Philip Haythornthwaite
Cuando los civiles escriben historia militar, y se aventuran a emitir opiniones propias con respecto a cuestiones técnicas sobre las cuales solo los miembros de la profesión son capaces de emitir juicios, en general, suelen decir tonterías; igual que hace el señor Alison en este trabajo con relación a este tipo de cuestiones, un trabajo que, de no ser por eso, podría resultar interesante.
ANÓNIMO («Un general»)
Las guerras napoleónicas fueron un catalizador que impulsó el aumento de la producción de trabajos dedicados específicamente a la historia militar, y también la aparición de lectores militares, en especial entre un cuerpo de oficiales cada vez más profesionalizado. La veracidad de algunos de los trabajos coetáneos fue cuestionada por aquellos que consideraban la historia militar como el coto privado de los expertos militares, un cuestionamiento que llevó al comentario mencionado arriba sobre el trabajo de sir Archibald Alison. En el escrito publicado en la revista Colburn’s United Service Magazine and Military Journal, el crítico firmó con el pseudónimo «Un general» y comentó la notoria ignorancia de Alison.
A la inversa, los comentarios de «la profesión» podrían ser igual de engañosos: por ejemplo, el duque de Wellington protestó por las cartas escritas a familiares y amigos por los oficiales británicos durante la guerra de independencia española, donde todos los que podían escribir y tenían un amigo que era capaz de leer escribieron una crónica de lo que no sabían y comentaban sobre lo que no entendían. Teniendo en mente todas estas consideraciones, resulta interesante observar la reacción de un experto militar que intentó producir una historia fundamentada en la investigación. La History of the War in France and Belgium in 1815, de William Siborne, fue uno de los primeros estudios, y uno de los más significativos, sobre la campaña de Waterloo, y, sin embargo, una reseña publicada en Colburn’s United Service Magazine expresaba la opinión de que era demasiada historia; el autor de la reseña comentaba: «Esta dilatadísima procesión de nombres … que desfila ante nosotros en las páginas del capitán Siborne … Sin embargo, por desgracia, muy pocos lectores tienen una memoria capaz de retener tantos nombres; ni tampoco será muy grande su deseo de recordar la gran cantidad de nombres de personajes de los que nunca antes han oído hablar, nombres, por otra parte (demasiados y) excesivamente largos, y tan escabrosos que desafían cualquier intento de ser pronunciados por los labios británicos. El capitán Siborne, a diferencia de nosotros, parece haber cogido gusto a estos largos e impronunciables nombres, que nos entrega con gran escrupulosidad en toda su longitud; no omite ni un solo von … y el solo intento de recordarlos produce mareos … esperamos que el capitán Siborne esté preparando una versión resumida de su trabajo que, suponemos, será de más utilidad que el inmenso original, en cuyo caso omitirá sin duda nueve de cada diez de esos difíciles nombres».