John Man
Un historiador que transmitiera la verdad debería mentir.
MARK TWAIN
La paradoja de Mark Twain acierta de lleno en lo que hacen los historiadores.
La historia es tres cosas: lo que ocurrió; los documentos que dan fe de lo que ocurrió; y lo que hacemos con esos documentos para explicarnos nosotros a nosotros mismos. A menos que seamos unos viles obsesos del control, dictadores o fanáticos, nuestro objetivo consiste en capturar la verdad, algo imposible, porque el pasado es infinito y oscuro. Todo lo que nosotros, los pobres seres humanos, podemos hacer es seleccionar y destilar, con la esperanza de poder explicar el universo tras intentar capturar una mota de polvo.
A partir de estas motas, componemos narraciones. Si las narraciones son buenas, si las palabras y las imágenes están elegidas con tino y buena intención, dan la impresión de ser ciertas. Ahí radica la magia de la buena escritura histórica, de las buenas películas, de los buenos documentales, de cualquier cosa buena. Es una ilusión creada mediante la selección de pequeños fragmentos y haciendo caso omiso del resto. No hay verdad en la historia, solo innumerables intentos de explicarla.
Somos el producto de una complejidad infinita e inalcanzable, y nuestra única esperanza se halla en perseguir la verdad a través de la narración de nuestras mentiras con buenas intenciones, generación tras generación.