Capítulo 2

 

 

Láyonel entra en el despacho, mira a Logan y luego a Straush.

 

—Straush... el emperador se está muriendo.

 

Straush se aleja de ellos, se apoya contra la mesa, está conmocionado. Para Láyonel y Logan, resulta impactante verlo así. Straush no es el típico vampiro que muestra debilidad.

 

—Mi padre se muere y si es asi yo tendré que aceptar un destino que no deseo. —dice Straush—. Preparadlo todo, hoy mismo partimos hacia Roma. —ordena Straush mirándolos con tristeza.

 

Todo el clan se pone en movimiento, hacen las maletas y esperan el regreso de Láyonel que marchó al aeropuerto para organizarlo todo.

 

Jud está impaciente, Roma le pone nerviosa con tanto vampiro de alto rango. Karsacry espera sentado en la escalinata de la mansión, contemplando la fría noche de noviembre.

 

Un par de horas más tarde una limusina negra aparca en la entrada, Láyonel baja de ella. El clan no tarda en agruparse junto al vehículo, el último en salir es Straush que dedica una triste mirada a la mansión. Ninguno del clan comprende su actitud, pero tampoco se atreven a preguntar.

 

Entran en la limusina, Karsacry conduce y Láyonel se sienta a su lado. Julius se sienta en la fila de asientos pegada al lado del conductor, junto a Logan y Jud. Irynae se sienta junto a Straush, le coge la mano y este le dedica una mirada agradecida.

 

El trayecto hasta el aeropuerto de Chicago se hace largo y tenso, ninguno soporta ver a su Bastión tan apenado. Karsacry sabe lo que ocurrirá si el emperador fallece y no le agrada lo más mínimo.

 

La limusina se detiene junto a un jet negro en el que están escritas en el fuselaje las letras BC, es un avión negro  brillante de aspecto lujoso.

 

Straush es el primero en subir las escalerillas, seguido de cerca por el resto del clan vampiro. Su interior está compuesto por dos filas de asientos negros contiguos, al final hay una pequeña cabina privada en la que se interna Straush, cierra la puerta y se sienta en un enorme sillón. Se lleva las manos a la cabeza y llora amargamente.

 

Jud reprime su deseo de encender la televisión y se limita a coger un libro que llevaba en su pequeña mochila. Irynae se sienta al final y Logan en el asiento de al lado. Julius se sienta en uno de los asientos y se pone a escribir en un cuaderno. Karsacry y Láyonel entran en la cabina del piloto, ambos pilotarán el jet.

 

Los motores se encienden y en pocos minutos ganan potencia, enfilan la pista  y aceleran los motores. El jet cruza la pista a toda velocidad hasta que llegado el momento despega grácilmente.

 

Logan se siente raro viajando con su nueva familia, ha pasado de estar solo a estar rodeado de gente, bueno vampiros. Mira a Irynae y esta le lanza un beso, no puede dejar de sonreír como un idiota, es feliz, para qué ocultarlo.

 

Después de algunas paradas para repostar combustible, el viaje toca a su fin. Aterrizan en un aeropuerto privado a las afueras de Roma.

 

Una furgoneta con los cristales tintados aparca inmediatamente junto al Jet. El clan abandona la aeronave y sube a la furgoneta, que arranca en cuanto están todos abordo.  Straush mira por la ventana, hacía mucho tiempo que no veía aquella tierra, esas campiñas repletas de vides, los esbeltos bosques, las ruinas de un imperio que él conoció de primera mano. Roma fue su primera patria, allí conoció las virtudes de la vida humana, allí fue convertido.

 

Karsacry sentado junto al conductor lo mira de reojo, no es un vampiro que confíe fácilmente en otro vampiro extraño.

 

Julius y Jud miran por la ventana, emocionados, nunca han estado en Italia. Logan por su parte conoce Italia como la palma de su mano y también a sus mujeres. Ventajas de haber llevado una vida de millonario, que ahora no añora lo más mínimo. Irynae deja caer su cabeza sobre el hombro de Straush que no duda en acariciar su pelo y besarla.

 
Una extraña en mi ventana
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