J
de Jorge

 

 

 

A lo largo de mis veintiocho años, he descubierto que el milagro nos espera a la vuelta de la esquina. Un día te levantas triste y desanimada, y algo maravilloso sucede de repente.

Voy a contarte un episodio increíble. Algo que jamás habría imaginado que pudiera pasarme a mí. Los milagros cotidianos son así: algo parece imposible hasta que ocurre.

Sucedió hace un año, al volver de las vacaciones de Navidad.

Un día sonó el teléfono de la oficina y mi hermano tuvo la siguiente conversación, que me ha repetido muchas veces:

—Soy Héctor Martín, jefe de Comunicación de Jorge Lorenzo.

Marc se sorprendió de que Héctor se pusiera en contacto con nosotros. Le preguntó en qué podíamos ayudarle, y él le contestó:

—Nos gustaría reunirnos con vosotros y con Anna para llevar a cabo un plan muy especial.

—¿Qué plan? —preguntó Marc muy interesado.

—Jorge quiere proponerle a Anna que participe en el diseño de su nuevo casco.

Marc cubrió un instante el teléfono con la mano para anunciarnos la propuesta. Nos quedamos todos boquiabiertos. ¿Diseñar el casco de un campeón del mundo? Eso eran ya palabras mayores.

El martes de la semana siguiente, Héctor llegaba muy puntual a la oficina y empezábamos a hablar de todos los detalles.

Enseguida notamos que había una conexión muy especial.

—Queremos estrenar el casco en el Gran Premio de Cataluña. Aún faltan seis meses, así que tenemos tiempo para trabajar.

—¿Y cuál es vuestra idea para el casco? —le preguntó Marc.

—Jorge quiere escribir con la letra de Anna las frases más significativas de su carrera y añadiremos unos dibujos.

Nos pusimos de inmediato manos ert/ss a la obra para dar vida a aquellos lemas que habían marcado su carrera.

 

CONSTANT LIKE HAMMER

(«Constante como un martillo»)

 

SMOOTH LIKE BUTTER

(«Suave como la mantequilla»)

 

Esta última frase me hizo reír porque no entendía qué tenía que ver la mantequilla con un motorista.

—Se refiere a que su pilotaje es suave como la mantequilla —rio Héctor—. Jorge inventó este lema en Río de Janeiro en 2003, cuando consiguió su primera victoria en un Mundial, con solo dieciséis años, conduciendo una ciento veinticinco. Antes de subir al podio, ni él mismo creía que eso pudiera suceder.

Mi padre sonrió al escucharlo y me guiñó un ojo. Luego comentó:

—Eso me suena.

 

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