CAPITULO XVII
Horas después, según mis cálculos, Carex como había dicho se reunió con aquellos hombres blancos. No permitió que nadie estuviera con él, se reunió a las afueras de la tribu, donde todos los veían pero nadie podía escucharlos. Yo los observaba al lado de una de las chozas, medio escondida para que no me vieran mirándolos tan descaradamente, de poco servía estar allí, pues hasta mí no llegaban las palabras de Carex ni de ninguno de los otros contertulios, intentaba observar los gestos de ambas partes pero era imposible, Carex se mostraba inmóvil mientras hablaba. Observé que Ruth tenía la cabeza agachada mientras jugaba golpeando con su pie suavemente alguna piedra, se encontraba un poco alejada del grupo y no los miraba, aunque estaba segura que escuchaba toda la conversación, Ryan por su parte era el que más hablaba con Carex, se le veía eufórico no afirmaba con la cabeza, más bien negaba continuamente , en algún momento lo vi señalar al cielo, supuse hablando del Dios con el que habían venido a predicar, Steven en ocasiones intervenía también en la conversación, pero eso no ocurría muy constantemente, estaba claro que Ryan era el miembro de la secta que más poder tenia, el que mandaba sobre el resto.
La conversación apenas duró 10 minutos, Carex no era de muchas palabras, estaba claro que había dicho lo que había ido a decir y no a intentar convencer con sus palabras, él tenía muy inculcado desde niño que era el jefe, que mandaba en aquel lugar, y no estaba dispuesto a negociar nada, una media sonrisa se dibujó en mi cara, así era Carex, incluso conmigo, aquella prepotencia clara de una educación donde le habían explicado una y otra vez que debía hacerse respetar. Estaba embelesada en aquellos pensamientos sin dejar de mirar a aquel cuarteto que tenía a escasos 50 metros de mi cuando la mirada de Ryan se cruzó con la mía, mi primera intención fue esconderme tras la choza, pero hubiera resultado inútil hacer como si no estuviera allí, me había visto, así que tomé la opción de mirarlo yo también fijamente, durante unos segundos ninguno de los dos apartamos la mirada, sentí miedo, como aquella vez en el bosque cuando estuvimos solos, no sonreía, tampoco parpadeaba, aparté la vista, su mirada era demasiado intensa y empezaba a sentirme realmente incomoda, no era agradable la forma en la que me miraba, estaba claro que me odiaba, también estaba segura que Carex no le había dicho que yo lo había puesto sobre aviso, pero aun así él lo sabía, y lo sabía porque yo no pertenecía a aquel lugar, al igual que él, y mi vinculación con Carex era algo que toda la tribu conocía y seguramente ellos desde el primer día al preguntar por “los blancos” que estaban en la tribu , refiriéndose a mi padre, a mí y posteriormente a Kike, algún indígena le habría contado todo, no me resultaba agradable la idea de que conocieran mi historia pero poco podía hacer y tenía por seguro que poco podían ellos hacer también con esa información.
Di la espalda y caminé pausadamente hacia el centro de la tribu, dándole vueltas a todo lo acontecido desde la llegada de aquellas gentes, sobretodo me preocupaba especialmente que pudieran contarles a otras personas del exterior donde estaba ubicada la tribu de Carex.
Aquella noche cenamos Carex y yo junto con Kike mi padre y su mujer. Carex nos contó que había sido muy claro al explicarles que no los quería en su tribu, y que si los volvía a ver por el lugar tendría que utilizar la fuerza contra ellos. Seguramente Carex los había amenazado con más contundencia, pero utilizó aquellas palabras para no reproducir las que exactamente había dicho.
— ¿Crees que volverán?— pregunté mirando a mi padre, mi padre y yo conocíamos más a los hombres blancos, me sorprendí pensando aquello, cada vez trataba a los míos, a los llamados hombres civilizados con aquel adjetivo de hombres blanco, como si poco o nada tuvieran que ver conmigo, aunque omitía utilizar esa expresión en público, en mis pensamientos siempre aparecía la misma palabra “hombres blancos”. Mi padre sé rascó la barbilla cogió un cuenco lleno de agua, suspiro y tras unos segundos quitó su vista del cuenco y me miró fijamente antes de responder.
— No lo sé, pero esa gente no se da por vencida tan pronto— suspiró de nuevo confirmando lo que todos allí sabíamos pero nadie se atrevía a decir.
— ¡No se atreverán!— grito Carex haciendo que yo diera un respingo del susto , Kike que se encontraba sentado a mi lado, puso su mano sobre una de mis piernas buscando mi mano que se encontraba reposando sobre ellas, y me la apretó con fuerza.
— Ey, tranquila— me dijo sonriendo mientras me acariciaba la mano. Carex me miró, miró la mano de Kike agarrando la mía y volvió a girar la mirada hacia nuestro padre.
