[26] Ciudad famosa por su violencia (NT). <<
[27] La Casa Blanca y el Departamento de Justicia mencionaron el número de entrevistas e interrogatorios llevados a cabo por el FBI, como prueba de lo intenso de la investigación en el caso Watergate. <<
[28] En la época en que se escribió este libro. (NT). <<
[29] De acuerdo con Mankiewicz, en una ocasión alguien había intentado suplantarlo en una llamada telefónica a Walter Cronkite, de la cadena de televisión CBS y se había referido a un pacto en el cual Cronkite supuestamente había accedido a conceder a McGovern el 80 por ciento del espacio de noticias de la tarde de la CBS y sólo el 20 por ciento a Nixon. El hombre que suplantó a Mankiewicz le dijo a Cronkite (que posteriormente confirmó la existencia de la llamada): «Como muchos sospechan un pacto, es mejor que le dé más tiempo a Nixon». Mankiewicz afirmó que Cronkite le había dicho después que se trató de una buena imitación. <<
[30] Fue este hombre, Roger Wilkins quien escribió la mayor parte de los editoriales que el Washington Post dedicó al caso de Watergate. <<
[31] Recuérdese que el cargo de Fiscal General, en EE. UU. es equivalente al de Ministro de Justicia. (NT). <<
[32] Interferencia de las Comunicaciones Orales. (NT). <<
[33] El despacho del Presidente en la Casa Blanca. (NT). <<
[34] Dos agencias de prensa. (NT). <<
[35] Un reportero del Post pasó dos días investigando las acusaciones, pero no encontró confirmación de que la Policía Local o el FBI encontraran pruebas de la menor conexión entre esos incidentes y la campaña de McGovern. <<
[36] El Post recibe cada noche, a eso de las once, una telefoto de la primera página de la edición del Times de la mañana siguiente. <<
[37] Ese era el signo de la célebre «Mano Negra», una peligrosa sociedad secreta. (NT). <<
[38] Entre ellas se contaban: «El mayor escándalo político de esta campaña es la manera tan desvergonzada como el Washington Post, falto de imparcialidad, se ha confabulado con la campaña de McGovern. Con su campaña que se derrumba sobre él desde hace unas semanas, el señor McGovern se ha beneficiado de la operación periodística de salvamento y rescate más extensa y salvaje que jamás se ha llevado a cabo en toda la historia política de Norteamérica.
La reputación del Post, de objetividad y crédito, se ha hundido tanto que este periódico está a punto de desaparecer de entre los de gran tirada y categoría.
Hay cierta afinidad cultural y social entre los partidarios de McGovern y los directores y redactores responsables del Post. Todos ellos pertenecen a la misma “élite”; todos ellos viven en los mismos barrios residenciales, son vecinos y comparten las mismas fiestas elegantes y snobs de Georgetown.
Está presente la histórica hostilidad del Post hacia la persona y la fortuna política del Presidente de los Estados Unidos, que data de los días de Alger Hiss, cuando se demostró que el Presidente tenía razón y el Washington Post y sus amigos fueron desenmascarados como despistados y excesivamente crédulos.
Ha sido sólo el Washington Post el que, deliberadamente, ha combinado episodios ilegales y faltos de ética, como la cabriola del caso Watergate, que ha sido la puesta en escena de una maniobra política como jamás he visto otra en todos los días que llevo dedicándome a la política.
