CAPITULO XVI
A la mañana siguiente nos levantamos cuando aún no había salido el sol, fuimos juntos a bañarnos al rio, cuando llegamos a las aguas sobraban las palabras, Carex me desnudó poco a poco, me besó cada parte de mi cuerpo como iba desnudándose, mientras me quitaba las pocas ropas que llevaba él iba haciendo lo mismo con las suyas, y cuando estuvimos completamente desnudos me cogió en brazos y me introdujo en el agua. El agua fría de la noche anterior contrastaba con el calor que me proporcionaba su cuerpo, comencé a besarlo olvidándome de la pasión de días anteriores y utilizando el amor que sentía por él, cuando el agua le cubrió la cintura me soltó con suavidad y se encogió para poner mis pechos a la altura de su boca, comenzó a besármelos y a succionarlos, los mordisqueó y consiguió hacer escapar de mis labios un gritito de pasión, me mordí el labio cuando de nuevo se levantó y agarró mis piernas haciéndome perder el contacto con el suelo y obligándome a rodearle la cadera, noté como su sexo presionaba la entrada del mio, nos miramos a los ojos, sus ojos estaban tan llenos de deseo como los míos, era una tortura no tenerlo completamente dentro, no dejaba de mirarme como si fuera la única mujer que hubiera visto en su vida, y entonces supe que él era el único hombre que habría en la mía, no podía apartar mi mirada de sus ojos, y lo amaba, lo amaba como jamás había amado a nadie, no me imaginaba la vida sin él.
— Te quiero— las palabras salieron de mi boca con autonomía propia, no había podido evitarlo, quería arrepentirme por desvelarle mis sentimientos con tanta facilidad, pero él no dejaba de mirarme, su semblante era el mismo, no se le veía más feliz o más triste simplemente me miraba. Esperé que él me dijera que él también, pero no fue así.
Noté la presión de su sexo introduciéndose, eché la cabeza hacia atrás suspirando cada vez que notaba que se introducía un poco mas de el en mi interior, lo estaba haciendo con una suavidad exquisita, y supe que lo hacia con la precaución de mi estado. Lo besé hasta quedar rendida, arrebataría con besos las palabras que había esperado que pronunciara, Carex marcó el ritmo mientras yo no dejaba de devorarlo era tan perfecto tan dulce, me acerqué al lóbulo de su oreja para deleitarme con él.
— Eres mía para siempre— escuché que me susurraba al oído, aquello me hizo abrazarlo con mas fuerza y sentir la felicidad más inmensa que jamás hubiera imaginado, era suya, lo afirmaba el con convicción y lo sabia yo desde el primer día en que lo vi.
Cuando terminamos de hacer el amor y salimos del agua, Carex me secó continuando con aquel ritual que había iniciado al principio, me secó con especial cariño la tripa que no dejaba de mirar, vi un halo de ilusión en sus ojos, apartó el trapo con el que me secaba y puso la mano sobre mi abdomen tapando mi ombligo, mantuvo la mano allí unos minutos, para luego volver a mirarme a los ojos y sorprenderme con esa media sonrisa y esos ojos que estaban llenos de felicidad, me dieron ganas de llorar, no hubiera deseado para mi hijo ningún otro padre que no fuera el hombre que tenía delante de mí, apartó su mano manteniéndome la mirada y me ayudó a vestirme, luego lo ayudé yo a él, ya casi había amanecido y nos dirigimos al poblado de nuevo.
En el poblado la actividad aún no había comenzado aunque ya se veían algunos indígenas saliendo de sus chozas, todos saludaban a Carex mientras este les decía algo que yo no entendía, pero que suponía que les estaba avisando de la reunión que pocas horas después tendría lugar en el centro del poblado. Comimos algo en la choza de Carex, ese día yo no tenía demasiado apetito, los nervios del día anterior, la continuación de estos en el día en el que Carex expulsaría a esas gentes de la tribu, habían conseguido cerrar mi estomago no permitiéndome comer ni un bocado, aun así Carex insistía, decía que debía alimentarme dado mi estado y para no preocuparle mas de lo que ya estaba por la situación que se le venia encima decidí comer tanto como mi estomago me dejó para no provocarme nauseas.
Aún era temprano, todo los indígenas estaban reunidos alrededor de aquellas piedras que formaban el centro del poblado, Carex comenzó a hablar, mi padre pronto se unió a mi junto con Kike y ambos se pusieron a mi lado, mi padre comenzó a traducirnos a Kike y a mí en susurros lo mejor que pudo el discurso que estaba dando Carex, Carex hablaba muy rápido y enfatizaba con gestos y signos aquellas frases que eran más importantes.
