Capitulo 42
El infierno del Tártaro
― Tenemos que salir de aquí.
Andrea miró a su alrededor. Aquel orangután las había metido en el cuarto de té de Cloto, maldito fuera.
― No podemos ir Andy ― Kyra se mordió la uña ― Tú eres nuestra prioridad.
― ¡La prioridad es Elysion Kyra! ¿Qué pasa con tu madre? ¿Con los niños?
Su amiga flaqueó, su alma era la de una guerrera y le decía que debía luchar.
― No somos miembros de la Hermandad.
― ¡A la mierda la Hermandad! Mi destino es luchar ― Siseó con furia ― ¿Cuál es el tuyo?
― Seguirte ― Dijo sin dudar.
Andrea sonrió
― Echemos esta puerta abajo.
Fue más fácil decirlo que hacerlo la verdad. Probaron a lanzar hechizos básicos contra la puerta pero no había forma de echarla abajo.
—Maldito sea —Andy miró la estructura de madera con ojos entornados —Valerius le hizo algo
—Nooo ¿Tú crees?
Andrea gruñó de una forma muy poco femenina
—No te pega la ironía Kyra
—Oh te equivocas, claro que me pega —Corrió hacia la ventana y la abrió sin problemas —Por aquí.
—¡La ventana! Genial ¿Por qué no se me había ocurrido? —Se acercó rápidamente mientras Kyra se encaramaba al alfeizar —¡Joder! Ya sé porque…
Miró hacia abajo y se dio cuenta de la terrible caída que había bajo ellas.
—¿Pero cómo…?
—Por el patio de armas estamos a ras de suelo, pero este ala del castillo hace frontera con el Tártaro.
—Parece un abismo.
—Créeme, no lo es, el abismo está a un par de kilómetros en esa dirección.
—Genial… y ahmmm Kyra ¿Cómo demonios vamos a bajar?
Su amiga la miró por encima del hombro con una sonrisa maliciosa.
—Trasmutación básica volumen dos —Se sacó una pluma del bolsillo y la agitó en el aire —Tú eres mejor que yo en esto
—Oh mierda… —Tenía razón así que tomó la pluma y empezó a repasar mentalmente todo lo que había aprendido hasta el momento —Visión, forma, tacto —Dijo como un mantra mientras respiraba hondo —Avis, pájaro —Murmuró —Or, tis… mierda mierda mierda —En situaciones de estrés no se le daba demasiado bien pensar. Se mordió el labio inferior, agarró la pluma con fuerza y gritó —¡Avior!
La pluma se transformó lentamente entre sus manos hasta convertirse en una especie de rudimentaria ala delta peluda.
—Ahmmm —Kyra alzó las cejas y se encogió de hombros —Bueno no es exactamente lo que esperaba.
Andrea puso los ojos en blanco y suspiró
—Ni yo… —Se frotó la cara con una mano —¡Kyra!
Gritó al ver a su amiga lanzarse con gracia felina y agarrar la barra sin dudar.
—¡Vamos!
—¿Estás loca? —Gritó con los ojos desmesuradamente abiertos —¡Te vas a matar!
Kyra lanzó una exuberante carcajada mientras cogía un mosquetón y lo enganchaba a su cinturón.
—¡Vamos a una guerra Andy!
—¡Tengo que salvar el mundo joder! —Su voz empezaba a rayar en la histeria —No puedo matarme antes de tiempo
—Soy tu Guardián —La voz de su amiga era seria y grave en aquel instante —No te dejaré caer.
Y temblando como una hoja sin mirar ni un instante el abismo que había bajo sus pies, Andy saltó al vacío.
……
― ¡Demonios! ― Alex miró a Val y sacudió la cabeza ― ¿Qué coño hace Kadmos aquí?
― Una incursión en el Tártaro…
― ¿Está loco? ― Cordelia miraba desde su posición con los ojos desorbitados ― ¿Cuántas veces lo ha intentado ya?
