CAPITULO VI

Llegamos a la choza, me metí dentro de ella junto con mi padre, minutos después entró Thali, me sonrió y miró a mi padre, comenzaron a hablar, yo no entendía nada, seguramente seguían hablando de los acontecimientos de hacía unos minutos, me sentía fuera de lugar, sin saber que había ocurrido. Eché de menos entender algo de aquel idioma y mi padre no resultaba un traductor eficiente, sentía que nunca terminaba de contarme del todo lo que conversaban aquellos indígenas, y se limitaba a hacerme un resumen parcial de lo que se hablaban en mi presencia.

Perdón— los interrumpí, ahora fui yo quien sonrió a Thali a modo de disculpas— ¿hay alguien ahora bañándose en el rio?— pregunte nerviosa, se me ocurrió que sería una buena idea ir al rio a bañarme en condiciones y así olvidarme de todo lo que ocurría en aquel lugar, necesitaba relajarme.

No— dijo mi padre pensativo, a la vez que me interrogaba con la mirada.

Voy a ir a recoger mis ropas, y a intentar bañarme con tranquilidad— dije mirándolos a los dos, mi padre tradujo mis intenciones a Thali, ella afirmo con la cabeza efusivamente.

Me parece bien, lleva cuidado, tenemos una conversación pendiente, debo informarte de ciertas cosas….— me dijo, y continuó hablando con su mujer tranquilamente. Ciertamente tenía que informarme de muchas cosas y explicarme que había pasado en la plaza, pero estaba dispuesta a esperar hasta después del baño, no quería que se me hiciera de noche.

Fui al rio, miré hacia un lado y hacia otro, la noche empezaba a caer, no vi a nadie observándome, no había nadie por la zona, y de caminó al rio no me había cruzado con ningún indígena, así que estaba segura que nadie me iba a expiar, o al menos eso creía, teniendo en cuenta que habían habitantes de otra tribu en está, supuse que estaban en un momento de unión cultural, aunque poco se podían diferenciar entre ellos, pero lo importante es que estarían todos entretenidos, los unos con los otros, y nadie se acordaría ni de un baño, ni de mí.

Pese a todo me quité la túnica de mi padre de cuclillas y a la orilla del rio, evitando que se me viera demasiado cuerpo, y nada más hacerlo, me levanté y salí corriendo para meterme lo antes posible en el agua, una vez allí me deleité con aquella agua fría cristalina, nadé todo lo ancho del rio, buceé y me froté con mis manos todo el cuerpo tan fuerte como podía, con el pelo hice lo mismo, y lo mantuve el mayor tiempo posible bajo el agua. Estuve hasta que casi anocheció completamente, un ruido de pasos me obligó a girarme, zambullirme más en el agua y esperar a ver quién aparecía, estaba tentada a meterme bajo el agua y aguantar sin respiración todo el tiempo que fuera posible, para que, fuera quien fuese que había venido hasta el rio, viera que no había nadie y se marchara. Pero preferí permanecer allí con los ojos bien abiertos y el corazón saliéndoseme del pecho.

Poco tardó en aparecer aquella figura, solté el aire de mis pulmones que había estado manteniendo durante largos segundos, y respiré nuevamente, era Thali que me traía en un cuenco aquella gelatina que utilizaban para lavarse. Me acerqué a la orilla y le agradecí el gesto, me unté por el cuerpo y el pelo aquella viscosa masa. No olía mal, y aunque no hacia jabón, seguramente algo debía limpiar. Terminé de frotarme y decidí salir tan rápido como había entrado, me metí la túnica de mi padre por la cabeza y escurrí mi pelo, terminé de secarme completamente y puse la cabeza a la altura de mis rodillas dejando que mi pelo casi tocara el suelo para con mis dedos desenredarme un poco la melena, a través de mis piernas, al otro lado del rio vi a Carex, me levanté de mi posición y me giré con mil cosas que decirle, ninguna que sonara bien, pero cuando fui a soltarlas ya había desaparecido. A estas alturas estaba segura que no tenía alucinaciones, y cuando veía a alguien, sabía que era real. Cogí mi ropa bastante limpia y seca completamente, y me dirigí al poblado.

Entré en la choza con el pelo aun húmedo ondulándose mientras se secaba libre, no me deshice la pequeña trenza que me había hecho Thali para no ofenderla, aunque ganas no me faltaba, mientras el pelo se iba secando aquella trenza permanecía aun mojada.

Ya has vuelto— me dijo mi padre – por un momento pensé que te habías ahogado hace más de dos horas que te fuiste al rio— continuó sin mirarme cogiendo cosas de una estantería y llevándolas a otro lugar.

