Arthur C. Clarke
Titulo original: 2001 A SPACE ODISSEY
Traductor: Antonio Ribera
© 1968 by Arthur C. Clarke
© 1985 Ediciones Orbis S.A.
Depósito Legal: M.36.202-1985
I – NOCHE PRIMITIVA
1 - El camino de la extinción
La sequía había durado ya diez millones
de años, y el reinado de los terribles saurios tiempo ha que había
terminado. Aquí en el ecuador, en el continente que había de ser
conocido un día como Africa, la batalla por la existencia había
alcanzado un nuevo clímax de ferocidad, no avistándose aún al
victorioso. En este terreno baldío y disecado sólo podía medrar, o
aun esperar sobrevivir, lo pequeño, lo raudo o lo feroz. Los
hombres mono del "veldt" no eran nada de ello, y no estaban por
ende medrando; realmente, se encontraban ya muy adelantados en el
curso de la extinción racial. Una cincuentena de ellos ocupaban un
grupo de cuevas que dominaban un angosto vallecito, dividido por un
perezoso riachuelo alimentado por las nieves de las montañas,
situadas a doscientas millas al norte. En épocas malas, el
riachuelo desaparecía por completo, y la tribu vivía bajo el
sombrío manto de la sed. Estaba siempre hambrienta, y ahora la
apresaba la torva inanición. Al filtrarse serpenteante en la cueva
el primer débil resplandor del alba, Moon-Watcher vio que su padre
había muerto durante la noche. No sabía que el viejo fuese su
padre, pues tal parentesco se hallaba más allá de su entendimiento,
pero al contemplar el enteco cuerpo sintió un vago desasosiego que
era el antecesor de la pesadumbre. Las dos criaturas estaban ya
gimiendo en petición de comida, pero callaron al punto ante el
refunfuño de Moon-Watcher. Una de las madres, defendió a la cría a
la que no podía alimentar debidamente, respondiendo a su vez con un
enojado gruñido, y a él le falto hasta la energía para asestarle un
manotazo por su protesta. Había ya suficiente claridad para salir.
Moon-Watcher asió el canijo y arrugado cadáver y lo arrastró tras
sí al inclinarse para atravesar la baja entrada de la cueva. Una
vez fuera se echó el cadáver al hombro y se puso en pie... único
animal en todo aquel mundo que podía hacerlo.
Entre los de su especie Moon-Watcher era casi un gigante. Pasaba un
par de centímetros del metro y medio de estatura, y aunque
pésimamente alimentado, pesaba unos cincuenta kilos. Su peludo y
musculoso cuerpo estaba a mitad de camino entre el del mono y el
del hombre, pero su cabeza era mucho más parecida a la del segundo
que