El señor Bradlee, un antiguo tiralevitas de Kennedy, tiene derecho a sus puntos de vista. Pero si permite que su periódico se emplee como instrumento político de la campaña de los partidarios de McGovern, si él mismo se dedica a cruzar el país convertido en un pequeño subordinado de McGovern, entonces él y su publicación pueden esperar que se les trate del modo apropiado… un trato que ciertamente recibirán». <<
[39] Recordaría más tarde: «En un año me vi en la necesidad de hacer dos declaraciones… y ambas sobre el caso Watergate… ¿Qué otra opción me quedaba? En esa ocasión me encontraba en la misma nave que los dos reporteros. Me acuerdo que me senté a la máquina y empecé a escribir como unas treinta declaraciones y después acabé por pensar: “¡Que se vayan todos al cuerno! Yo debo estar al lado de mis muchachos”». <<
[40] McGovern dijo: «Tenemos el reportaje escrito por dos respetados periodistas: mencionan el testimonio (bajo juramento) presentado por el tesorero del comité para la reelección del Presidente ante el gran jurado. Según él, había 700 000 dólares colocados en un fondo especial y controlado en primer lugar por el señor Mitchell, posteriormente por el señor Ehrlichman y el señor Haldeman, el ayudante principal del Presidente y jefe de su Casa. Constaba también que ese dinero se había separado especialmente para propósitos de espionaje político, sabotaje político y todos los sucios trucos planeados para causar disturbios en el proceso democrático». <<
[41] El presidente Richard Nixon resultó reelegido, como se recordará, por el 61 % de los votos. <<
[42] Dos días después de la publicación del reportaje del 10 de octubre en el Post, el senador Edward Kennedy ordenó a su Subcomité de Prácticas y Procedimientos Administrativos abrir una investigación sobre las insinuaciones de que la Casa Blanca patrocinaba sabotaje y espionaje políticos. <<
[43] Arthur Bremer fue el hombre que intentó asesinar al gobernador George Wallace de Alabama. <<
[44] A principios de junio de 1974, Colson se declaró culpable de obstrucción a la justicia. (NT). <<
[45] Theodore H. White, autor de la serie «The Making of the President». (NT). <<
[46] Dean, Mitchell y Haldeman testificaron posteriormente que un abogado de Washington, Roemer McPhee había mantenido una discusión privada con el juez Richey sobre el caso civil. Dean testificó que McPhee inició la discusión con el juez intentando que concediera a la Administración un trato de favor en el proceso civil. Finalmente Mitchell hubo de reconocer que durante el verano de 1972 tuvo al menos nueve encuentros con el abogado McPhee, que había sido amigo personal de Richey durante muchos años. Sin embargo, Mitchell dijo que resultaba «inconcebible» pensar que McPhee hubiera intentado una aproximación «impropia» con el juez.
Por su parte, el juez Richey negó en absoluto cualquier conducta impropia y dijo que él y McPhee jamás habían discutido ninguno de los aspectos substanciales del caso. <<
[47] Ministro de Justicia. (NT). <<
[48] «Fontaneros», «plomeros», «lampistas». (NT). <<
[49] Una forma de pago del teléfono no usual en EE. UU. (NT). <<
[50] Esa tarde, Bernstein y Woodward escribieron un artículo sobre las observaciones de Ziegler, basándose en las notas tomadas por Carroll Kilpatrick, el veterano corresponsal del Post en la Casa Blanca. Los reporteros tenían una especial predilección por Kilpatrick que llevaba más de la mitad de sus sesenta años como reportero en Washington e informaba sobre la Casa Blanca desde la administración Kennedy. Si alguien del Post había sufrido profesionalmente como consecuencia de lo que el periódico iba publicando sobre el caso Watergate, era él. Desde el 7 de noviembre, la mayor parte de los informadores del equipo de Nixon se negaron a hablar con él, salvo que ello sirviera a sus propios intereses. Kilpatrick había llegado a una situación en la que ya no sabía en quién confiar, si podía confiar en alguien. Era una experiencia desilusionante para todo reportero que trató de buena fe a todos aquellos sobre los que informó. Kilpatrick, al igual que muchos de sus compañeros que informaban desde la Casa Blanca, se sentía escéptico con respecto a muchas de las cosas que su periódico había publicado. Pero jamás trató de imponer su opinión sobre estos reportajes. Parece ser que el reportaje sobre Kathlee Chenow y los «Plumbers» suavizó su primer escepticismo. «En este reportaje hay algo mucho más significativo de lo que a primera vista parece», dijo. <<