Agradecimientos (Bill Evans)

Siempre me pareció que tenía una gran historia que contar porque a todos a los que les pedía consejo así lo afirmaban. Nadie me dijo nunca que me diera por vencido. Pero ¿pensarían que un meteorólogo como yo, que predice el tiempo, no tenía la menor idea de cómo contar una historia? Me ha llevado una década completar este proyecto, y jamás podría haberlo concluido sin los buenos consejos de gente maravillosa como Bob Miller en Hyperion, Rich Mallock y Rene Simkowitz en Hearts, y William Pecover (sir William), el magnate editorial británico. Han sido gentiles y generosos con su tiempo, especialmente sir William (con quien compartimos numerosas botellas de vino tinto), y cada uno de ellos estuvo dispuesto a presentarme a otros que podían ayudarme con mi proyecto. Estoy profundamente agradecido a todos ellos por su apoyo en esta aventura, a pesar de no haber publicado nunca una sola palabra.

También quiero dar las gracias a todos aquellos con quienes he pasado tantos años conversando sobre este libro, por sus consejos —Bryan Norcross, los doctores Max Mayfield, Bob Sheets y Nicolas Koch—. Gracias también a la oficina del alcalde Michael Bloomberg y al Departamento de Emergencias y Defensa Civil de Nueva York, especialmente al secretario de prensa Jarrod Bernstein y al encargado de prensa Andrew Troisi. Sus sugerencias han sido muy valiosas, sobre todo en el momento de calcular hasta qué punto se inundaría la ciudad de Nueva York si fuese azotada por un huracán, quién debería ser evacuado y adónde deberían dirigirse. Ha resultado enormemente tranquilizador saber lo bien preparadas que están ambas instituciones para responder al infierno que se desataría en la ciudad si una catástrofe semejante tuviera lugar. Gracias también a Ellen Schubert y al enérgico personal del UBS por darme a conocer el enorme parqué de la bolsa mercantil de Stamford, Connecticut, para que pudiéramos aprender cómo se negocian las acciones.

También deseo mostrar mi agradecimiento a Tom Doherty Associates por tener las agallas de aceptar a un escritor novel. Melissa Ann Singer ha sido fabulosa, y el personal y el departamento de ventas me han brindado todo su apoyo, lo cual es fantástico para alguien en mi posición.

Quiero dar las gracias de todo corazón a mi coautora, Marianna Jameson. Si no fuera por ella, este libro nunca habría sido escrito. La primera vez, cuando la conocí, hablamos del tiempo durante varios días. Compartimos el mismo entusiasmo por la meteorología y el mismo sentido del humor. Al ver nuestras conversaciones convertirse en texto, no pude creer lo que estaba leyendo. Cuando alguien es meteorólogo como yo, mira los datos del clima día y noche y sueña con transformar esos hermosos fenómenos en palabras seductoras. Marianna captó mis ideas, las completó con furiosos huracanes, devastadores tornados, lluvias torrenciales, tormentas masivas, vientos furibundos, soles abrasadores y cielos azules. Ella ha escrito con tanta convicción que puedo sentir la lluvia y el viento sobre mi rostro. Es el clima puesto en palabras. Ella hace eso y, además, cuenta una historia fantástica.

Asimismo, quiero mostrar mi agradecimiento a James Howard y Verna Evans, mis abuelos, que me educaron para que fuera lo que quisiera ser. También me enseñaron a recordar que primero debo dar gracias a Dios diariamente por vivir la vida que ha planeado para mí y por el clima que creó. Y, por último, mi más profundo agradecimiento a las personas más importantes de mi vida, mi familia. Tengo una esposa inteligente y hermosa y cuatro hijos maravillosos. Dana, mi mujer, no sólo ha resultado ser un apoyo constante, sino que además lee unos 175 libros por semana, por lo que también representa para mí una fabulosa fuente de datos.

Bill Evans

Stamford, Connecticut

Verano de 2007