Capítulo 41
Lunes, 23 de julio, 8:25 h; una «casa segura» de la CIA en una zona rural de Virginia del Norte.
—Limítese a mirar a la cámara y hable delante del micrófono. —Estaban en una habitación pequeña al fondo de la casa, con dos ordenadores uno junto a otro sobre una mesa pequeña. Kate estaba sentada delante de uno de ellos. Ella apartó la vista del monitor y miró a Jake a los ojos.
—Me siento tan incómoda haciendo esto. —Deslizó su mirada por Tom Taylor, que estaba sentado frente al otro aparato, mirándola por encima del monitor—. Yo no hago interrogatorios. Soy una meteoróloga. Pregúntele usted lo que quiera saber.
Él todavía tenía esa expresión irritada, pero cuanto más tiempo pasaba a su lado, menos la molestaba.
—Lo haré, a través de usted —respondió Tom—. Y esto no es un interrogatorio, sólo algunas preguntas de contacto.
—Mierda —murmuró.
Jake hizo un gesto ante el comentario, pero Tom se enfureció.
—Kate, nada de lo que aquí hacemos es una mierda. ¿Me ha entendido? —Su rostro estaba rígido y su mirada helada—. Hay vidas en juego. Millones de vidas. En este instante, necesitamos respuestas de esa chica, y usted se las va a sacar porque la conoce.
—La conocí hace unas pocas semanas. Pasé, tal vez, seis horas en su compañía. Apenas nos conocemos. Y para su información, ella no es exactamente Miss Simpatía.
—Sobrepóngase. Las preguntas aparecerán en la parte baja de la pantalla. Ella no las verá. Vamos, está en línea.
El cambio fue brusco cuando el ordenador se encendió y Kate tuvo que mirar dos veces a la pantalla. La mujer de rostro sucio y ensangrentado, encorvada sobre una silla casi no parecía la misma pulcra y contenida mujer que Kate conocía.
—Dios mío. ¿Qué te han hecho? —gritó, haciendo que Jake diera un brinco y Tom se pasara, impaciente, la mano por el pelo.
En pantalla, Elle se enderezó repentinamente en la silla, y luego hizo un gesto tan triste que casi hizo llorar a Kate.
—Nada. Estoy bien. ¿Quién eres…? ¿Kate?
—Sí, Elle, soy Kate.
—Pero, el FBI… dijeron que gente de Washington…
—Yo estoy en Washington. Creo. ¿Cómo estás? ¿Qué te ha sucedido?
Elle parpadeó, claramente agotada.
—No estoy muy segura, pero es una larga historia. Demasiado larga. Y ellos no han tenido nada que ver con esto. ¿Qué estás haciendo ahí? Lo último que recuerdo es que Washington estaba siendo evacuada.
—Lo estaba. Lo está. Otra larga historia.
«Apresúrate», apareció en la parte baja de la pantalla.
—¿Estás sola? Kate le preguntó tal como le habían indicado, y vio que Elle asentía—. Bien. Bueno, mira, sé que esto va a parecerte muy extraño dadas las circunstancias, pero necesito que me vuelvas a contar lo que has averiguado sobre Carter Thompson. Quiero decir, cualquier cosa que no sea de dominio público.
A pesar de tener tan mal aspecto y parecer exhausta, Elle la miró con cierta desconfianza y con un brillo reticente más que fortuito.
—Ya te lo conté el otro día.
—Vuelve a contármelo.
—¿Quién quiere saberlo, Kate?
—El gobierno.
—Quieres decir, ¿alguien de la campaña presidencial? —preguntó Elle, dejando traslucir el sarcasmo en su voz.
«¿Campaña?». Frunciendo el ceño, Kate negó con la cabeza.
—No sé de qué estás hablando. La gente que quiere saberlo es… —Se detuvo cuando Tom la miró por encima de los monitores.
—¿Estás sola? —quiso saber Elle—. ¿Dónde estás?
—No. Y no puedo decírtelo.
—¿Quién está contigo?
