17. LA LEGALIZACIÓN DE LA DROGA, OBJETIVO DE LOS TRAFICANTES

«Desde 1973, cuando la operación Watergate acabó con el intento de Nixon de eliminar el comercio de la droga —sigue diciendo Jeffrey Steinberg, en nuestra conversación en Nueva York—, el lobby de la droga ha conseguido despenalizar la marihuana en nueve Estados. En cada caso, el resultado ha sido un relanzamiento del abuso de la droga de proporciones epidémicas. De acuerdo con el doctor Peter Bensinger, director de la “Drug Enforcement Administration”, la despenalización de la marihuana en el Estado de Maine convirtió el litoral en un gran centro de contrabando de marihuana, cocaína y heroína».

Por la permisividad del lobby de la droga, la proliferación legalizada de marihuana es el primer paso para una eventual proliferación legal de la cocaína y de la heroína. El doctor Peter Bourne, que hasta 1978 fue el consejero del presidente Carter sobre el consumo de droga, ha aparecido en la televisión estatal defendiendo la legalización nacional de la cocaína. Desde 1977 existe una campaña organizada para legalizar la heroína. Un proyecto de ley fue presentado en la legislatura de Ohio y fue derrotado por poco en su intento de borrar la heroína de la lista de la categoría I de drogas (aquellas declaradas ilegales incluso en usos médicos). Nuevo México y Florida —identificados como los puntos mayores de distribución de heroína— tiene proyectos de ley pendientes de aprobación, que permitirían legalizar el uso de la heroína bajo supervisión médica, en casos de enfermedades desahuciadas o de «fines investigadores».

INTRODUCIENDO EL CULTO A LA MUERTE

En la actualidad dos lobbys sionistas patrocinan proyectos de ley ante el Congreso de los Estados Unidos para legalizar el uso de la marihuana: el proyecto de Javits-Koch y el de Edward Kennedy, que pretende aplicar en los Estados Unidos la legislación británica.

«Como en tantas otras cuestiones —dice Jeffrey Steinberg— no podremos entender nada de lo que ocurre en nuestros días sin relacionar los acontecimientos históricos. El lobby de la droga, como se desprende de nuestras investigaciones, está teledirigido por la Muy Venerable Orden Military Hospitalaria de san Juan de Jerusalén, cuyos objetivos no se han modificado en el curso de los siglos. En el siglo XI, los caballeros hospitalarios organizaron hospitales como un “culto a la muerte”, en los que se administraba a los enfermos drogas alucinógenas en lugar de medicamentos. Los hospitales empezaron a ser como puntos de diseminación de la droga y de venenos mortales, a menudo dirigidos contra los adversarios humanistas de los Caballeros. Pues bien, en 1967, la Orden de san Juan resucitó aquel movimiento en el “St. Christopher’s Hospice”, de Londres. En él se administra a los enfermos un “destructor de dolor” llamado mezcla de Brompton. Consiste en heroína, cocaína, alcohol, tranquilizantes y agua de cloroformo y es aplicado cada tres horas hasta que el paciente muere. En 1977 la Orden de san Juan lanzó el mismo movimiento en los Estados Unidos y defiende la despenalización de la heroína y de la cocaína, bajo el humanitario pretexto de que cada persona tiene el derecho de morir como desee».

Para propagar este movimiento clínico, la Orden fundó en los Estados Unidos el Comité Nacional para el tratamiento de los «males incurables». Su presidenta honoraria es Lady Mary Ward, especialista inglesa que fundó el «Hospice Inc.», en Connecticut, como primer centro para lanzar la práctica de la «muerte clínica». El director del comité es otro inglés, Arthur Trebach, profesor en el Centro para la Administración de Justicia, en la Universidad de Washington. Durante los últimos años, Trebach ha dirigido a cientos de estudiantes de Medicina, a médicos y a otros profesionales en cursillos de adoctrinamiento en el «Imperial College of Science and Technology», de la Universidad de Londres. El tema de las sesiones versó sobre el «éxito» de la política inglesa en la despenalización de la heroína, como manera de reducir el problema de la droga ilegal.