Drakos se tocó la cabeza
― Hay quien nunca aprende rubita
Cordelia le empujó asesinándolo con la mirada cuando él le dio una palmada en el trasero.
― Nosotras llamaremos a Crono, le invocaremos. Hermanas ― Cloto y Laki se unieron a la pelirroja y se agarraron de las manos.
― Un momento ― Val cerró los ojos, escuchando ― ¿No sentís la vibración de poder que hay en el aire? Siento que algo no está bien.
Atry se giró a mirarle y frunció la piel perfecta de su frente.
― Algo interfiere en nuestra magia ― Cloto parecía asustada ― Algo va mal.
― No puedo conectar con Crono ― Laki tenía el mismo gesto de miedo que su hermana.
Néstor se tumbó en la arena oteando el horizonte.
― Mirad ahí ― Señaló un punto en la distancia ― ¿Qué mierda es eso?
― ¿Un tornado? ― Sirio se echó junto a él ― ¡Joder! Parece una tormenta de arena
― Leon ― Masculló Valerius ― Ese maldito cabrón trajo a Leon con él.
Todos sabían quién era. Uno de los Thanathos más poderosos de la Orden de Ker, capaz de manejar los elementos de formas terribles, podría arrasar ciudades enteras sin pestañear.
Alex escupió una maldición
― Parece que ha ganado poder
Cordelia puso su mano sobre su hombro.
― Debemos detenerle. ¿Sin Crono para frenar su avance puede destruir Elysion? ― Preguntó a las Moiras.
Ellas se miraron con idénticos gestos de duda
― No lo sé ― Respondió finalmente Atry.
—No lo destruirá —Cloto sacó de su bolsillo una piedra —Bendita alquimia —Dijo con una sonrisa que no llegó a sus ojos
—Joder Cloto —Alex se frotó la nuca pensando en lo incongruente que era ver a un ser etéreo como ella llevar en su mano lo más parecido a una jodida bomba que había en su mundo —¿Y el detonador?
Ella le miró con el rostro tallado en piedra
—Esto es solo un último recurso —No hacía falta más para entender que no había detonador que hiciera estallar aquella pequeña granada mortal.
― Lucharemos ― Val miró a Alex que asentía en respuesta, pero sus ojos se desviaron hacia un punto distante tras la espalda del escudero y maldijo a dioses y mortales por igual ― ¿Qué cojones haces tú aquí?
Andrea y Kyra llegaron casi sin resuello, arrastrando tras ellas un primitivo aparato creado para matarse tratando de volar, de eso no le cabía duda alguna a Valerius.
― Luchar ― Espetó la primera con resolución enfrentándose a su áspera mirada ― Es mi lucha tanto como la tuya.
—Dime que no habéis venido en eso —Masculló entre dientes sin quitar la vista del objeto.
—No hemos venido en eso —Dijo obediente.
—¿Cómo salisteis del castillo?
Andrea señaló con su pulgar tras ella, hacia el ala delta que Kyra arrastraba por la arena
—Con Fujur —Espetó risueña.
—¿Fujur?
—Me encantaba la Historia Interminable de niña —Andy se encogió de hombros —Esperaba que saliera algo así ¿Sabes? Pero no le pillo el punto a la transmutación…
Nik se mordió la mejilla luchando por no sonreír, lo mismo que Drakos y Néstor. Alex y Val no parecían encontrar nada divertida la situación.
― No puedes estar aquí ― Dijo el último con los dientes apretados
― ¡Claro que puedo! ― Les miró a todos, su humor evaporado. Estaba repentinamente rígida y rebosando poder y resolución ― ¿Queríais a la hija de Balan? ¡Ya la tenéis! ¿Queríais vuestra heredera? ¿Cumplir vuestra profecía? ¡Pues aquí estoy y no daré la espalda a una sola batalla de las que haya que librar!
Su padre no esperaría menos de ella, se dijo en silencio.
