R
de románticos

 

 

 

La noche antes de que se publicara qué tres finalistas asistirían a la gala, estábamos todos sentados frente al televisor a ver qué echaban.

Después de varios cambios de canal, mi madre puso un documental sobre un tema muy interesante. Hablaba de errores gordísimos cometidos por los que toman las grandes decisiones y que creían imposibles cosas que hoy en día son de lo más normal.

Aunque no entendía algunas palabras que se usaban, presté atención a aquellas grandes predicciones que habían fallado:

 

Un informe de una empresa decía en 1876: " wi΀8sEste aparato llamado teléfono presenta demasiados problemas para ser seriamente considerado un canal de comunicación. El aparato no tiene ningún valor para nosotros».

 

Cuando le propusieron invertir en radio, que nació en la década de 1920, un ejecutivo respondió: «Esa caja musical sin cables no tiene ningún tipo de valor comercial. ¿Quién va a pagar por escuchar un mensaje que no está siendo mandado a nadie en particular?».

 

Al sugerirle que contratara a los Beatles en 1962, el jefe de una discográfica rechazó a la banda con la siguiente explicación: «No nos gusta su música y, aparte, la guitarra es un instrumento en vías de extinción».

 

El presidente de una empresa de tecnología aseguró en 1977: «No existe una sola razón por la cual alguien quisiera tener un ordenador en su casa».

 

Mientras se tronchaba de risa con todas esas meteduras de pata, mi hermano Marc me explicó que a todos los que proponían esas novedades y eran rechazados se les llama románticos.

¿Románticos? —repetí extrañada.

Pensaba que se llamaba así a los que escriben largas cartas de amor o a los que lloran bajo el balcón de la chica que aman.

Marc me dijo que existe otro tipo de románticos.

—Los que son capaces de apoyar una idea en la que aún nadie cree. Así como entonces hubo quien no creyó en inventos como el teléfono o el ordenador, también hoy hay ideas que pueden llevarse a cabo para el beneficio de la humanidad, y en las que nadie cree.

Me quedé un rato pensativa antes de preguntarle:

—Entonces..., tú, papá, yo... ¿somos unos románticos?

—Afortunadamente, lo somos.

€