CAPITULO X

      

Llegamos a casa de mi padre, dentro nos esperaban él y Thali, mi padre nos invitó a que ambos nos sentáramos, se hizo un silencio incomodo, yo solo esperaba a que alguien se pusiera a hablar y comenzara aquella reunión. Vi que Thali estaba seria, aquello no era buena señal, fuera lo que fuera que hubiera ocurrido estaba segura que tenía que ver conmigo, y que no iba a salir muy bien parada de todo aquello. Sin poder resistirlo más rompí el silencio.

¿Ocurre algo?— pregunté mirando a mi padre fijamente, el carraspeó y comenzó a hablar.

Ayer me contó Carex que habló contigo— dejó de hablar como dándome paso para que hablara yo, daba pie a que lo interrumpiera, más parecía una necesidad.

¿Te refieres a cuando habló conmigo en nuestro idioma? Si, supongo que sí, me resulta “peculiar” que no me comentaras en ningún momento que Carex nos entendía perfectamente, a él no voy a reprochárselo— lo miré, noté que Carex estaba ausente— porque desde que nos conocimos nuestra relación no ha sido especialmente amigable, pero de ti sí que me sorprende, porque eres… mi padre— utilicé la palabra “padre” para enfatizar en el lazo de sangre que nos unía y que , a mi opinión, debía basarse en la confianza y no estar rodeado de secretos, Carex ahora me miraba sin decir nada.

Pero Carex también es mi hijo— dijo mi padre con naturalidad, yo intenté tomármelo de la misma manera— y me pidió que no te lo dijera, era una decisión suya el contártelo o no, en más de una ocasión le pedí que lo hiciera, pero él lo hizo cuando, supongo, creyó conveniente— dijo mi padre sin dejar de mirarme. “ si te contara cuando decidió contármelo y lo que no llevaba puesto” pensé yo, seguramente si lo hacía saldría el hombre de la civilización de los años 80 y a Carex le caería una buena, pero tampoco aquello iba a reconfortarme y seguía pensado que aquel debía ser nuestro secreto. Thali seguía con semblante serio, aquello me hacía sentirme inquieta.

O cuando lo saqué de sus casillas— susurré yo, supe que Carex había escuchado perfectamente lo que había dicho. Pero si algo podía asegurar, es que, de no haber sido por mis insultos y ataques contra Carex, él nunca hubiera confesado que me entendía perfectamente.

Aun así Emilia no estamos aquí por eso, hay cosas que queremos contarte Carex y yo que son mucho más importantes, me veo en una situación complicada como nunca en mi vida me había visto, por un lado, tengo que reprocharle la actitud contigo a Carex como su padre, y por otro tengo que defender a mi hija, y te aseguro que se hará lo que tu decidas— me quedé mirándolos, me habían dejado fuera de juego, no sé dónde querían ir a parar.

No entiendo que está ocurriendo— les dije. Vi a Thali cogiendo la mano de mi padre, se acercaba la tormenta, estaba segura.

Carex, el día que Kimak intentó tocarte y se enzarzaron ambos jefes en una pelea proclamó que…. Que no podía tocarte porque eras suya— abrí los ojos como platos, miré a Carex, que a su vez me miraba a mi sin sentir ningún tipo de remordimiento.

¿Qué hiciste que?— le pregunté muy cabreada, no me gustaba el matiz de posesión de aquellas palabras.

Ya te lo ha dicho tu padre— interrumpió contestándome y mirándome secamente.

Aquí eso de pedir permiso a la otra parte no está muy de moda— dije mofándome levantando mis manos hacia mi cabeza como sujetándola.

No, no lo está— dijo mi padre sin entender mi gracia, con su semblante serio.

Bien, seamos prácticos— continué de nuevo, teníamos problemas que resolver— eso no implica nada, ¿cierto? Solo lo hizo para librarme de Kimak, ahora ya se ha marchado y todo vuelve a la normalidad— argumenté. No estaba segura si aquello era suficiente para dejar estar aquella reunión y continuar cada uno con sus quehaceres.

Depende como lo mires Emilia, todo aquello que dice el jefe se debe cumplir, y aunque te aseguro que he hablado seriamente con Carex sobre este asunto……

No voy a desdecirme— lo interrumpió de nuevo Carex. Su ego basado en su superioridad como jefe del poblado, hacía que el respeto hacia las personas que estaban hablando no fuera con él. Lo miré ofuscada.

El problema es que yo no soy de tu tribu, tengo una vida fuera de aquí, tengo familia— miré a mi padre y corregí— más familia fuera – mi padre sabía que aquello no era cierto, pero esperé que no me descubriera en la mentira. Continué —¿y que te hace pensar que no tengo a un hombre esperándome?— le dije mirando a Carex con una media sonrisa de triunfo.

Nuestro padre dijo que no tenías a nadie— Me miró seriamente. Yo a su vez miré a mi padre acusándole.

¿Por qué le dijiste nada? – pregunté enfadada, estaba claro que los secretos de Carex se podían guardar pero los míos no.

No creí que fuera importante, además tú también me preguntaste por Carex; si tenía hijos y las mujeres con las que había estado……— tierra trágame, pensé, no debía haber dicho nada. Pude sentir la satisfacción de Carex al escuchar a mi padre.

Bueno no importa— ahora fui yo la que interrumpí a mi padre para que dejara de hacer publica nuestra conversación de días antes — eso no quita el hecho de que no pertenezco a este lugar— eso era algo que siempre había querido dejar claro, yo pertenecía a otro mundo, uno donde había personas civilizadas, leyes y donde todos nos regíamos por unas normas que allí se saltaban continuamente.