— Los hombres blancos que han venido no me gustan….— tradujo mi padre en susurros para no molestar al resto de indígenas que estaban escuchando— sus intenciones parecen nobles pero yo sé que no lo son, nunca hemos convivido con ellos, siempre nos hemos ocultado y ahora están aquí entre nosotros, no podemos permitir que continúen entre nosotros, que les hablen a mas blancos sobre donde nos encontramos…..— mi padre se atascó un poco y puso mas atención a lo que decía Carex, los indígenas habían comenzado a murmurar y hacían casi imposible que se pudiera escuchar a Carex con claridad— no entiendo lo que dice, demasiada gente está hablando…— dijo mi padre intentando ver a Carex entre las cabezas de los indígenas, escuché que una mujer gritaba, me llevé un susto considerable noté que Kike me cogía del codo por si perdía el equilibrio, todo el mundo miró hacia aquella mujer, era una mujer mayor que gritaba mirando hacia todos los lados.
— ¿Qué pasa?— le pregunté a mi padre tirándole de la manga.
— La mujer esta diciendo que está sorda y que no escucha a Carex, simplemente está recriminando al resto y pidiéndoles que guarden silencio— dijo mi padre mirando hacia la dirección de la indígena. De nuevo se hizo el silencio entre los allí reunidos.
— Nuestros antepasados han estado huyendo del hombre blanco , ellos solo provocan desolación y muerte, no podemos permitir convertirnos en una atracción para los hombres blancos….— sentí una pequeña punzada en mi corazón, Carex estaba hablando de gente como yo, gente blanca como él decía, los de mi mundo, sentí como si me estuviera echando de allí también, ¿qué me diferenciaba de aquellos a los que quería echar?, estaba tratando al hombre blanco por igual….Kike me miró, supe que él estaba pensando lo mismo, me sentí como si fuera a haber un linchamiento y nos fueran a quemar en la plaza a la vista de todos….
— He descubierto que las intenciones de los hombres blancos y la mujer no es otra que embaucarnos con regalos, para que terminemos haciendo lo que ellos desean, creo que su estancia en nuestra tribu ha terminado, y cuando vuelvan esta mañana quiero que ninguno de nosotros trate con ellos, quiero que se marchen antes de que el sol se ponga por la montaña de Gen….— miré hacia esa montaña, cuando el sol estaba allí era medio día… Alguien gritó, esta vez un indígena robusto no mucho mayor que Carex. Terminó de hablar y vi que algunos indígenas afirmaban, pero todos absolutamente todos se volvían hacia mí, me temblaron las piernas y me agarré instintivamente al brazo de mi padre.
— Oh oh— dije mirando a mi padre y a Kike— ¿ahora viene cuando nos queman en la hoguera?— le pregunté a mi padre intentado sonar graciosa y calmar así el nerviosismo que me había invadido.
— Tranquila, Omha ha preguntado que pasa contigo que también eres blanca— me acarició el pelo y me sonrió— nadie va a quemar a nadie— sonrió infundiéndome ánimos.
Carex hablo a gritos llamando de nuevo la atención entre los allí reunidos y consiguiendo que nadie me mirara, algo que agradecí, miré a Kike su semblante era serio pero se le veía tranquilo.
— ….Ella es mi mujer, nadie expulsará a mi mujer de mi tribu, trae a mi hijo a la vida e igual que su padre vivirá con nosotros y será uno mas de los nuestros, durante los días que ha permanecido aquí ha demostrado ser leal como su padre, una buena mujer, y ha salvado a uno de los nuestros, nadie la tocará y nadie la comparará con los blancos, desde el momento que fue mía dejó de pertenecer a su mundo…..—mi padre dejó de traducir y me miró con cariño, cogió mi mano y la apretó con fuerza, el mundo se me cayó encima, parece ser que no iba a volver a mi casa, aunque eso aun estaba por discutir con Carex, en esos momentos no iba a llevarle la contraria menos aun allí delante de todos, pero sin duda “la posesión” se revelaría cuando estuviéramos a solas.
— Ahora habla de Kike— dijo mi padre mirándolo— dice que pronto te marcharás y que eres de su familia porque eres familia de su mujer— aquello no tenía nada que ver con la realidad, pero era la explicación más oportuna que se podía dar en esos momentos.
— Bueno a mí parece que tampoco me quemaran en la hoguera— dijo con una media sonrisa Kike.
Minutos después se dio por zanjada la reunión, algunos indígenas hicieron más preguntas, pero mi padre se limitó a decirnos que simplemente eran cuestiones sobre cómo se había enterado Carex de las intenciones de aquellas gentes, y que había zanjado la reunión diciendo que sería el mismo, quien echaría a los blancos de la tribu cuando aparecieran aquella mañana.