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de unidos

 

 

 

Hay un proverbio japonés que dice algo así como que ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos. Japón es un gran ejemplo de cómo, unidos y en equipo, todo es posible.

Mi hermana dice que, tras perder una gran guerra que dejó al país destruido, entre todos lograron convertirlo en poco tiempo en la segunda potencia mundial.

También me ha contado que, después de la catástrofe de Fukushima, los japoneses supieron levantarse y consiguieron incluso ser la sede de las Olimpiadas de 2020.

Cuando sucedió el accidente nuclear por culpa del tsunami, tuvo lugar un episodio heroico, me cuenta, que es la demostración de lo que significa vivir para los demás.

La central nuclear afectada desprendía tanta radiactividad que era imposible que los trabajadores pudieran ir a cerrarla sin quedar gravemente dañados. Cualquiera que se acercara a ese desastre desarrollaría, por culpa de la radiación, terribles enfermedades.

Ante esa situación, un grupo de ancianos que habían trabajado en la central nuclear durante su juventud se ofrecieron voluntarios para ir hasta allí a enterrar el reactor y que dejara de ser un peligro.

—De todos modos, no nos quedan muchos años de vida —declaró uno de ellos en televisión—. Es mejor que enfermemos nosotros que trabajadores jóvenes con un futuro por delante.

Mi hermana se emocionó ante ese episodio de grandeza humana.

Los ancianos, sin importarles los años que les quedaban de vida, procedieron a enterrar el reactor nuclear y a su vuelta fueron recibidos como héroes.

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