Hay más— continuo mi padre— pero eso debe contártelo Carex— dijo mirándolo y cediéndole la palabra.

¿Más?— empezaba a desesperarme, aquello se alargaba y no eran noticias alentadoras que dijéramos.

La noche del regreso de mi hermana, pedí a Yakai – recordé que era el Chaman de la tribuque me preparara un teonanácatl1 para ti— su frases eran secas y serias, me miró fijamente esperando mi reacción que no llegaba.

¿Teonanácatl?— pregunté sin saber que era.

Polvos alucinógenos— dijo mi padre, “No, no, no” pensé, sabía por dónde iban encaminados los tiros, recordé todo lo ocurrido aquella noche, especialmente mi sueño erótico…. Maldito fuera Carex, me quedé sin palabras.

Lo hice con el fin de conseguir una respuesta de ti, nuestras almas se unieron y yo vi y viví lo mismo que viviste tu Lía— “¡¡joder!!” estaba avergonzadísima, mi padre y Thali se miraban entre ellos intentando dejarnos intimidad en aquella conversación – me recibiste, no te opusiste a mí— me recordó Carex matizando y dejando entre ver lo que había ocurrido entre nosotros “espiritualmente” si así podía llamarse.

Me levanté de golpe, necesitaba salir corriendo fuera donde fuera. Era una postura cobarde y estaba fuera de lugar, pero es lo único que se me ocurrió en aquel momento.

¿Dónde vas?— preguntó mi padre levantándose también con menos agilidad que yo.

Al río a bañarme— dije yo, pero en ese momento miré a Carex que se levantaba y cambié rápidamente de opinión— bueno no, al río no, me voy a dar una vuelta, necesito salir de aquí, necesito pensar— y salí corriendo como alma que lleva el diablo de aquella choza.

No lloré mientras corría, las lágrimas por extraño que fuera no venían a mis ojos, lo único que sentía era una gran vergüenza, allí todo el mundo sabía lo que pasaba menos yo, ¿era posible que por ello los indígenas hubiera dejado de mirarme como una extraña porque era la “prometida” del jefe? Con el cual compartía padre, es decir, que encima era mi hermanastro…. Aquello no podía ser, comencé a temer que me retuvieran allí de por vida, aunque recordé que mi padre me había dicho que se tendría en cuenta mi decisión, una decisión que yo aún no había expuesto ante la reunión familiar por mi cobardía.

Llegue a un claro que ya conocía, aquel no muy alejado de la tribu donde ya había estado. Me tumbé sobre la hierba fresca y respiré hondo. Vi pasar las nueves y mis pensamientos se volvieron más positivos. Si tenía que ser sincera conmigo todo aquello resultaba abrumador, pero no solo por el hecho de que Carex impusiera sus decisiones, sino porque como el mismo había afirmado, recibí y acepte de buen grado sus caricias y aunque podía haberlas rechazado, no quise, también había que tener en cuenta que lo ocurrido en aquel momento, estaba segura que era un sueño, y los sueños estaban para hacer todo aquello que nos viniera en gana. Y sin duda deseaba a Carex, tenía prejuicios por muchas cosas de las que él no tenía culpa y otras de las que si la tenía, por otro lado todo aquello estaba envuelto en un velo de romanticismo salvaje que no dejaba de atraerme. Sabía que no iba a ceder, tenía mucho que perder, y no estaba dispuesta a cambiar todo lo que tenía por una aldea llena de indígenas, estaba habituada al progreso, a las medicinas, la tecnología…. “y hablando de medicinas” pensé, hacia una semana que no tomaba mis ansiolíticos, los llevaba en mi mochila, pero solo ahora me acordaba de ellos, y no porque los necesitara si no porque no recordaba desde hacía años la última vez que estuve más de tres días sin tomarlos. Aquel lugar me estaba sentando bien, era evidente.

Estuve en el claro hasta que me sentí con fuerzas para volver a la tribu, la verdad es que no se había esclarecido nada en mi mente, no sabía que debía hacer, cuando ni como, así que había decidido simplemente dejar las cosas correr, y que fuera lo que tuviera que ser, yo seguía con mis planes de volverme cuando fuera la hora, estaba desesperada por la vuelta de Kike, sentía que él era el único vínculo con mi “mundo”, mientras tanto seguiría mi vida allí como si nada hubiese sucedido, dada la situación era lo mejor que podía hacer, y si esperaban una respuesta de mí, no la tendrían, total tampoco me habían preguntado nada, simplemente se había dedicado a constatar unos hechos con los cuales, yo no estaba de acuerdo.

Pasé el día tranquila, pedí a Thali que me acompañara al río por la tarde, así evitaría que Carex hiciera una de sus apariciones estelares como la del día anterior. Terminé de bañarme y me puse la misma ropa que aquella mañana me había entregado Carex, quería que mi barriga y espalda acompañaran en el tono al resto del cuerpo, además, mi ropa aún no se había secado, la humedad de la lluvia del día anterior lo había evitado.

Nos volvimos tranquilamente las dos hacia la aldea, Thali me cogió de la mano justo antes de llegar y me obligó a detenerme, se giró y vi que estaba haciendo un esfuerzo por intentar que habláramos, debía sentirse muy frustrada al no poder relacionarse conmigo como hubiera querido, sabía que ella era consciente de que era la única mujer que yo tenía a mi lado, y con la que me gustaría compartir mis pensamientos, necesitaba consejos, y mi padre no podía dármelos. Era una sensación que me afirmaba que mi padre estaba más del lado de Carex, mientras que Thali sin ser mi madre se preocupaba más de mí, y de lo que yo estuviera pasando.

¿Tu bien?— me preguntó con ese acento marcado con el que siempre hablaba.

