tiempo de pensar,
y que a nosotros, que a la vuelta del tiempo dormiremos,
ahora erguidos, con andadores de oro,
como a niños, nos sostiene.
Buenos somos, y hábiles en algo,
cuando al llegar alzamos nuestro arte
a uno de los dioses. Aunque son nuestras manos
decentes lo que les ofrecemos.