No va a ser fácil

 

 

 

 

—Es importante que no esperemos ganar ese premio —dice mi padre—. Ya es un honor estar en la lista con todas esas personalidades; no hay que aspirar a nada más.

Desde que se publicaron los nombres de los diez finalistas, no para de llamar gente a casa y a la oficina para felicitarnos. Muchos piensan incluso que puedo ganar a candidatos que han hecho cosas importantísimas.

A mi padre le preocupa la decepción que se pueden llevar los que esperan que eso suceda.

—Guardaremos el recorte en nuestros archivos y tan felices —dice mi padre—. El premio ya es que Anna esté aquí —insiste.

—Habría que anunciarlo en Facebook —interviene Marc—, aunque no sé cómo hacerlo. A muchos les costará creer que una chica con síndrome de Down pueda aspirar a ser Catalana del Año.

Yo no sé qué decir a todo eso. Todo lo que está pasando me supera.

Mi hermano da vueltas por la oficina y, finalmente, añade:

—Seremos la candidatura de las capacidades. Vamos a representar a un gran colectivo y, por lo tanto, aunque solo sea por ellos, tenemos que hacer un buen papel. No va a ser fácil.

Cada vez que en la fundación decimos No va a ser fácil, hay que ponerse a temblar, porque significa que van a suceder cosas extraordinarias.

Mi hermano Pau me dijo un día que es bueno que las cosas no sean fáciles. Hay hijos de grandes fortunas que son incapaces de hacer algo bueno en la vida, justamente porque las cosas les han resultado demasiado sencillas.

Si no tienes un desafío, algo por lo que luchar, es casi imposible motivarse.

A no ser que hayas encontrado tu Elemento, claro.

—Cuando ya era viejo, Freud dijo una frase que no me canso de repetir —comenta mi madre—: «Doy gracias a la vida porque nada me fue fácil».

—Freud era un poco masoquista —bromea Julen, que ha venido a tomar el café a casa.

—No lo era —le corrige con cariño mi madre—. Simplemente sabía que muchos de los descubrimientos que hizo los logró gracias a las dificultades que encontró con una ciencia, la psicología, que estaba en pañales.

—Eso es verdad —sonríe Julen—. De hecho, en la historia de la ciencia ha sucedido muchas veces que alguien anda buscando una cosa y acaba encontrando otra. Creo que se llama serendipia.

Bella entra de golpe en el salón en ese momento y se lleva por delante las tazas de café, las pastas y también la serendipia.

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