EPÍLOGO
(Nota de suicidio enviada por Ramiro al diario alemán Der
Spiegel: Ramiro cumple el encargo de Albert Toole Jr.)
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Ramiro Gutiérrez, aunque tardó, finalmente cumplió el encargo de Albert Toole Jr. y redactó su nota de suicidio (que no dejaba de ser la suya propia) cuatro años después de que este se presentase en su casa una fría tarde de febrero del año 2003. ¿Por qué Albert Toole Jr. estuvo ausente tanto tiempo y no apareció antes en la mente de Ramiro? Al igual que otras muchas preguntas, quedará para siempre sin respuesta, silenciada por su muerte. Aun así, dio respuesta a otras muchas que parecían tenerla ya.
Esta es la carta de suicidio que, junto con los viejos rollos de película en ocho milímetros, hizo llegar al diario alemán Der Spiegel:
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Cuando estén leyendo estas líneas yo ya estaré muerto. He pasado los últimos cuatro años de mi vida encerrado como un loco. Al principio creí estar seguro aquí dentro, protegido, a salvo del peligro que me acechaba fuera, sin darme cuenta de que realmente me había introducido en la boca del lobo.
Confié en el doctor León Flores, en sus manos puse mi secreto, el mismo que ahora pongo en manos de ustedes junto con un dosier a modo de relato, en el que les hago saber cómo llegó a las mías de modo casual, como sucede casi todo en esta vida.
Como decía, confié en el doctor Flores, sin saber que era uno de ellos, un agente infiltrado haciéndose pasar por doctor en psiquiatría. Me ha estado medicando todos estos años con sabe Dios qué fármacos y ahora, para colmo, pretende desacreditarme ante el mundo en un congreso internacional celebrado en la capital del país al que pertenece su publicación, razón por la cual me dirijo a ustedes.
Gracias a mis fundadas sospechas sobre su persona, no le llegué a entregar los rollos de cinta que ahora ustedes pueden visionar. En ellos podrán confirmar, además de mi perfecto estado de salud, el gran fraude al que fue sometida la humanidad el 20 de julio de 1969.
Hagan ustedes con este material lo que crean conveniente. Yo, sinceramente, estoy agotado, cansado, harto de ser tomado por un loco. Tan harto que ya ni siquiera soy capaz de distinguir la fina línea que separa la cordura de la locura. Puede que finalmente no sea más que un chiflado, al igual que todos nosotros.
Me despido, sin resquemor ni odio hacia nadie, ni siquiera al bueno de Albert Toole Jr., que me condenó sin saberlo a esta miseria… Él también tuvo la suya, que Dios le tenga en la gloria.
Me despido, como decía antes, simplemente exhausto.
Adiós y buena suerte para todos. La necesitamos.