V – LAS LUNAS DE SATURNO


31 – Supervivencia

El trabajo es el mejor remedio para cualquier trastorno psíquico, y Bowman tenía que cargar ahora con todo el de sus perdidos compañeros de tripulación. Tan rápidamente como fuese posible, comenzando con los sistemas vitales, sin los cuales él y la nave morirían, había de conseguir de nuevo el total funcionamiento de la Discovery. La prioridad había de reservarse a la sustentación de la vida. Se había perdido mucho oxígeno, pero todavía eran abundantes las reservas para mantener a un solo hombre. La regulación de presión y temperatura era automática, y raramente había sido necesario que interviniese Hal en ello. Los monitores de Tierra podían ahora efectuar muchas de la principales tareas del ajusticiado computador, a pesar del largo tiempo transcurrido antes de que pudieran reaccionar a nuevas situaciones. Cualquier trastorno en el sistema de sustentación de la vida -aparte de una seria perforación en el casco- tardaría horas en hacerse ostensible; la advertencia sería palpable. Los sistemas de navegación y propulsión de la nave no estaban afectados... pero, en cualquier caso, Bowman no necesitaría los dos últimos durante varios meses, hasta que llegara el momento de la reunión espacial o cita con Saturno. Hasta a larga distancia podía la Tierra supervisar esa operación sin ayuda de un computador a bordo. Los ajustes finales de la órbita serían un tanto tediosos, debido a la constante necesidad de comprobación, mas éste no era problema serio. Con mucho, la tarea peor había sido el vaciado de los féretros giratorios en el centrífugo. "Estaba bien, pensó agradecidamente Bowman, que los miembros de la tripulación hubiesen sido colegas, mas no amigos íntimos. Se habían entrenado juntos sólo durante unas pocas semanas; considerándolo retrospectivamente, se daba ahora cuenta de que en principal medida había sido aquella una prueba de compatibilidad." Una vez hubo sellado finalmente el vacío hibernáculo, se sintió más bien como un ladrón de tumbas Egipcio, ahora Whitehead, Kaminski y Hunter alcanzarían Saturno antes que él... pero no antes que Frank Poole. Como fuera, le produjo una rara y malévola satisfacción, este pensamiento.
No intento ver si estaba aún a punto de funcionamiento el resto del sistema de hibernación. Aun cuando su vida pudiera depender en última instancia de él, era un problema que podía esperar hasta que la nave entrase en su órbita final, muchas cosas podían suceder antes.
Hasta era posible -aunque no había examinado minuciosamente el estado de las provisiones- que pudiese permanecer con vida mediante un riguroso racionamiento, sin tener que recurrir a la hibernación hasta que llegara el rescate. Pero saber sí podía sobrevivir psicológicamente tan bien como físicamente, era otra cuestión. Intentó evitar pensar en problemas de tan largo alcance, para concentrarse en los inmediatos y esenciales. Lentamente, limpió la nave, comprobó que sus sistemas seguían funcionando uniformemente, discutió con la Tierra sobre dificultades técnicas, y operó con el mínimo de sueño. Sólo a intervalos, durante la primera semana, fue capaz de pensar un poco en el misterio hacia el cual se aproximaba inexorablemente... aun cuando el mismo no estaba nunca muy alejado de su mente.