Si Thali, estoy bien, gracias por preguntar— le dije sonriéndole, continué andando, pero ella de nuevo me retuvo.

Carex no malo— dijo mirándome fijamente a los ojos, no hacía falta que me lo dijera yo sabía que Carex no era malo, su vida había sido diferente a la mía y sus costumbres no tenían nada que ver con las del mundo de donde yo venía, entendía sus actos aunque no los compartiera, y solo por eso, tenía que reconocer que no era malo, y estaba segura que yo era todo un reto para él, sería la primera mujer, incluso el primer ser humano que no hiciera lo que él deseaba, y eso me daba una sensación de triunfo.

Sé que no es malo, no te preocupes— intentaba no alargar demasiado mis frases para evitar que se perdiera durante nuestra conversación.

Carex quiere a Emilia— dijo, yo abrí los ojos sorprendida, pero luego recapacité “ claro, como una posesión” pensé, ella debió imaginarse lo que estaba pensando porque añadió— quiere como hombre quiere a mujer, como Thali quiere a papá— me estaba empezando a encontrar incomoda con aquella conversación, pero Thali no me dejaba escapar, supongo que era ella también necesita hablar sobre lo ocurrido y dar su punto de vista a todo lo que estaba sucediendo, yo no tenía la sensación de que estuviera defendiendo a su hijo, simplemente estaba constatando unos hechos, que estuve segura, solo intentaban romantizar la situación que se había creado entre Carex y yo— Carex contó a mama que quería a Emilia— aquello ya me dejó descolocada, la madre de Carex estaba contándome una conversación que había mantenido con su hijo. La creí, pero estaba segura de que el concepto de amor que tenía Carex no se parecía al mío, o al menos, eso quería creer.

Afirmé con la cabeza para asegurarle a Thali que la había entendido perfectamente, y ella me soltó la mano para que continuáramos caminando. Ahora ya conocía los sentimientos de Carex hacia mí, que por muy dispares que fueran en comparación con los de los hombres de donde yo vivía, no dejaban de ser sentimientos, el problema ahora era cuales eran mis sentimientos hacia él.

Dejé de pensar durante el resto de la tarde, me hice una infusión y cené junto con mi padre y Thali, durante la cena tuve una punzada de decepción al no ver a Carex cenando junto a nosotros, si realmente tan interesado estaba en mí, porque no pasaba el mayor tiempo a mi lado…. ¿O quizás yo deseaba que pasáramos más tiempo juntos? No tenía nada claro, mi mente era un remolino de ideas contrapuestas con las sensaciones que no podía evitar tener.

Nos acostamos los tres a la vez, no podía dejar de dar vueltas en la cama, tenía que hablar con Carex, nunca había sido una persona cobarde, pero durante el día, con mi escapada durante la conversación había demostrado todo lo contrario, estuve durante mucho tiempo decidiendo si ir o no ir a hablar con Carex, me consideraba una persona muy impulsiva y si decidía ir a hablar, tendría que ser aquella noche. Al final salí de la choza, había tomado una decisión, me encaminé hacia la choza de Carex, pero cuando apenas me quedaban unos metros me di la vuelta, iba a meterme en la cueva del lobo, “¿no podía esperar hasta mañana?” me pregunté, “ahora no eran horas de presentarme en casa de un hombre”…” la moderna, la chica de ciudad” me reproché, menudos pensamientos del siglo pasado, y luego yo pensaba que estas gentes estaban en la prehistoria. Decidí dar la vuelta y caminé hacia el centro de la aldea, me senté sobre una piedra que había justo en el centro de la misma, la piedra era lisa por su parte superior y de grandes dimensiones, al sentarme sobre ella imaginé que siglos atrás, posiblemente, la hubieran utilizado para realizar sacrificios humanos…..sabía perfectamente que muchas de esas culturas lo habían hecho, aunque actualmente no se conocía ninguna que tuviera esa macabra tradición, aun así salté como si fuera a ser yo el próximo sacrificio, miré detenidamente la roca, esperando ver algún resto de sangre seca, pero no vi nada, estaba completamente limpia. Me senté de nuevo, y seguí pensando en todo lo sucedido en aquellos días, luego me tumbé sobre la roca y observé el cielo estrellado, era una noche clara, llena de estrellas, había miles de ellas, nunca había visto una noche tan estrellada en la ciudad, me deleité con la imagen de aquel cielo nocturno. Aquello si me daba paz.

Noté a alguien a mi lado de pie. Me incorporé rápidamente y miré hacia el bulto que estaba cerca de mí. Era un hombre anciano que me miraba sonriente, tenía un pequeño palo de madera que le atravesaba el cartílago central de la nariz, tenía el pelo cano hasta el pecho y llevaba una cinta en la frente llena de plumas muy altas de color rojo, también llevaba dos grandes plumas en los laterales que caían sobre sus orejas, eran plumas que le llegaban hasta los hombros. Tenía la cara pintada completamente, la parte superior hasta la nariz era de color rojo intenso y la parte inferior era de color amarillo, tenía una raya blanca que iba desde el centro de la frente bajaba por su nariz y partía en dos sus labios y su mentón. Iba vestido con una túnica de algodón de colores diversos con tonalidades oscuras, de su cuello colgaban muchos collares muy diferentes, tenía collares de piedras, de plumas e incluso de huesos de animales.

Se quedó fijamente mirándome y me sonrió, apenas tenía dientes.