Llevabas razón, necesitaba un baño, y ante la falta de jabón, creí necesario estar en el agua hasta que la piel no pudiera arrugarse más— le dije a modo de explicación por mi tardanza, aquello empezaba a parecer una familia.

Thali te ha dejado una túnica más a tu medida que esa mía que llevas, es una buena tejedora y se la estaba haciendo para ella, pero ha preferido regalártela a ti, la ha dejado en la otra estancia, puedes ir a cambiarte y luego cuando salgas hablaremos— me dijo sin dejar de moverse por la choza.

Entré en la estancia donde dormía, tenía sobre la cama una túnica de un color tierra mezclado con rojo, cogí mi ropa interior de entre mis ropas secas, y me la puse, respiré al notar mis pechos recogidos por el sujetador. No tenía grandes pechos, pero aun así, me era sumamente incomodo no tenerlos sujetos. Luego cogí la túnica que me había regalado Thali y me la metí por la cabeza, esta no tenía mangas, dos picos de la misma habían sido unidos, y quedaban perfectamente alineados sobre mis hombros, el cuello era muy ancho y también se ajustaba a mi cuerpo, tenía una caída recta, algo lacia pero perfecta, me llegaba casi a las rodillas, y en el suelo habían unas chanclas, con la planta de madera, rodeaban mis pies unas tiras de piel que me apreté para que los sujetaran bien. Ahora si me sentía limpia, con un poco de “colonia, maquillaje y colorete, estaría estupenda”, me reí al imaginarlo.

Salí al encuentro de mi padre, él estaba esperándome sentado sobre el suelo. Me miró detenidamente.

Estas estupenda— me dijo enfatizando las palabras señalando con sus manos que me sentara frente a él.

Me siento a gusto con estas ropas, están limpias y huelen muy bien— le dije obedeciendo y sentandome.

Quiero pedirte disculpas por la actitud de Carex esta tarde frente a Kimak— me dijo con pesadez, estuve al punto de hablarle de su incursión en el rio, no podía asegurar que me hubiera visto bañarme, pero a estas alturas cualquier cosa era posible, preferí ocultarle esa información para no desviar el tema y evitar que se pusiera más triste. Aunque no me gustara la idea, Carex no dejaba de ser el hijo de mi padre— Carex es muy protector, y bueno, Kimak ha sentido….cierta…. inclinación hacia ti— soltó las últimas tres palabras rápidamente y sin mirarme preso de la vergüenza que le daba confirmar esos extremos.

¿Cierta inclinación?— pregunté, mi mente decía “oh, oh problemas”.

Si, en algún momento de la discusión con Kimak ha dicho que te iba a hacer suya, ha sido en el momento en el que Carex lo ha cogido del cuello y Kimak ha respondido de igual forma— no entendía nada. Mi mente volaba entre las imágenes de la tarde, donde dos hombres se sujetaban de los cuellos. “Hacerte tuya” un temblor recorrió todo mi cuerpo, ¿significaba eso que me iba a secuestrar como había hecho uno de sus indígenas con Zoé?, miré alrededor de la choza, resoplé, aquellas paredes no era seguras que se dijera, necesitaba una cámara acorazada. Entre en pánico.

Soluciones— fue la única palabra que me vino a la mente, necesitaba soluciones inmediatas.

No tienes nada de lo que preocuparte, Carex ha….comentado su punto de vista…— eso sonaba aun peor— y en principio parece que las cosas no van a ir más allá, hoy es un día de fiesta y nadie quiere estropearlo, menos aún por una mujer— “¡¡hombres!!” bufé, en cualquier parte del mundo, todos eran iguales, estúpidos, orgullosos, engreídos, mandones y siempre, siempre se creían superiores a nosotras…..”Dios ¡¡los odiaba!!”

Estupendo— dije sin dar a notar la crispación que sentía.

En breve tendremos que ir al centro del poblado, han encendido una gran hoguera, asaran carnes, y habrá grandes manjares, ¡habrá chicha para todos!— recordé que la chica era una bebida alcohólica típica de las tribus que fermentaban con maíz o algún fruto de la zona.

Prefiero quedarme aquí, no estoy para fiestas— le dije a mi padre, la imagen del secuestro seguía en mi mente, no quería exponerme.

Es mejor que no te quedes aquí, vamos a ir todos y no es prudente que estés sola, prefiero que estés junto a nosotros— me cogió de la mano. Llevaba razón, quedarme sola era la peor de las opciones, la sensación de que mi vida podía correr peligro fue en aumento, no lo pensé dos veces, iría a esa fiesta y no me despegaría de la sombra de mi padre.