La llegada del hombre a la Luna para España la retransmitió Jesús Hermida, ese chico que se apartaba el flequillo de los ojos con un movimiento brusco de su cabeza hacia atrás.
Cientos de personas se agolpaban en una casa frente al único televisor del barrio o juntaban sus cabezas frente a la televisión del bar de abajo. Mientras, ese chaval de Huelva que había llegado a Madrid con una maleta cargada de sueños, sin saber que le conducirían a Nueva York, se preparaba nervioso para realizar la conexión. Estaba a punto de dar la noticia más importante de su carrera periodística. Y la dio, claro que la dio. No podía dejar pasar aquella ocasión y, cuando el acontecimiento se produjo, Jesús Hermida entró en un éxtasis particular y se puso a gritar como un auténtico poseso. Parecía que la Luna la estuviese pisando él mismo. El propio The New York Times dijo: «… el corresponsal de la televisión española saludó el acontecimiento con grandes voces en el centro de prensa de la NASA».
Aquella noticia le dio una fama sin vuelta atrás. Hubo otras: Vietnam, el Watergate, el asesinato de Kennedy… EE. UU. se agitaba, el mundo se agitaba.
«El pie de Armstrong toca la Luna como la mano de un niño toca la cara de su madre», dijo Hermida cuando Armstrong puso su bota en la superficie lunar.
Ese mismo año, el 29 de marzo, se celebró en España el festival de Eurovisión. Ganó Salomé en un empate cuádruple sin precedentes: España, Gran Bretaña, Holanda y Francia. Austria no participó, por su negativa a enviar un cantante a un país en manos de un dictador, el general Franco. Un año antes, la vencedora había sido otra española: Massiel.