Hola— le dije para intentar romper el hielo e intentar iniciar una conversación para dejar de estar nerviosa— estaba aquí mirando el cielo— señalé hacia el mismo. El afirmó con la cabeza— me llamo Emilia, soy… hija de Álvaro— le dije, él no decía nada, estaba deseando que se fuera por donde había venido, vi que en las manos llevaba un bol con pintura amarilla, pero no del mismo tono que la parte inferior de su cara, sino de un tono más dorado. Decidí dejar de hablar y estar en silencio igual que aquel indígena, que no recordaba haber visto antes por la aldea.

Yakai— dijo sin dejar de mirarme. Enseguida supe que era el Chaman de la tribu, también recordé que supuestamente había sido el que en la fiesta de Zoé me había lanzado aquellos polvos alucinógenos, aunque preferí disimular el enfado que me causaba estar delante del compinche de Carex, además, debía reconocer que los chamanes me inspiraban respeto y mucho miedo, aquellas personas tenían un poder que traspasaba las fronteras de lo real, así que no me convenía caerle mal, aunque él no fuera de mi agrado.

Encantada— aquella conversación no tenía ningún fin, aquel hombre no se iba, yo cada vez estaba más incómoda en su presencia, y dudaba que supiera hablar mi idioma para poder entablar una conversación en condiciones, aun así me aventuré a preguntarlo— ¿me entiendes?— el siguió mirándome inmóvil, yo no pude aguantar más, decidí marcharme de aquel lugar de regreso a la choza de mi padre.

Cuando me levanté y le desee buenas noches con una leve inclinación de cabeza el me cogió la mano izquierda, por un momento creí que era a modo de despedida pero luego giró suavemente mi brazo y acercó la mano que sostenía el cuenco con pintura hacia la piedra para ponerlo sobre ella, con su dedo pulgar abrió mi mano, y la extendió completamente, paso en varias ocasiones el dedo por la palma de mi mano como para limpiarla, yo miré atentamente por si estaba sucia, pero la palma estaba completamente limpia, luego realizó un ruido extraño y acerco la vista a mi palma, con el dedo índice repasó cada una de las marcas de la palma de mi muñeca “ ¿estará viendo mi futuro?” pensé “ o mi pasado” me preocupé, verlo de aquella manera me recordó a las gitanas que leen las manos….. Aun así le dejé que hiciera, no porque me gustara la situación, sino porque tenía miedo de llevarle la contraria, era la única persona de la tribu a la que realmente temía. Levantó la cara cuando terminó de “analizar” mi mano y me sonrió, luego mojó sus dedos en aquel bol de pintura sobre la piedra y los acercó a mi brazo, yo instintivamente intenté esconderlo, aunque él lo sujeto con fuerza, me asusté, ya había tenido más que suficiente con los polvos de aquella vez, ¿ahora que sería?

Solo pintura— dijo con un acento menos pronunciado que el de Thali. Sentí que estaba leyendo mis pensamientos y notaba mi miedo.

¿Para qué?— le pregunté aun forcejeando con él, no estaba dispuesta a que ninguna de sus pócimas tocara mi piel, sus efectos seguramente harían que me pusiera aun más en evidencia delante de Carex.

Te dará suerte, no es malo, la más grande felicidad— me dijo, me relajé un poco y dejé que tirara de mi brazo para su comodidad, de todas maneras tampoco podía hacer mucho más, al final el terminaría haciendo lo que quisiera. Cedí confiando en que aquello solo fuera lo que en inicio parecía, pintura.

Lo vi empezar a pintar con dos de sus dedos desde la cara interna del codo hacia abajo dibujando un símbolo que no conocía, no noté ningún olor raro a aquella pintura y aquel hombre comenzó a entonar una canción mientras me pintaba el brazo, esperaba que realmente me diera suerte y me hiciera tomar las decisiones correctas, igual aquel hombre había visto en mi las dudas que me atormentaban y había decidido ayudarme con aquellos símbolos en mis brazos. No tardó en terminar, soltó mi brazo y de nuevo sonrió. Vi que no continuaba pintándome el otro brazo, solo tenía pintado el brazo izquierdo y desde el codo a la mano por la cara interior del mismo.

Mañana lava, debes dormir con pintura— yo afirmé con la cabeza sin tener claro si le iba a hacer caso, le di las gracias y me dirigí hacia la choza de mi padre.

Justo cuando me encontraba delante de la puerta de la misma, decidí volver a ir a la de Carex, si aquella noche había decidido hablar con él lo haría. Miré mi brazo pintado, igual aquellas pinturas me habían dado el valor que necesitaba para hacerlo, además no solo me había decidido a hablar con él esa noche fuera como fuera, si no que había en mi una energía acompañada de unas ganas de decirle todo lo que pensaba de todo lo ocurrido en estos días, y confirmarle, como bien él había creído esa mañana, que no lo iba a perdonar nunca por lo de la fiesta. Mientras caminaba más segura me sentía, y enseguida lo tuve claro, aquella pintura era similar a la que ellos se ponían antes de salir a cazar o a luchar, aquellas pinturas les daban valor y hacían temer a sus enemigos, ahora era yo la que iba pintada y sentía aquel valor recorriendo todo mi cuerpo.

Llegué a la puerta de su choza y entré, no lo llamé ni pedí permiso, el nunca pedía permiso para hacer nada, así que yo tampoco tenía porque hacerlo, estaba de pié al lado de una estantería de mimbre, se giró y me miró sorprendido.

He venido a hablar contigo— le dije seria— esta mañana no me encontraba en condiciones de seguir haciéndolo— me excuse por mi cobarde escapada, apreté mis dientes, mi semblante estaba serio, tenía que dejar claro que no era una visita de cortesía.

Bien, siéntate— me dijo señalándome un lugar central de la choza, con un tono neutral como si aquello no fuera con él, ni fuera de su interés.

