Ephraim Zuroff
Judíos, vengaos.
ANÓNIMO, Kovno, 1941
Judíos, escribidlo todo.
SHIMON DUBNOV, Riga, 1941
Dos «citas» relacionadas con la historia del Holocausto han quedado grabadas en mi conciencia desde hace muchos años. La primera estaba inscrita, en el verano de 1941, en una pared de un piso judío en el barrio periférico de Slobodka de la ciudad de Kovno (Kaunas), en Lituania, después de una oleada de ataques asesinos perpetrados por los colaboradores lituanos nazis. «Yidn nekoma» («Judíos, vengaos») era la última voluntad y el testamento garabateado como una súplica en respuesta a los brutales asesinatos de sus conciudadanos judíos cometidos por los guardianes lituanos y la policía tras la invasión nazi del 22 de junio de 1941.
La segunda cita quedó registrada varios meses más tarde, a unos doscientos veinticinco kilómetros de distancia, en la ciudad de Riga, en Letonia. En el invierno de 1941-1942, mientras los nazis y sus colaboradores letones lo sacaban de su casa a rastras para asesinarlo, el destacado historiador Shimon Dubnov les dijo a los judíos a su alrededor: «Yidn Farschreibt» («Judíos, escribidlo todo»).
Estas citas, en apariencia contradictorias, una, escrita por un judío anónimo que clamaba venganza, y la otra, pronunciada por un famoso historiador judío que instaba a que se dejara constancia de todos los crímenes, han tenido para mí una resonancia especial a lo largo de los últimos treinta años, mientras intentaba descubrir y desenmascarar a los autores del Holocausto, y facilitar que fueran juzgados en todo el mundo. Como joven investigador especializado en la historia del Holocausto, al principio seguí la exhortación de Dubnov, pero, cosas del destino, mis estudios me llevarían al final a la búsqueda de aquellos que cometieron estos asesinatos, una persecución más próxima a la petición/exigencia del anónimo judío de Kovno. En este aspecto, creo que estaba bajo la influencia de mi juventud activista cuando participé en las campañas en defensa de la judería soviética y por la seguridad de Israel, causas que, inevitablemente, estaban inspiradas por el fracaso de la generación de mis padres en impedir el Holocausto o limitar de manera significativa los sanguinarios crímenes de los nazis.
Al echar la vista atrás, creo que, a fin de cuentas, he intentado cumplir los deseos de los dos, el de Dubnov y el del anónimo judío de Kovno. La venganza tiene muchas caras, y no implica necesariamente las ejecuciones extrajudiciales. Al contribuir a llevar ante la justicia a los criminales de guerra nazis, estamos facilitando que sean castigados, aunque también, y al mismo tiempo, dejamos constancia en los archivos de la historia de sus crímenes y de su culpa, obteniendo con ello una especie de nekoma, y asegurándonos al mismo tiempo de que aquellas atrocidades quedarán registradas para la posteridad.