«Esto es una locura». Kate sonrió, disculpándose.
—Tampoco puedo decírtelo.
—¿Es Win? ¿O Davis Lee?
—¿Davis Lee? No. ¿Y qué otro nombre has dicho?
—Win Benson —respondió Elle, frustrada.
—¿El hijo del presidente? No.
AVANZA DE UNA VEZ. Kate leyó el mensaje, pero no miró a Tom.
—Mira, Elle, sé que esto es extraño, pero algo muy raro está sucediendo y el gobierno cree que Carter Thompson está involucrado. Necesitamos tu ayuda, de verdad. Me metieron en esto… en este asunto, por accidente, igual que a ti, así que ten paciencia. Comentaste algo sobre un programa de investigaciones sobre selvas tropicales…
—Kate, yo no voy a…
Furioso, Tom rodeó la mesa y acercó su cabeza a la de Kate. Ella salió de objetivo de la cámara.
—Señorita Baker. Soy el agente Ed Delaney del Departamento del Tesoro. Estamos investigando a Carter Thompson por un posible fraude al sistema impositivo federal. Le estaríamos muy agradecidos si usted pudiera corroborar cierta información sobre la fundación que preside. Pero primero, ¿podría darme su número de seguridad social simplemente por cuestiones de identificación?
Elle abrió los ojos y le dijo, obediente, un número, que Tom escribió antes de volver a mirar a pantalla.
—Muchas gracias. Especialmente, estamos interesados en los fondos y actividades de la fundación. Dejaré que la señorita Sherman continúe con las preguntas, pero estaré aquí en caso de que usted necesite alguna aclaración. Por favor, responda lo mejor que pueda.
Se puso de pie y volvió a su lado de la mesa, mientras Kate se mordía el labio para no sonreír.
—Hola, Elle, lamento la interrupción. No estaba segura de hasta dónde podía contarte. ¿Qué puedes decirme de la fundación?
—Es una corporación estadounidense y su domicilio legal es, en realidad, la casa del señor Thompson en Iowa, pero hasta donde sé, sólo actúa en el exterior. En la India. Su propósito explícito es subvencionar investigaciones sobre prácticas para recuperar las selvas tropicales y para detener el proceso de desertificación.
—¿Qué más?
—Tiene un edificio en Hyderabad, en India, y cuenta con una plantilla de unas cuarenta y cinco personas. La mayoría son diseñadores de software, físicos e ingenieros. Muchos doctores. Creo que es su único edificio. No he visto mencionado ningún otro.
«¿Propiedades, finanzas, publicaciones?», apareció al pie de la pantalla de Kate.
—Además de los edificios, ¿qué otras propiedades posee?
—No busqué nada específico, Kate. Leí los informes anuales, que son bastante neutros. Tiene equipamiento de ordenadores, supongo. Y un avión.
—¿Un jet privado?
—No, para investigaciones. No aparece mencionado muchas veces, que digamos. Sólo de pasada en la introducción al texto.
—¿Y qué hay de los beneficios? ¿Se cita a la fundación en alguna parte?
—Por lo que yo sé, opera a fondo perdido y está completamente subvencionada por el señor Thompson. Y no, no pude encontrar ninguna cita en publicaciones científicas, académicas o en periódicos. Revise todas las bases de datos que me parecieron pertinentes —ciencias duras, blandas, Lexis-Nexis—. Si publicaron algunos resultados de las investigaciones o incluso alguna nota optimista en alguna parte, yo no los he encontrado, Kate. No hay nada. Parece como si la fundación no existiera.
Kate miró a Tom por encima del monitor. Él le devolvió la mirada.
«Pregúntale por otras investigaciones sobre él. Su pasado», apareció en la base de la imagen de Elle.
Kate volvió a mirar a cámara.
—Un segundo, Elle. —Cubrió el pequeño micrófono y miró a Tom—. Esto es ridículo. Ella trabajó en la Casa Blanca. Tiene que haber tenido acceso restringido. Es posible que pueda confiar en ella. Además, no es tonta. Si somos sinceros con ella, probablemente nos diga lo que queremos saber.