No quiero sentarme— puse mis manos en mi cintura mientras apretaba mi boca que formaba ahora una fina línea, cuanto más chula me ponía mas segura de mi misma me sentía, realmente me estaba surgiendo efecto la pintura, creía sentir una fuerza desconocida dentro de mi “ la pintura” pensé, quería llevar el control de la situación, si no era así, estaba segura de que de nuevo iba a salir corriendo— para empezar quiero que sepas que jamás, y escúchame atentamente, jamás te perdonaré lo que ocurrió en la fiesta, nadie debería inmiscuirse en los sentimientos ajenos, y menos aun propiciarlos— le dije cruzándome de brazos en una pose chulesca.

Lo que respiraste no propició nada— dijo tranquilamente. ¿Era una sensación mía o Carex se sentía intimidado por mi?, no lo podría asegurar, pero eso aun me daba más fuerzas, aunque más tarde comprendería que mis sensaciones distaban mucho de la realidad.

Aun así no tenias derecho a saberlo, pero ahora que lo sabes quiero que sepas que jamás se hará realidad y que quiero que dejes de pensar que va a haber algo entre nosotros – grité señalándolo, mi pulso se aceleró y también mi respiración, observé a Carex que seguía inmóvil en el mismo lugar, sus ojos habían cambiado y me miraban entre extrañados y divertidos, aquello hizo que me enfadará aún más, ese hombre no conocía a la Lía que podía llegar a ser.

Eso es lo que tu te crees— dijo cortando mis pensamientos y dando un paso hacia mí. Nuestra distancia se acortó a escaso metro y medio.

No te atrevas a acercarte o juro que soy capaz de pegarte un puñetazo— “¡¡ole por mí!!” escuché gritar mi ego, “¡campeona!” estaba mas que dispuesta a enzarzarme allí en una pelea callejera, él se detuvo, ahora me miraba más intensamente su boca estaba entreabierta, aquello me dejó sin sentido, eran tan perfecto, no podía dejar de mirar sus labios y de desear a aquel hombre que no me convenía, que se hubiera detenido ante mi amenaza me daba el suficiente apoyo para creer que todo quedaría en aquella discusión y no volveríamos a hablar sobre el tema que la había iniciado.

No vas a salirte con la tuya— me dijo tranquilamente, casi juntó su barbilla contra su pecho, vi que sacaba levemente la lengua y se lamia un labio a la vez que lo mordía, mi cuerpo reaccionó en contra de mi voluntad y un suspiro salió de mis labios, mis ojos no dejaban de mirarle el torso desnudo, la imagen en el rio completamente desnudo vino a mi mente, cada vez que lo pensaba mi entrepierna se humedecía, maldije en silencio por ello, y deseé con todas mis fuerzas que él no notara el efecto que causaba en mí, lo que mas me atraía de él era su carácter salvaje, algo tan difícil de encontrar de donde yo venía, era un diamante en bruto...—¿ no te estarás creyendo ni una palabra de lo que dices, verdad?— volví a la realidad, lo dijo también con tranquilidad seguía sin moverse, sonreía de nuevo, la situación se me estaba yendo de las manos, allí la única que estaba alterada y con las hormonas revolucionadas era yo.

Por supuesto que me lo creo, es más, ¿sabes qué? Acabo de decidir que mañana cuando vuelva Kike pienso decirle que nos marchemos, y no tengo nada más que decirte— lo miré por última vez y decidí que ya había dicho todo lo que tenía que decir. Me giré para salir de la choza, la puerta apenas quedaba a un metro de mí, le había dado un golpe certero, lo noté cuando terminé de hablar.

Ahora me toca a mí— dijo el, haciendo que me detuviera y me girara sorprendida para enfrentarlo de nuevo.

Se acercó rápidamente para que no pudiera reaccionar y antes de que intuyera sus intenciones me cogieron de la cintura y me levanto por los aires alejándome de la puerta evitando así que pudiera salir corriendo. Cuando me dejó apoyarme de nuevo en el suelo me miró fijamente, y sonrió.

Pero siento decepcionarte Lía, yo no tengo palabras para ti— cogió mi cara entre sus manos y comenzó a besarme.

No lo hizo de una forma suave y delicada, no hubo precalentamiento, y desde luego los indígenas sabían besar, tras los primeros segundos de confusión el apartó su cara, zanjó el beso tan abruptamente como lo había iniciado, y me dio unos segundos para que reaccionara. Fui a decirle “algo” aunque no tenía claro el que, Carex al verme las intenciones volvió a besarme, apretó su cara contra la mía unió nuestras bocas con fuerza, e introdujo su lengua en mi boca con autoridad, yo tanteé con inseguridad su lengua con la mía, y aquello le dio ánimos, enseguida comprendí que deseaba que siguiera besándome tanto como deseaba él seguir haciéndolo, hacerme la inocente o la pudorosa estaba fuera de lugar, tampoco me iba a comportar como una joven virginal e inocente, pues no era ninguna de las dos cosas, así que decidí lanzarme a la piscina. Agarré también su cabeza con mis manos y seguí su ritmo, no abrí los ojos en ningún momento, no me importaba si estaba sorprendido por mi desinhibición, lo único que quería era cumplir todos y cada uno de mis sueños eróticos con aquel hombre que deseaba desde el primer día que lo vi. Tenia una ventaja táctica y es que él ya estaba medio desnudo, así que acaricié con fuerza su espalda presionando su cintura hacia mi cadera, noté su erección, me sentí satisfecha, de nuevo volvió a separar nuestras cabezas con poca delicadeza, nos miramos a los ojos, ambos teníamos las bocas semiabiertas y respirábamos con dificultad.