— Dejé claro que no quería volver a verlos por aquí— dijo mas tranquilo – yo no repito las cosas— continuó en un tono amenazador.
— Volverán— dijo Kike sin mirar a nadie y cogiendo con la mano que le sobraba un trozo de una hoja con arroz – conozco a ese tipo de personas, he trabajado en el estudio y detección de bandas organizadas y sectas, son peligrosos, me sorprendería bastante que se dieran por vencidos con tanta facilidad— introdujo la comida en su boca con la mirada fija en el plato. Vi que Carex apretaba los dientes pero no decía nada.
— Quizás deberíamos plantearnos el mover nuestro asentamiento a otro lugar— dijo nuestro padre mirando a Carex— aunque no vuelvan nadie nos asegura que no vayan a decirle a otros donde estamos, o que vengan con más gente— yo prefería no intervenir realmente no sabia que decir, aunque compartía la opinión de Kike de que eran peligrosos, Ryan era el que mas miedo me daba.
Me sentí algo mareada, seguramente el estrés del día junto con la preocupación habían hecho mella en mi estado anímico, nos despedimos de mi padre, de Kike y de Thalí. Carex me ayudó a levantarme, fui la ultima en hacerlo, cuando ya estaba casi incorporada del todo mis piernas no soportaron mi peso y se vencieron, Carex me tenía sujeta de un brazo y eso evitó que me cayera al suelo, Kike se acercó corriendo a mi para cogerme del brazo que tenía libre.
— ¿Qué te ocurre?— me preguntó Kike separándome el pelo de la cara con la mano que tenía libre y levantándome la misma de la barbilla para mirarme, Carex me sujetaba con fuerza y dejaba hacer a Kike.
— Estoy un poco mareada— le dije entre susurros, me encontraba realmente mal, empezaba a recuperar las fuerzas pero mi estómago se había revuelto tras el mareo y gritaba por vomitar la poca comida que había ingerido aquella noche.
— Has comido poco— dijo Carex cogiéndome en brazos, aquel movimiento al hacerlo fue lo que detonó que no pudiera aguantar mas la bilis que subía por mi garganta, apoyé mi mano sobre la boca intentando evitar vomitar.
— Sácala fuera, va a vomitar— dijo Kike que ya no me sujetaba la mano. Entre él y Carex me sacaron fuera de la choza, Carex sin soltarme de sus brazos me ayudo a inclinarme mientras me sujetaba para que no cayera y Kike apartó mi pelo de la cara para evitar mancharlo…mientras soltaba lo poco que había cenado no dejaba de sentirme como aquella vez hacia ya 10 años que había bebido demasiado en una fiesta y terminé en aquella situación, la diferencia es que ahora poco tenía que ver con una fiesta y mas con un embarazo. Thali me dio agua cuando terminé y me aseó la cara mientras su hijo me mantenía en pie.
— Necesitamos la mochila de Lía— dijo Kike a Carex, este lo miró extrañado— hay medicinas y hay vitaminas, en su estado Lía necesita las vitaminas, la ayudaran en estos días— Carex afirmó con la cabeza, volvió a cogerme en brazos tras preguntarme si me encontraba bien y nos fuimos a su choza.
Me tumbó con dulzura en la cama y me arropó, luego se acostó a mi lado y pegó su cuerpo al mío para darme calor, me acurruqué contra el como una niña, y en apenas unos minutos me venció el sueño.
— Buenos días bonita— abrí los ojos con pesadez al escuchar la voz de Kike y notar sus manos acariciándome la cara.
— Buenos días— le dije casi sin voz mientras intentaba incorporarme ayudada por él.
— Te he traído vitaminas— me dijo acercándome un cuenco de agua y una pastilla.
— ¿Y Carex?— pregunté al no verlo por la choza.
— Ha salido, me entregó la mochila y se fue, tendrá cosas que hacer, no te preocupes, tienes que cuidarte tu y el niño, nos han devuelto tu mochila — me dijo sonriendo satisfecho mientras yo me tomaba la pastilla con un trago de agua.
— ¿Y tú pistola?— le pregunté devolviéndole el cuenco, sabía que cuando días atrás había decidido irse le había devuelto solo lo indispensable para su viaje y eso no incluía su pistola.
— ¡También! – me dijo efusivamente— no creí que lo hicieran— ahora estaba triunfante y lo entendía, seguramente había estado estos días pensando cómo explicar su perdida, aunque dijera lo que dijera no iba a librarse de un expediente que lo arrastraría el resto de su carrera.
— Ni yo— sonreí— Carex se fía demasiado de ti— dije en tono burlón, comenzamos a reírnos, Kike me ayudó a vestirme, bastante preocupado por si entraba Carex, pero le sonreí y le recordé que ya tenía su arma y podía defenderse.