En los Estados Unidos, el «Hospice Inc.» es financiado por la Kaiser Foundation, que incluye en su consejo a Kingman Brewster, embajador norteamericano en Londres y miembro de la Orden de san Juan de Jerusalén. La participación dela Fundación Kaiser en la guerra del opio se remonta, por lo menos, a 1958, cuando el doctor Timothy Leary desarrolló sus primeras investigaciones con el LSD, en el Hospital Experimental de San Francisco, perteneciente a la Fundación Kaiser. La otra institución comprometida en la financiación del proyecto clínico es el Instituto Joseph y Rose Kennedy para el «Estudio de la Reproducción Humana», de la Universidad de Georgetown. En octubre de 1978, se celebró el primer encuentro anual en Washington, cuyos máximos exponentes fueron el senador Edward Kennedy y el secretario de Salud, Educación y Bienestar, Joseph Califano.

La Orden de san Juan tiene una influencia suficiente sobre el consejo de directores de la Fundación Ford, la institución exenta de tasas más importante del mundo, uno de cuyos objetivos es la expansión de cultos dionisíacos. En su Consejo aparecen John Loudon, Caballero de San Juan, presidente la «Royal Ducht-Shell» y presidente de la World Wildlife Fund, y Eugene Black, otro Caballero y antiguo director del Banco Mundial. La tendencia de la Fundación Ford se inició entre 1950 y 1954, período en el que su director asociado y consejero político era el Caballero de san Juan Robert M. Hutchins, antiguo controlador de la organización de Al Capone. La Fundación Ford da anualmente millones de dólares al Royal Institute of the International Affairs y es la principal fundadora del lobby de la droga en los Estados Unidos, defensora de la despenalización de la marihuana y del uso clínico de la metadona (heroína sintética).

YA LO HICIERON LOS MÉDICOS DE HITLER

Cuando se le pregunta a Jeffrey Steinberg si no cree que algunos de los objetivos señalados, al tratar de aliviar por el uso clínico de drogas dolores intratables, son eminentemente humanitarios, responde sin vacilación:

—Esto sería una mistificación y otra de las grandes hipocresías del lobbyde la droga. Nosotros investigamos la orientación general, los propósitos del lobby, y que no son otros que minar la cultura actual y destruir la forma democrática de la sociedad. La eutanasia esconde una forma de fascismo. Introducirla es abrir una puerta legal a lo que practicaron los médicos de Hitler. Si se permite matar a «una» persona, se rompe la barrera moral. Se empieza matando a los enfermos incurables, se continúa con los subnormales y, a partir de ahí, se extiende a cualquier grupo humano, racial o político, cuya eliminación política interese.

LEGALIZACIÓN Y EL CRIMEN ORGANIZADO

Desde el nivel más elemental al más alto, el lobby liberal de la despenalización de la droga está estrechamente relacionado con el crimen organizado, por todas aquellas fuerzas cuyo interés económico pasa por la expansión del mercado de la droga. Es una mistificación grave pretender que la despenalización de la droga conduce a la paulatina eliminación de su uso, y, más grave aún, decir que la legalización va en contra de los intereses de los traficantes. Con la legalización, efectivamente desaparecería el aspecto menos significativo del problema, el tráfico que beneficia a los intermediarios callejeros, pero al aumentar la venta con la despenalización se beneficiarían más los grupos oligárquicos que controlan la producción y la financiación.

El lobby sionista es la clave para la conexión, especialmente a través del senador Jacob Javits. Suele reunirse en apartamentos de Nueva York con Arthur Ross, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, de Londres, agente de Mark Turner, de «Río-Tinto Zinc»; con Sam Harris, de la misma sociedad. Con Nahum Bernstein, de la Fundación de Jerusalén y con Warburg, Henry Simon Bloch, de Pincus. En 1977, hubo evidencia de la relación entre el grupo de Bronfman y Javits, cuando se dio un caso de extorsión para hacer pasar un proyecto de despenalización de la marihuana a través de la legislatura del Estado de Nueva York. A continuación, se intentó tapar el resultado de unas investigaciones que demostraban un aumento del 300% en el consumo de la droga por adolescentes, como consecuencia de la despenalización. Durante el período legislativo de 1977 el proyecto de ley había sido derrotado, pero el gobernador Carey organizó una campaña para colocar el proyecto de otra manera y lo logró por un voto. El voto decisivo fue aportado por un miembro de la legislatura gravemente enfermo que hubo de ser transportado en helicóptero por la Policía del Estado, siguiendo órdenes personales del gobernador. Varias semanas después, Edgar Bronfman hizo un «préstamo» personal de 350 000 dólares a Carey para que pagara las deudas de su campaña electoral de 1974.