Sabia que si pasaba mas tiempo su boca separada de la mía me daría tiempo a pensar en lo que estaba ocurriendo, y era algo que no deseaba hacer, así que me incliné hacia él y nuestra cabezas se unieron de nuevo y junto a ellas nuestras bocas, el aceptó de buen grado mi impulsividad, y noté como sus manos bajaban por mis hombros hasta alcanzar el nudo de la tela que tapaba mis pechos, noté que lo soltaba con habilidad y velocidad, y luego lo dejaba caer al suelo, no dejé de besarlo en ningún momento, así podía acallar mi vergüenza y mantener mis ojos cerrados dejándome llevar por las sensaciones, una de mis primeras sensaciones fue notar como mis pezones se ponían duros al contacto contra su pecho. Noté de nuevo sus manos exploradoras quitándome la falda que llevaba, no llevar ropa interior tenía sus ventajas, me abracé a su cuello, Carex había conseguido desnudarme con una velocidad increíble, puso sus manos en mis hombros y me obligó a apartarme.

Yo respiraba con dificultad y lo miraba a los ojos, vi como el recorría con su mirada cada parte de mi cuerpo, de pie como estábamos, tenía una perspectiva perfecta, sentí una punzada de vergüenza dado el detenimiento que estaba teniendo mientras observaba mi cuerpo así como un frio que me recorría todo el cuerpo ante la pérdida de su contacto, yo también bajé la vista, me sorprendí al ver que Carex también estaba desnudo, no sé en que momento pudo quitarse la ropa, pero allí estaba, completamente desnudo, su cuerpo era simplemente perfecto, podría haber sido el mejor modelo para Miguel Ángel, poco tenía que envidiar a su escultura David, no tuve muchos reparos en fijarme en su miembro completamente erecto, no me dio tiempo a deleitarme con la imagen de su cuerpo, volvió a atrapar mi boca con desesperación, noté como agarraba uno de mis pechos con su manos y lo apretaba, solté un gemido de satisfacción, su pasión hacia que fuera retrocediendo hasta que noté que mi espalda chocaba con el pilar de madera central de la choza, la mano que estaba cogiendo mi pecho se desplazo hasta mi entrepierna y se abrió paso hasta la entrada de mi feminidad, luego sin ningún tipo de precalentamiento noté como me penetraba con uno de sus dedos, solté un gemido de placer y lo atraje mas hacia mi.

El bajó sus manos por mis caderas y agarró con fuerza mi trasero, luego bajó su cabeza y atrapó con su boca uno de mis pezones, empezó a mordisquearlo con suavidad mientras yo empezaba a gemir descontroladamente sin poder detenerme, noté que ponía sus manos detrás de los muslos de mis piernas, y sin darme tiempo a reclamar, me alzó al vuelo y me apoyó mas sobre el tronco, comenzó a besarme y noté en la entrada de mi feminidad la presión de su pene, separó su cara de la mía, nos miramos jadeando y con pasión, cuando menos lo esperaba me penetró de una única embestida, grité al notarlo dentro, me sentía completamente llena, deseaba que empezara a moverse, la posición que yo tenía, alzada y sin poder apoyar mis pies sobre el suelo, me dejaba a su merced y hacia imposible que llevara yo el control.

Carex empezó a embestirme con rudeza, me agarré a sus hombros para aligerarle el peso de mi cuerpo, puse mi cara sobre su hombro mientras gemía con cada penetración, no tardé en llegar al orgasmo, la pasión y la fuerza del acto sexual me desbordaba, enseguida tensé todo mi cuerpo sobre sus brazos y alzando mi vista hacia el techo solté un grito mientras notaba como mi vagina se contraía alrededor de su pene. El sin soltarme y sin sacar su miembro de mi interior, me llevó hasta donde dormía y me tumbó en la cama, comenzó a hacerme el amor con dulzura, yo estaba segura de que tenía las mejillas encarnadas, pues sentía arder todo mi cuerpo de vez en cuando aún se estremecía ante el orgasmo conseguido anteriormente, continuó penetrándome con dulzura sin dejar de mirarme a los ojos hasta que consiguió que llegara a otro orgasmo y a su vez, sentí que él también llegaba y se derramaba dentro de mi.

Carex se apartó de encima de mí antes de lo que me hubiera gustado, pero enseguida se puso de lado y me abrazó atrayéndome con rudeza hacia su cuerpo, evitando así que perdiera el calor del contacto. Noté que me besaba varias veces en la mejilla y en el lóbulo de la oreja, cerré los ojos y suspiré sintiéndome plena y satisfecha. No estaba arrepentida, casi podría asegurar que estaba deseando que llegara aquel momento desde hacia días, y aunque la razón me decía que abriera la boca y pronunciara un discurso sobre arrepentimiento, y algo así como “no va a volver a ocurrir”, realmente no me apetecía, y en esos momentos, lo único que deseaba era estar en aquel lugar, abrazada por Carex el resto de mi vida.

 

 

 

CAPITULO XI

 

Me desperté antes que Carex, cosa que me sorprendió. El estaba aun ladeado hacia mi sin dejar de abrazarme, ambos estábamos desnudos, temí por un momento que alguien pudiera entrar en la choza, así que decidí levantarme y vestirme, Carex notó que me movía y se despertó, abrió los ojos su mano rodeaba aun mi cintura, hizo fuerza para que volviera a pegarme a él.

¿Dónde vas? – me preguntó reteniéndome a su lado y levantando levemente la cabeza del suelo.

Es ya por la mañana, es hora de levantarse— le dije sin ser demasiado convincente en la explicación. Me miraba extrañado pero pronto volvió a relajarse.

