Cuando comencé el trabajo de esta novela, mi intención inicial fue la de expresar mis personales impresiones sobre una ciudad tan particular y singularmente bella como Roma; una de las principales cunas de la cultura mediterránea que ha mantenido, durante siglos, el legado de su impresionante historia, permitiéndonos aún hoy adentrarnos en el laberinto de los tiempos. Gracias a las innumerables reliquias arqueológicas y artísticas somos capaces de reconstruir, paso a paso, la evolución de nuestros ancestros, logrando con ello conformar nuestra propia identidad sobre este cansado y ya algo avejentado planeta Tierra.
Como guías necesarios de mi narrativa pensé introducir un par de personajes ampliamente implicados, por sus gustos personales y profesión, con el artístico entorno romano.
Como era de esperar, en una ciudad donde el amor es otro de sus componentes más representativos, creé una relación de pareja, consiguiendo con ello la trilogía perfecta:
Belleza — Arte — Amor
Lo que no llegué a sospechar en un principio fue que, los apasionados sentimientos y encontradas emociones de estos dos personajes, llegarían a desdibujar la principal idea descriptiva. Según avanzaba en mi obra la intensa y controvertida personalidad de cada uno de ellos me fue cautivando, obligándome a dedicarles mayor atención capítulo a capítulo, momento a momento, hasta llegar a centrarme en la trayectoria y evolución de sus sentimientos y pasiones como punto más importante de la obra.
He querido mantener la cantarina belleza y musicalidad del idioma italiano. Me pareció más creíble. Al fin y al cabo, cuando cualquier turista acude a Roma no cesa de ser bombardeado visual y auditivamente con frases y expresiones italianas. Por esta razón, y para una mejor comprensión del diálogo, he preferido traducir todas las nuevas expresiones que irán apareciendo a lo largo de la novela, señalando con cursiva cualquier extraña palabra no incluida en el español. Considero que con ello se enriquece el argumento, aportando un personal colorido, así como frescura y tipismo a la historia.
De igual modo, he creído conveniente mantener las reglas ortográficas propias del idioma italiano en cuanto a acentos, signos de puntuación, construcción de frases, etc.… En los diálogos mixtos (español-italiano), me regiré por la ortografía española, entendiendo que se trata de una o varias palabras introducidas en la frase que no alteran la construcción de la misma.
Otro apartado importante son las explicaciones incluidas referentes a personajes famosos a lo largo de la historia, piezas de arte, edificios y lugares emblemáticos. Quiero dejar sentado que no me considero, ni mucho menos, una experta en ninguno de estos campos, si bien, empatizando con mis queridos personajes, soy ferviente admiradora de cualquier forma de arte que se precie. Ruego por tanto, sepa disculparme aquel lector cuyos conocimientos sobre los temas aquí tratados alcance mayor nivel que el mío.
Como resumen, quisiera resaltar la extraordinaria satisfacción sentida durante las horas de trabajo dedicadas a esta novela. Espero lector que llegues a disfrutar tanto al leerla como lo he hecho yo al crearla.
Carmen Torrico