Como la familia Bronfman, los Javits tienen conexiones directas con el crimen organizado, con el tráfico de drogas y pasan información gubernamental al sindicato de Lansky que permite, gracias a los datos confidenciales, realizar sorprendentes operaciones financieras.

Los lazos de Javits con Lansky con Robert Vesco, conocidos traficantes de heroína y cocaína, han ido haciéndose públicos. En 1978, varios acusados de intentar introducir un gran cargamento de droga de Massachussets fueron defendidos por James Lawson, figura destacada de la «Organización Nacional para la reforma de la ley de la marihuana», el principal lobby público para la despenalización de la droga, al que pertenece Jacob Javits. En el curso del juicio se demostró que el dinero para comprar la marihuana confiscada había salido de Meyer Lansky y de Robert Vesco.

Los antecedentes de Jacob Javits son significativos. De 1940 a 1942 fue ayudante del jefe del Departamento de Guerra Química, de la Oficina de Servicios Estratégicos. De 1954 a 1956, como fiscal general del Estado de Nueva York, Javits supervisó un experimento clandestino de la CIA sobre los efectos del LSD. Por lo menos un oficial militar en activo murió a consecuencia de una sobredosis de LSD, un incidente que Javits se encargó de tapar y que sólo fue conocido años después. Javits es cabeza sionista del lobby de la droga. Es presidente de la Anti-Defamation League de la B’nai B’rith y miembro dirigente del Comité Judío Americano y de la Fundación Cultural Amer-Israel.

LOS KENNEDY, HASTA EL CUELLO

La más reciente tragedia familiar de los Kennedy, con la muerte por sobredosis de droga del hijo del asesinado Robert Kennedy, hace destacar el papel jugado por el senador Edward Kennedy en su defensa de la despenalización de la droga. Es sabido que la mayoría de las muertes por «sobredosis» se produce por una adulteración del producto con sustancias mortales. Los partidarios de la legalización de la droga subrayan que este tipo de desgracias desaparecería como consecuencia de la regulación. Es un argumento que no se sostiene más allá del impacto emocional del suceso y que no tiende a favorecer a las víctimas, sino a los organizadores del negocio.

El cuñado de Kennedy, Peter Lawford, es otro destacado miembro de la Organización Nacional para la reforma de la ley de la marihuana.

Kennedy está metido hasta el cuello en las actividades del grupo mafioso Lansky Vesco. Edward Kennedy recibió importante ayuda financiera para su campaña electoral de 1976 de Joseph Linsey, conocido filántropo del lobby sionista, también señalado por sus lazos con el crimen organizado de New England. Linsey es socio de Meyer Lansky, en el «International Airport Hotel Distributing, Inc.». La fortuna de los Kennedy está directamente relacionada con la actividad mafiosa de Lansky.

Por su parte, la Organización Nacional para la reforma de la ley de la marihuana extiende su influencia cada vez más en los Estados Unidos y en países europeos, a través de la revistas High Times, cuyos centenares de miles de lectores se encuentran entre universitarios consumidores de droga. La revista organiza constantes campañas a favor del consumo de droga y tanto ella como la «Fundación Play Boy», exenta de obligaciones fiscales, financian la organización. Además de Javits y de Peter Lawford, el consejo directivo de la organización incluye a Hugh Hefner, propietario del grupo Play Boy, a William F. Buckley, a Burton Joseph, director de la «Fundación Play Boy», a Canon Walter D. Dennis, Caballero de la Orden de san Juan de Jerusalén y a Stewart Mott.