― Buen discurso princesa ― Nik lanzó una seductora sonrisa ― Me encanta el arrojo en las chicas ― Le guiñó un ojo e hizo caso omiso del gruñido de Val y la maldición de Alex.
― Dejemos las palabras de elogio para después ― Cordelia ya sacaba su espada lista para el combate.
Atry se acercó a Valerius poniendo una elegante mano de finos dedos en su antebrazo y le miró haciendo que Andrea rechinara los dientes.
― Nosotras seguiremos intentando invocar a Crono, tened cuidado.
― Siempre lo… ¿Qué demonios?
Todo sucedió en un instante, no había nadie frente a ellos pero en un segundo un grupo de soldados se materializó de la nada levantándose de las arenas doradas en las que habían estado ocultos, casi bajo sus pies.
—¡Una emboscada! —Gritó Val empujándolos hacia atrás.
El sonido del desenvainar de una espada, un grito asustado, sangre, furia, la luz de los hechizos y la voz de Valerius dando órdenes y, un par de minutos después de nuevo quedaron solos entre las dunas, Nik yacía herido en un charco de sangre y Cordelia tenía su cabeza en el regazo, acariciando su pelo con amoroso cuidado.
― Me pondré bien ― Dijo al ver el miedo en la cara de Alex ― Ese cabrón… me pilló… de sorpresa.
― Aún no sabes mirar a tu espalda ¿Eh Val?― Alex chasqueó la lengua sonriendo pero Valerius no contestó.
― Se la han llevado.
Aquel loco se había llevado a Andrea delante de su cara. Justo a un metro del lugar seguro.
Valerius se quedó paralizado, inmóvil. Un extraño hormigueo comenzó a subir desde sus pies, trepando por sus tobillos, enredándose por sus gemelos en un ascendente y serpenteante camino hacia sus muslos y caderas… La piel le ardía, quemaba. Apretó los puños y cayó de rodillas al suelo, la espalda arqueada, el rostro alzado hacia el firmamento abierto sobre sus ojos.
Gritó.
Gritó furioso, sin darse cuenta de sus ojos se cristalizaban enturbiando su visión.
Todo su cuerpo era una cuerda tensa, a punto de quebrarse.
Al verlo Kyra se llevó el puño a la boca, sollozando en silencio, muerta de miedo y sin saber qué podría hacer ella para ayudar cuando ni siquiera era aún consciente de sus verdaderas capacidades. Ver al guerrero más versado de la Hermandad así, arrodillado con la furia y la devastación arrasando su rostro, era la imagen más terrible que había visto nunca, la imagen de un hombre destrozado, furioso con la vida.
Su camiseta hacía mucho que había pasado a ser un jirón de tela sucia, su piel se veía surcada de arañazos y sangre seca, cada músculo de su abdomen perfectamente definido, se ondulaba con los gritos, al igual que las venas de su cuello, listas para estallar si la presión seguía creciendo.
Pero de pronto perdió la fuerza, su cabeza cayó hasta que apoyó la barbilla en su pecho, vencido, roto.
El silencio que les rodeó entonces fue más desgarrador incluso.
Se puso en pie, despacio, muy lentamente, como si midiera cada uno de sus gestos y, cuando le miró a los ojos, Kyra se estremeció.
Allí no había nada.
Estaba completamente vacío, sin expresión, sin brillo, sin vida.
Se acercó a Cloto que estaba curando a Nik junto a Cordelia y tendió la mano.
—Dámelo
Su voz era igual de inexpresiva que sus ojos, cavernosa, oscura.
—¿Estás seguro? —Fue lo único que dijo la bruja.
—Lo estoy.
Ella dejó una pequeña piedra en la palma de su mano y Valerius cerró los dedos, apretando hasta que sus aristas se hundieron en su carne.
Agarró las riendas de Perseo mirando a Alex quien, durante mucho tiempo había sido parte de su vida, un amigo, casi un hermano si se hubiera permitido sentir después de la muerte de Darius.
—¿Una última batalla, amigo?