Tom parecía al borde de un ataque de furia. Una vena le latía en la frente y Kate ni siquiera quiso imaginarse la presión por centímetro cuadrado de sus mandíbulas apretadas.
—Gracias por la sugerencia, Kate —gruñó con una voz que estaba a medio camino entre un gruñido y una maldición—. A propósito, lo que ha tapado con la mano es la cámara, no el micrófono.
—Oh. Lo siento. —Kate, sobrecogida, sacó delicadamente su mano y miró a la pantalla en donde Elle intentaba no reírse. Algo de su expresión hizo que se pareciera más a sí misma.
—Me gusta tu plan, Kate —dijo—. Basándome en mi experiencia, tu señor Delaney parece más un espía que un contable. De la CIA, ¿verdad?
Kate tragó saliva y miró por encima del monitor de nuevo y vio a un Tom con la cara completamente roja de furia mesarse los cabellos con tal vehemencia que se sorprendió de que no se arrancara un mechón. Después asintió. Ella volvió a mirar a la pantalla.
—Bingo. Pero ahora tienes que ayudarme a redimirme. Hablamos sobre los primeros trabajos de investigación de Carter. Lo de manipulación climática. ¿Los has leído?
Tras una breve pausa, Elle asintió.
—Encontré todos los que pude de sus primeros escritos. Hay copias en el archivo de la oficina, pero también tengo una copia en mi apartamento. Y los escaneé, así que también hay varios CD. Uno está en mi bolso en mi casa, y mandé por correo otra copia a casa de mis padres.
Kate miró a Tom, su rostro nuevamente pétreo, y otra vez a Elle.
—¿No hay nada en la red del trabajo?
—No.
—¿Por qué?
Elle sonrió.
—Davis Lee no quería que nadie los viera, pero a mí me gusta estar segura.
—¿Por qué no quería que nadie los viera?
Apartó la vista de la cámara, claramente incómoda con la pregunta.
—¿Elle? ¿Por qué Davis Lee quería ocultarlos? —Kate repitió la pregunta ante el terso asentimiento de Tom.
Pasaron varios segundos antes de que Elle volviera a mirar a cámara.
—Creo que Davis Lee y Carter Thompson están realizando el trabajo preliminar para que el señor Thompson se lance al ruedo de la campaña presidencial. Estoy bastante al tanto de la política y reconozco una limpieza pre-campaña cuando la veo. Todo mi proyecto fue una farsa. Estoy segura de que fui contratada para realizar tareas de control preventivo de daños, para encontrar estas cosas antes que lo hiciera la oposición.
Por primera vez, el rostro de Tom Taylor se relajó un poco. Miraba la pantalla con intensidad.
«¿Qué había en los artículos?», tecleó Tom.
—Dime qué había en los artículos.
—Eran algo parecidos a los tuyos, Kate. La mayoría sugería la posibilidad de usar la tecnología para manipular el clima.
—¿Cómo?
Se encogió de hombros.
—Eran en su mayor parte históricos, identificando qué se había intentado hacer y haciendo conjeturas o explicando por qué no había funcionado o no habían podido hacerlo.
—¿Daba alguna referencia con respecto a aquello que podía funcionar?
—Sí, decía que lo único que podía manipular el clima era la capacidad de alterar la temperatura. Denominaba al calor el «combustible» y al frío los «frenos» del clima planetario.
Kate miró a Jake, que, de repente, parecía mucho más serio.
«Vuelve a hablar de la fundación», le ordenó Tom.
—¿Alguna otra cosa de la fundación?
—Nada.
—¿No había referencias a sus primeros artículos o a querer ponerlos en práctica?
—No. Es decir, es muy conocido como experto en medio ambiente, así que tiene cierto sentido, pero no me encontré con su diario personal ni nada similar. Pero la creó hace unos quince años, que es cuando su compañía comenzó a obtener importantes beneficios. —Hizo una pausa, pero a Kate le dio la sensación de que quería continuar.
