Algunos hoy sostienen que el hombre nunca llegó a la Luna ese 20 de julio de 1969, y que todo fue una farsa de los americanos en su afán de superar a los rusos en la carrera espacial y armamentística. Era la época de la Guerra Fría y del telón de acero. El mundo se dividía en dos: los que estaban a un lado del telón, los comunistas o bloque soviético, y los que estábamos de este otro lado, los occidentales o los defensores de la democracia en contra de los regímenes totalitarios opresores.

Cualquiera puede visitar multitud de páginas en Internet donde se argumenta largo y tendido en contra de lo que muchos han denominado el gran fraude. Parece ser que los defensores de que Armstrong, Aldrin y Collins nunca estuvieron allí basan sus teorías en las fotos e imágenes tomadas, las cuales tienen multitud de fallos donde se puede observar el montaje. Es fácil que alguna vez hayan oído aquello de que la bandera ondea cuando en la Luna no hay atmósfera y, por lo tanto, sería imposible que el aire la zarandease. O las dudas sobre la posición de las sombras, dada la luz solar. O los reflejos en los cascos de los astronautas. Y así una infinidad de cosas más.

Por el contrario, cualquiera puede visitar también multitud de páginas donde se derriban todas estas teorías de la conspiración lunar y se dan respuestas a todos esos aparentes argumentos a favor del trucaje.