Quiero que estés tumbada a mi lado mas tiempo— me dijo, aunque lo dijo con brusquedad y sonó más a orden que a petición, noté que mi cuerpo se estremecía ante aquellas palabras, que aunque peculiares, no dejaban de ser románticas.

Pueden entrar— esa era la verdadera razón de mis prisas. Apoyé mis brazos sobre la cama y me senté, forzando a Carex a aflojar la presión de su brazo.

Nadie va a entrar a mi choza, nadie se atrevería— me dijo, eso hizo que me sintiera mas tranquila, noté que la mirada de Carex se había desviado, ahora estaba mirando fijamente mi brazo izquierdo que era el que mas cerca tenia, vi como giraba la cabeza para observarlo mejor— ¿quién te hizo esos símbolos?— preguntó sin dejar de mirar mi brazo, bajé la cabeza para observar también mi brazo y recordé la noche anterior junto a chaman.

Yakai, me dijo que me darían suerte— levanté mi brazo mirándolo más detenidamente, después de la noche de ayer los símbolos continuaban intactos, empezaba a dudar que aquello se pudiera limpiar con facilidad. Vi que Carex seguía observándolos y empecé a preocuparme.

¿Ocurre algo?— le dije, volviendo a apoyar mi brazo e involuntariamente ocultando los símbolos.

No— me miró a la cara y puso la mirada más tierna que jamás hubiera visto en un hombre, sonrió un poco, no demasiado y me cogió de los hombros obligándome a pegarme de nuevo a él – y nos levantaremos cuando yo lo decida— dijo de nuevo en un tono seco.

Como siempre— afirmé acercándome más a su cuerpo.

Volví a dormirme en brazos de Carex, el calor de su cuerpo me producía un estado de relajación que me inducia al sueño, me sentó muy bien dormir mas horas de las que llevaba durmiendo esos días, aquellas camas tan duras en las que dormía no me dejaban descansar completamente.

Cuando desperté Carex ya no estaba a mi lado, no sabía que hora era, pero bien mirado, desde que había llegado allí nunca sabia que hora era, y ahora era algo que realmente no importaba. Me levanté y me vestí, me costó mucho salir de la choza de Carex, estaba segura que cuando saliera todo el mundo me iba a mirar sabiendo perfectamente lo que había ocurrido entre nosotros aquella noche, aun así me armé de valor y salí al exterior. Los indígenas estaban realizando sus habituales tareas diarias y nadie se fijó en mí cuando salí de la choza, no tenía claro dónde dirigirme, no me apetecía ir a la choza de mi padre, por la misma razón por la que había dudado al salir de la choza de Carex. Así que comencé a andar hacia el rio, en el trayecto vi a Carex acercándose, como siempre serio, con un semblante inexpresivo, en mi mundo aquel semblante, significaría que aquel hombre no quería volver a saber nada de mí, pero por fortuna no estaba en mi mundo.

Tu amigo ha regresado— me dijo, poniéndose justamente delante de mí y haciendo que me detuviese.

¿Kike?— pregunté, sabía que se refería a Kike pero aun así la ilusión de su vuelta me hizo necesitar confirmarlo.

Si— ¿Por qué aquel hombre tenía que ser tan parco en palabras?

¿Dónde está? Quiero verlo— le dije con desesperación, y sin evitar sonreír, aquella era la mejor noticia que me podían haber dado, llevaba días deseando que volviera.

En la choza de nuestro padre— me dijo. Yo lo esquivé y salí corriendo hacia el lugar.

Entré corriendo en la choza de mi padre, allí estaba el junto a Kike, ambos estaban sentados tomando algo de agua, me quedé paralizada en la puerta al observarlo de nuevo, estaba tan feliz de volver a verlo, era mi vínculo con el exterior, con mi mundo, no podía moverme, Kike al verme sonrió y se levantó con rapidez, se acercó a mi y me abrazó fuertemente, yo comencé a pegar pequeños grititos y comencé a reír sin parar. Kike me levantó de la cintura y comenzó a girar dándonos vueltas con nuestros cuerpos pegados y sin dejar de abrazarnos.

Estaba muy preocupado por ti— me dijo sin soltarme dándome un sonoro beso en la mejilla.

¡Te he echado de menos!— grite yo abrazándolo fuertemente.

Y yo a tisonrió, ambos estábamos jadeando y riendo, nuestra alegría era palpable, vi que mi padre también sonreía ante nuestro reencuentro.

Te quiero, no vuelvas a marcharte ¿eh?— le dije dándole un pequeño empujón.

Te quiero – me dijo a la vez, cogiéndome de la mano para que fuéramos a reunirnos con mi padre.

Escuchamos un golpe en la puerta de la choza, cuando miramos hacia allí, la puerta estaba moviéndose pero no había nadie, miré a mi padre interrogándole, él sonreía acompañándonos en la alegría.

Carex— me dijo mi padre no dándole mucha importancia.

No me había dado cuenta cuando había entrado tras de mi Carex en la choza, dada la alegría de conocer la noticia de vuelta de Kike, había salido corriendo y al verlo en el interior solo había tenido ojos para él, y aunque ahora pensaba la imagen que había visto Carex al reencontrarnos Kike y yo, sentía una punzada de culpa, en este momento lo único que deseaba era estar con Kike y contarle todo lo ocurrido en esos días y que él me contara como había sido su viaje.

¿Qué te sucede Lía?— me preguntó Kike mirándome. Había visto mi cambio de expresión mientras pensaba en Carex y que me había quedado absorta mirando hacia la puerta por donde había desaparecido.

Nada — dije volviéndome hacia él y sonriendo de nuevo— tenemos muchas cosas que contarnos— continué dándole un fuerte apretón en la mano.