Y lo mismo le pareció a Tom, que escribió: «Insiste».
—¿Qué más?
—Bueno, ésta es sólo mi opinión, y quizás sea sólo un delirio de investigador, ¿vale? Pero los antiguos trabajos que escribió tenían una especie de pasión que no se encuentra en los más recientes, como los que hizo mientras estaba en la NOAA. Ésos eran completamente aburridos. Y parece que intentó volver a la universidad después de irse de la NOAA. Hay muchas cartas a las universidades y solicitudes de becas en los archivos. Pero no le ofrecieron ningún puesto y no recibió ningún dinero, y por eso creó Coriolis. Supuse que la fundación empezó a funcionar cuando consiguió suficiente dinero para volver a lo que le interesaba. Ya sabes, a lo mejor fue su manera de entrar de nuevo en el juego.
Tom comenzó a escribir inmediatamente, pero no aparecieron instrucciones en la pantalla de Kate. Ella miró a Jake, que observaba el monitor de Tom como hipnotizado. Volvió a mirar a cámara.
—¿Dónde te encuentras?
—En Nueva York. Creo que en las oficinas del FBI.
—¿Qué te ha sucedido?
Bajó la vista a su regazo.
—Prefiero no hablar de eso, Kate. No voy a volver al trabajo. Pero estaré bien —dijo débilmente—. Cuídate.
Se le hizo un nudo en el estómago justo cuando el icono de finalizar apareció en la barra blanca en la base de la pantalla.
—Elle, cuídate mucho tú también. Y si necesitas algo… —La pantalla se oscureció y Kate miró el monitor de Tom Taylor—. ¿Ni siquiera puedo decirle adiós?
—Tienes cosas más importantes que hacer —respondió, y tecleó algo. La pantalla detrás de él, que había estado proyectando una vista lateral de Elle, pasó a mostrar una imagen del océano Atlántico—. Simone ha crecido y aumentado de velocidad en la última hora. Está a doscientas cincuenta millas de la costa de Delaware y a unas seiscientas millas al sureste de Nueva York. De acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes y el Servicio Nacional de Meteorología, sigue una trayectoria estable nor-noroeste. Su presión ha continuado en lento y constante descenso durante las últimas doce horas y está ahora en los novecientos ochenta y nueve milibares. Dime qué quiere decir eso.
—Quiere decir que estamos con la mierda hasta el cuello —intervino Jake.
—Está sobre las Bermudas —murmuró Kate.
—Avancemos, Kate. Va a caer sobre Nueva York, ¿verdad? —preguntó Tom.
Kate lo miró.
—A menos que se dirija a Boston. En ese caso las cosas no se pondrán peores de lo que ya lo están en el área de los tres estados. Tendremos el agua y el viento, pero no la tormenta. No tocará tierra.
—¿Cuáles son las probabilidades de que eso suceda?
Kate miró a Jake y se encogió de hombros.
—¿Menos del cincuenta por ciento?
Jake asintió.
—Hay que esperar y ver. Las próximas veinticuatro horas…
—Son veinticuatro horas que no podemos permitirnos el lujo de esperar. Hemos confirmado la actividad sísmica submarina que mencionaste, pero si el segundo flash que habéis visto fue artificial, entonces es posible que haya otros intentos. Tenemos satélites de vigilancia adicionales en la tormenta para rastrear cualquier avión o barco que se acerque a unos cientos de kilómetros. Tengo pilotos de combate en alerta a lo largo de la costa en caso de que aparezca algún invitado inesperado. —Tom se puso de pie—. Tendremos personal en Hyderabad en unas horas. El FBI ya está en camino para traer a Carter Thompson y a Davis Lee Longstreet para interrogarlos.
—¿Por qué Davis Lee? —preguntó Kate.
—Porque puede que sepa algo —respondió Tom por encima de su hombro con un tono que no podía ser más desdeñoso—. Tengo una reunión. Mientras tanto, ¿por qué no pensáis en alguna manera de detener esto?