L
de limitación

 

 

 

Desde que empecé a darme cuenta de cómo eran las cosas, siempre he dicho que «tengo una carística —perdón, característica bastante grave y siempre la tendré».

Le doy muchas vueltas a ese tema y a menudo le pregunto a mi madre:

—¿Hay alguna manera de no tener síndrome de Down? ¿Podré ser algún día como los demás?

—No necesitas ser como los demás —responde ella—. Te queremos tal como eres.

El problema es que yo me doy cuenta de que otras chicas de mi edad hacen cosas que yo no hago.

No me he maquillado nunca, ni he ido a comprarme ropa sola. Ni siquiera me he probado unos tacones para parecer más alta. De momento, solo utilizo perfume y llevo algunas pulseras. A veces me pongo un anillo de color verde.

Una tarde que insistía sobre mis limitaciones, mi madre me leyó una historia que había leído en un libro titulado Una vida de fábula.

Es un cuento curioso que tiene como protagonista un billete de cincuenta euros.

 

Luis quedó con su amiga Esther en un bar. Estaba deprimido y descargó sobre ella todas sus angustias acerca del trabajo, el dinero, su relación de pareja, su falta de vocación... Todo parecía ir mal en su vida.

Cuando Luis terminó de lamentarse, Esther introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 50 € y le dijo:

—Luis, ¿quieres este billete?

Su amigo quedó un poco confundido al principio e inmediatamente le respondió:

—¡Claro que lo quiero! ¿Quién lo rechazaría?

Sin responder, Esther estrujó el billete y volvió a preguntarle:

—Y ahora... ¿también lo quieres?

—Pues claro, ¡siguen siendo 50 €!

scincuentapan>Entonces, Esther desdobló el arrugado billete, lo tiró al suelo y lo restregó violentamente con su pie hasta dejarlo sucio y repleto de marcas.<span>

—Y así... ¿sigues queriéndolo? —volvió a preguntar a su extrañado amigo.

—Mira, Esther, sigo sin entender qué pretendes, pero es un billete de 50 € y mientras no lo rompas conserva su valor.

—¡Tú lo has dicho, Luis! Por mucho que tu vida no sea como esperabas, aunque las circunstancias te arruguen o pisoteen la existencia, sigues siendo tan valioso como siempre. Así que lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado.

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