El escudero tragó saliva, quería agarrar su espada y darle con ella en la cabeza, no creía ser capaz de soportar el pasar por eso otra vez, pero había aprendido en aquel viaje que emprendió con la Orden años atrás, que las decisiones de cada uno son propias y dignas de respeto. Claro que, pensó sin poder evitar una sonrisa mordaz, ellos también les habían enseñado algo a todos aquellos cabrones que querían gobernarlos, que un héroe, siempre habita en el corazón de un hermano.
—Claro Val —fue todo cuanto dijo, luchando contra la congoja —Iré contigo. Siempre.
Él asintió, buscando a Néstor con la mirada
—¿Cachorro?
—Cuenta conmigo —El joven tenía una expresión brutal en el rostro, serio y estoico agarró su propia espada, cruzó su daga al cinturón y se puso al lado de sus hermanos de sangre —Nadie dañará a nuestra verdadera reina sin pagar las consecuencias.
Valerius sonrió sin humor.
—La pequeña princesa, cachorro. Las coronas se ganan no se regalan.
El chico alzó un hombro con irreverencia
—Como la llaman la heredera…
Aquello sacó sonrisas a todos pese a la oscuridad del momento.
Atry se acercó a Valerius, agarró su cintura y se apretó contra su cuerpo con violencia, devorando su boca con voracidad, con hambre, vertiendo en el beso todas las emociones que no era capaz de expresar.
Derramó en su beso la consciencia de un amor perdido, un amor que ella misma había arrancado antes de que pudiera echar raíces y crecer con fuerza y esperanza. No esperó que Valerius se lo devolviera, pues sabía que no era correspondida en sus sentimientos. Aunque intentaría serlo si él regresaba, dijera lo que dijera su hermana iba a luchar por Valerius, por aquel guerrero que una vez había estado cerca de amarla.
Podía ver la atracción que su antiguo amante sentía por Andrea y no dejaría que aquella semilla se arraigara en su corazón, pero aquel no era el momento, sabía que debían salvar a la sangre de su sangre, a la elegida para salvar su mundo, al bien mayor.
No duró mucho, un contacto efímero en comparación con lo que ella querría, pero tenía que bastar, no había tiempo. Pero lo habría… si todo salía bien.
—No mueras —Dijo apartándose —No es tu momento —espetó con aquella frialdad que podía desprender en cualquier momento pese al fuego de sus cabellos.
Él asintió y subió a su montura de un fluido movimiento.
—Valerius…
—Sssch… procura no morirte —Le dijo a Nikolas que trataba de hablarle entre jadeos.
—Espera —Cloto fue hasta él, sus ojos oscurecidos, llenos del poder de sus visiones —No lo hagas —Dijo con apremio —Tú no puedes morir.
—¿Quieres que mande a otro en mi lugar? —Espetó con una ceja arqueada —¿Qué envíe a un hermano a la muerte? Iré yo. Todo irá bien.
Pero ella se estremeció, conocía la expresión de su rostro, ya la había visto en otros ojos, Darius las había mirado así antes de dirigirse a la que sabía sería su última batalla, antes de ir a una muerte segura.
—Cuídate —Se obligó a decirle tragando en grueso.
—Por supuesto.
Cuando los tres se alejaron, Kyra sintió un escalofrío atravesar sus huesos. No tenía el don de la Adivinación que poseía su hermana, pero no lo necesitaba, igual que no necesitaba saber que le había dado Cloto a Valerius.
Toda recompensa requería un sacrificio y él ya había decidido pagar el precio.
Maldita heroicidad. Limpiándose una traicionera lágrima sacó su espada.
—Vamos —dijo Cordelia —Nik tendrás que quedarte aquí, escóndete, volveremos a recogerte, no podemos seguir sin hacer nada.
Con un asentimiento todos siguieron a la hermosa guerrera sumidos en el pesado silencio del más crudo sentimiento de pérdida que sabían estaba por llegar.