Déjame que termine de tomarme el vaso de agua— dijo señalando de nuevo hacia donde había estado sentado con mi padre.

Si…. ¿Y cuánto hace que no te duchas?— le pregunté con una media sonrisa, Kike se sonrojó— creo que después deberías ir a bañarte al rio, al principio el agua está fría y te costará pero te aseguro que terminaras acostumbrándote, te dejo con mi padre, búscame después de bañarte— me despedí de mi padre y de Kike, y salí en busca de Carex, aunque no tenía claro que iba a decirle, necesitaba calmarle los ánimos, y darle una explicación que sabía que no la iba a entender ni le iba a complacer.

Encontré a Carex en su choza, me asomé por la puerta y lo vi sentado comiendo algo de fruta.

¿Puedo pasar?— pregunte desde la puerta con voz dulce asomando la cabeza hacia el interior de la estancia.

Si— me dijo sin mirarme ni dejar de comer. Me senté frente a él, y Carex, me ofreció una hoja de árbol ancha llena de trozos de fruta.

Gracias— le dije y comencé a comer junto a él, me sentía incomoda, no sabia como empezar la conversación y aunque entendía que el pudiera estar molesto, no podía dejar de reconocer que lo ocurrido era una lección para Carex y para su autoritario carácter, aun así decidí comenzar a hablar— me ha alegrado mucho la vuelta de Kike— Carex levantó la mirada, ahora si estaba mirando fijamente, no le había gustado nada lo que acababa de decir, decidí no detenerme— Kike es un amigo desde hace muchos años, ha estado siempre a mi lado me ha apoyado cuando más lo necesitaba, es el único que quiso acompañarme en este viaje…. Sé que es posible que no te haya gustado nuestro encuentro hace unos minutos pero no creo que tenga que darte demasiadas explicaciones, no hay más de lo que has visto— agaché la vista y continué comiendo, su mirada era demasiado intensa y me sentía como si hubiera cometido el peor de los pecados, Carex no habló, tampoco comía, tenía sus ojos clavados en mi, decidí volver a mirarlo, estaba muy incómoda— deja de mirarme así, me haces sentir incomoda— le dije recriminándole.

Eres mi mujer, no volverás a tener ningún tipo de acercamiento hacia tu amigo— dijo secamentemirándome con ojos de advertencia, aquello de nuevo consiguió sacarme de mis casillas, aquel hombre era indomable.

No eres dueño de mi— le dije manteniendo la misma tranquilidad y frialdad que el mantenía él cuando hablábamos creyéndose con el poder de la razón.

Si lo soy, y no deseo que mi mujer se acerque a ningún otro hombre— estaba segura que podíamos matarnos con la mirada, no pestañeábamos para conseguir estar uno por encima del otro.

Carex, de donde vengo es normal tener amigos, y no he hecho nada que esté fuera de lugar, es mi amigo, y no vas a quitármelo— dejé clara mi postura. Kike era el único amigo que tenía allí la única persona en “en ocasiones” me entendía y que aunque no lo hiciera me escuchaba.

No te lo voy a quitar, él se irá y tú te quedaras conmigo, mientras esté aquí no quiero que estés cerca de él si no es conmigo— aquello ya era insoportable, aquel carácter machista y de posesión me había sobrepasado, me levanté lentamente y me puse de pie mirándolo desde mi posición.

Eres imposible Carex, y no se va a hacer lo que tu digas, porque por mucho que lo niegues no soy tuya y no pertenezco a tu mundo— me giré para marcharme.

Carex levantó su mano derecha y agarró la mía antes de que pudiera dar un paso más, con su otra mano se ayudó para levantarse y me cogió de la cintura evitando que así pudiera marcharme, cerré los ojos delante de la puerta de salida sintiendo sus manos en mi cuerpo, suspiré y agaché la cabeza cansada.

¿Porque es tan difícil?— dije más para mí que para Carex— Quiero decir que esto que ha empezado entre nosotros no está bien, y no tiene futuro, pero no es eso lo que me gusta decir, tampoco deseo que mis palabras sean reales, y aunque la realidad llegue un momento en el que me golpee fuertemente, y sea el momento de marcharme, quiero estar contigo hasta que eso ocurra, pero por favor Carex, no me quites mi único vínculo con mi mundo, mi corazón es tuyo pero mi alma pertenece a otro lugar— terminé, recapacité sobre mis palabras, “¿realmente le había dicho que mi corazón le pertenecía a él?” aquella confesión por mi parte me pilló talmente desprevenida, suspiré, realmente me había enamorado de él, en tan pocos días había conseguido mi corazón, aun con su rudeza y autoritarismo. Me abrazó y se pegó a mi espalda, me besó en el cuello.

Dejaré que abraces a tu amigo y le muestres tu cariño siempre que no le muestres más a el que a mí, y siempre que no sea en público— me dijo casi entre susurros. Me giré y cogí su cara entre mis manos acercando sus labios a los míos.

Sabía que podíamos llegar a un acuerdo, gracias— lo volví a besar, desearía que me hubiera dicho que hacia aquel esfuerzo porque él también me quería, pero me quedé con las ganas.

Carex comenzó a besarme con pasión y me acercó hacia su cama, la excitación de saber que de nuevo íbamos a hacer el amor hizo que sintiera como un escalofrió recorría todo mi cuerpo. Me tumbó sobre su catre y me deje hacer, fue muy dulce, beso cada rincón de mi cuerpo, me penetró con suavidad e hicimos el amor hasta terminar saciados y agotados, luego se tumbó de nuevo a mi lado y besándome la espalda estuvimos allí durante lo que supuse serian horas.