Capítulo 3
Hora y media más tarde la furgoneta enfila un camino de tierra en pésimo estado hasta llegar a una pequeña casita de lo más rústica. Logan mira por la ventana sorprendido.
—Ya hemos llegado. —informa el conductor.
—¿Será una broma? —pregunta Logan que no puede creer lo que ha escuchado.
La furgoneta empieza a traquetear, la tierra tiembla y en cuestión de minutos la plataforma oculta sobre la que están situados, comienza a descender ante la sorpresa de todos salvo Straush. Resulta claustrofóbico ver como la entrada a aquella caverna va quedando cada vez más lejos. Cuando la oscuridad los envuelve se encienden unos pequeños focos en las paredes de la gruta. La plataforma queda parada mientras el suelo hace girar la furgoneta sobre sí hasta conectarla con una carretera perfectamente asfaltada. Lo que allí empieza a divisarse, deja a todos con la boca abierta, una auténtica ciudad vampira y al fondo al más puro estilo del imperio romano se erige un grandioso palacio.
Recorren la carretera pasando entre el bullicio de aquella ciudad, los vampiros los miran con curiosidad, se ve que no suelen recibir muchas visitas.
La furgoneta se para junto a un lujoso edificio situado justo en frente del palacio del emperador. El clan entra en él acompañado de un vampiro que parecía estar esperándoles en la puerta del hotel. El vampiro los escruta con la mirada y luego les pide que les acompañen para conducirlos hasta sus aposentos, que les han sido asignados mientras permanezcan en la ciudad.
Straush es conducido por un vampiro que viste una toga ceremonial, hasta el palacio imperial. El emperador lo reclama.
Logan entra en su habitación junto a Irynae, se queda mirando, abre los armarios, levanta varios cuadros y finalmente la mira frustrado.
—¿No hay televisión?
Irynae ladea la cabeza y lo mira sonriendo, desde luego no tiene arreglo.
Karsacry se siente desnudo sin sus armas, no es alguien que confíe en los demás, comparte habitación con Láyonel que parece ausente asomado a la ventana.
Julius y Jud comparten habitación. Jud se lanza a la cama como es su costumbre, conecta su ipod y empieza a cantar. Julius toma una revista científica de su maleta y se sienta en un sillón.
Straush sigue de cerca al secretario del emperador, un hombre alto con el pelo negro, sólo algunas mechas blancas le dan algo de color, sus ojos son extrañamente blanquecinos, pero su aspecto es fornido, no en vano es el protector personal del emperador.
Recorren una eternidad de pasillos, suben escaleras y atraviesan pasadizos secretos. El emperador está demasiado débil y hay muchos que desearían verlo muerto. Vampiros con poder que ansían un poder aún mayor.
Entran en una pequeña sala donde sobre un altar de mármol yace el emperador aún con vida. Recostado, alza su mano derecha hacia Straush.
—¡Padre! ¡No puede ser cierto lo que me dicen! ¡No podéis morir!
—Querido Straush, mi hijo soñado. La sangre ya no me regenera. Demasiados siglos, ya va siendo hora de que descanse.
—¡No!, tal vez mi sangre más pura os de energía para continuar.
—No, hijo. Todo tiene un límite hasta para un vampiro como yo. El imperio está en peligro, no podemos dejar que todo por lo que he luchado durante tantos años sea destruido por cuatro víboras ambiciosas. Tengo que pedirte lo que tanto te desagrada. Hijo debes asumir tu destino y ser el nuevo emperador.
—Padre yo no ansío poder. Lo sabéis.
—Por eso has de ser tú. Eres noble y valeroso, tú eres mi elegido.
—Haré lo que me pides.
—Deseo ver a Logan. —ordena el emperador a su secretario, que se inclina ante él y corre raudo a cumplir su misión.
Darius hace una reverencia y sale corriendo. Veinte minutos después Logan entra en la sala, totalmente confundido, no entiende por qué el emperador quiere verlo y tampoco es que sepa cómo comportarse con alguien de su alcurnia.
—¡Dejadnos solos! —ordena el emperador a Straush y a su secretario, que obedecen sin dudar.
Cuando la puerta de la estancia se cierra, el emperador le sonríe.
—¿Puedes hacer una bola de fuego para mí?
Logan alza la mano derecha y de ella brota una esfera de fuego.
—¡Fantástico! Eres el vampiro más poderoso de la tierra. Pero recuerda esto: "Todo poder debe tener su igual para estar en equilibrio."
—En realidad no sé lo que soy, no bebo sangre y aunque mi apariencia es la de un vampiro, mis poderes son muy superiores. —dice Logan.
—No importa lo que eres, sólo a quién eres leal. Necesito que protejas a Straush, los enemigos darán la cara cuando yo ya no esté.
—¡Qué lo hagan! allí estaré yo para destruirlos. Nadie dañará a mi clan.
—Tus palabras me tranquilizan. Avisa a los demás, deseo hablaros a los tres.
Logan asiente con la cabeza y camina hasta la puerta tras la cual los otros esperan. Los tres se acercan hasta el altar y permanecen en silencio.
—Darius, me has servido con lealtad, pero ahora necesito que sirvas a Straush.
Darius se inclina y golpea su pecho con su puño derecho.
—Vuestras palabras son ley para mí, emperador.
—Hermanos, ahora debo partir. Cuidad de mi imperio.
El emperador espira, su cuerpo se relaja, sus ojos se cierran y su cuerpo se convierte en cenizas, quedando sólo su ropa. El secretario toma una hermosa vasija y comienza a coger con sus propias manos la ceniza, poco a poco y de forma ceremonial va llenando el recipiente ante la triste mirada de Straush, que acaba de convertirse en el nuevo emperador. Algo que no desea, ya no podrá regresar a Chicago donde tan feliz ha sido junto a su clan.