Capítulo 15

 

 

Arkanian está furioso, sus ataques a las Casas se han vuelto cada vez más violentos y despiadados. Ya no negocia, no tiene piedad ni actúa de forma racional, el que no está con él está contra él y debe ser eliminado. La rabia lo ciega, no puede acabar con Logan, lleva siglos enfrentándose a él. Siempre obstaculizando sus planes, siempre acabando con sus esperanzas.

 

—¡Maldito seas hermano! Acabaré contigo cueste lo que cueste.

 

 

 

Logan contempla el frasco de cristal con temor, se ha vestido y deambula de un lado a otro de la habitación, dudoso y tenso. Irynae se despierta y se queda un rato contemplándolo, parece tan asustado que se le encoge el corazón.

 

—¿Qué ocurre Logan?

 

—Tengo miedo de recordar. —susurra Logan con voz débil.

 

—Aradhian dijo que es la única forma de que puedes controlar tus poderes.

 

—Tal vez. Pero si recuerdo quien era... tal vez olvide quien soy ahora. ¿Y si me convierto en otra persona? ¿Y si ese otro no te amara como yo te amo?

 

Irynae siente una punzada en el corazón, pensar que él pudiera dejar de amarla es algo que ni contemplaba pudiera suceder.

 

Logan guarda el frasco en el cajón de un escritorio y después de mirar a Irynae con tristeza, abandona el dormitorio.

 

La noche es cerrada, desde el torreón más alto puede ver el bosque que rodea el palacio, se extiende como un manto verde rodeándolo, cercándolo y convirtiéndolo en una finca inaccesible por carretera, no hay caminos, ni siquiera senderos, la vegetación es de lo más agreste, ahora entiende por qué la eligió como su fortaleza. Aunque claro está, no recuerda cuando se hizo con ella y mucho menos quien es él en realidad.

 

Aradhian se acerca sigiloso, camina hasta él y se queda mirándole, hasta que Logan se gira para ver que quiere.

 

—¿Tomó la poción?

 

—No.

 

—Si no la toma estamos perdidos.

 

—¿Conocías la existencia de Arkanian?

 

—No, mi Bastión. Ignoraba que existiera un vampiro con poderes similares a los suyos. Pero sí recuerdo que solía desaparecer de palacio durante largas temporadas.

 

—¿Nunca te comenté  a dónde iba?

 

—No, mi Bastión. Y tampoco osaba preguntar.

 

Logan lo mira extrañado, que clase de personalidad debía tener para que lo respetaran de ese modo.

 

—Aradhian. ¿Por qué me teméis tanto? ¿acaso soy cruel?

 

Aradhian lo mira asombrado, una sonrisa se dibuja en sus labios.

 

—No obedecemos por temor sino por lealtad, usted nos dio la vida.

 

—¿Yo os convertí?

 

—No mi señor. Nos mostró un camino. —responde Aradhian inclinándose ante Logan.

 

Logan lo observa alejarse escaleras abajo, regresa su mirada al bosque que por alguna extraña razón lo atrapa y relaja.

 

 

 

Arkanian se revuelve nervioso en palacio, destroza uno de los salones ante la mirada impasible de Saloa. Puede sentir que Logan ya no lleva el anillo, su energía es intensa pero por desgracia no puede localizar su posición.

 

—Saloa, regresa a mi palacio y trae el espejo.

 

—¡Señor! Si el enemigo se hiciera con él...

 

—Lo sé. Pero seré yo quien lo use en su contra.

 

Saloa se golpea el pecho a modo de saludo y sale corriendo. Arkanian desesperado se deja caer contra la pared, pronto se decidirá todo. Conseguirá hacerse con el poder definitivamente o lo perderá todo para siempre.

 

 

 

—¡Logan, están atacando una de las Casas en Polonia! —informa Láyonel agitado—. Mostrándole un navegador gps con la posición.

 

—Bien, yo me encargo. Aradhian, extrema las medidas de seguridad en mi ausencia. —ordena Logan.

 

Aradhian se inclina y obedece.

 

Láyonel le ofrece el navegador y Logan lo rechaza.

 

—Puedo sentir a los vampiros y la energía de su atacante.

 

—Ten cuidado Logan. —pide Láyonel.

 

—Sí mama.

 

Logan desaparece en un fogonazo y reaparece fuera del palacio. El clan lo ve alejarse corriendo campo a través. Para Logan, a pesar de su velocidad, resulta aburrido desplazarse corriendo, ya le gustaría ser como esos superhéroes que pueden volar, pero toca joderse y correr.

 

 

 

Arkanian desenvaina su espada y continúa con la matanza, los guardias de la Casa, como de costumbre, son completamente inútiles, nadie puede detenerle. Las puertas caen a su paso y más guardias mueren en un vano intento de proteger a su Bastión.

 

La última puerta es arrancada de cuajo, pero para su sorpresa otra de acero aparece tras ella, extiende la mano derecha sobre ella y comienza a fundirla. El metal fundido se derrite formando un charco, Arkanian avanza  por el salón. Varios guardias intenta plantar cara, pero son reducidos a cenizas.

 

El Bastión, un vampiro alto, de pelo corto y aspecto distinguido, se levanta de su sillón y camina hacia él, sin demostrar el menor síntoma de miedo.

 

—Sírveme o muere. —dice Arkanian.

 

—¡Jamás! —contesta el Bastión.

 

Arkanian alza su espada y se dispone a cercenar su cuello cuando una bola de fuego estalla en su espalda, el dolor es indescriptible. Se gira y mira a Logan que lo observa divertido.

 

Arkanian corre hacia él y de un puñetazo lo lanza contra una pared. Logan, dolorido, se levanta y salta sobre él. Los golpes se suceden uno tras otro pero sus cuerpos se regeneran a tal velocidad que ninguno de los dos consigue herir de gravedad al otro. Se enzarzan en un duro combate, destrozando muros, caen escaleras abajo. Arkanian parece más diestro a la hora de combatir, pero la fortaleza de Logan es incuestionable. Logan agarra a Arkanian de un brazo y lo lanza contra una de las ventanas que dan al patio.

 

Desaparece en un fogonazo dorado y reaparece en el patio pero Arkanian no está.

 

—¡Tú ganas este combate! Pero pronto acabaré contigo. Hermano. —grita Arkanian desde el tejado antes de desaparecer envuelto en un fuego rojizo.

 

—¿Hermano? ¿Será verdad que este imbécil es mi hermano?

 

Los encuentros entre Arkanian y Logan se suceden en todo tipo de localizaciones con idénticos resultados. Las Casas vampiras comienzan a rebelarse contra Arkanian al ver en Logan a un posible salvador.

 

Logan y su clan deciden infiltrarse en la ciudad imperial, ha llegado el momento de liberar a su antiguo clan.

 
Una extraña en mi ventana
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