CAPITULO XII
Carex y yo nos levantamos al mismo tiempo, nos vestimos y quedamos para bañarnos por la noche en el rio. Le comenté que iría a buscar a Kike para hablar sobre los últimos acontecimientos con él, y Carex me recordó mi promesa a evitar reacciones cariñosas con Kike en público, afirmé con la cabeza y salí de la choza, me dirigí hacia la choza de mi padre donde supuse que estaría Kike, por fortuna me crucé con el antes de llegar y nos dirigimos al claro cercano al poblado. Nos sentamos allí y le cogí de la mano, antes me fijé que no hubiera nadie observándonos.
— Veo que te has bañado— le dije con guasa riéndome mientras le alborotaba su pelo aun mojado.
— No olía mal— me dijo defendiéndose de mis acusaciones de horas antes en la choza de mi padre.
— No, pero sabia que aun no lo habías hecho y aquí he descubierto que te miran mal si no lo haces diariamente, ellos son los que se pintan casi a diario, pero nosotros somos los que no estamos limpios— nos reímos al unísono— ¿cómo fue tu viaje?— le pregunté para iniciar la conversación sobre nuestras experiencias de estos días. Tenía tanto que contarle.
— Bueno mejor de lo que esperaba, aunque mis dos acompañantes indígenas no hablaban conmigo, no entendían nada de lo que les decía, y me sentía solo…. Por cierto— me miró fijamente— antes de irme te dije que tenía que contarte algo, ¿recuerdas?— me preguntó mirándome fijamente esperando mi afirmación.
— Si— le dije mirándolo de igual manera expectante.
— Carex sabe nuestro idioma— me dijo con seriedad, “a buenas horas” pensé yo, sonreí.
— Me lo cuentas tarde, ya lo he descubierto, bien podías habérmelo contado antes de irte, me hubieras evitado algún que otro problema— le dije recriminándolo y dándole un empujón mientras sonreía.
— Bueno no creí que fuera importante, perdóname, cuando nos reunimos el, tu padre y yo, y lo escuché hablar conmigo sobre el viaje y los hombres que me acompañarían me quedé muy sorprendido, supongo que igual que te quedarías tu al descubrirlo— recordé aquel día en el lago cuando lo descubrí, aunque mi menté voló sobre aquel hombre en la orilla completamente desnudo, mi estomago se llenó de mariposas y moví la cabeza para quitarme aquellos pensamientos que estaban consiguiendo excitarme de nuevo poniéndome al borde de ir a buscar de nuevo a Carex para saciarme de él.
— Si me sorprendí— “aunque más por otras cosas que porque supiera nuestro idioma” pensé— ¿arreglaste todo?— quería que Kike terminara de contarme todo lo ocurrido los días que había estado fuera, y sobre todo asegurarme de que no habían ningún problema y la tribu estaba a salvo.
— Si, hablé con el guía, al principio me miró raro, pero supongo que el simple hecho de que me viera allí tranquilamente comentándole mis planes lo convenció del todo— lo miré fijamente— no me mires así, no comenté nada sobre esta tribu, le dije que volviera a buscarnos en tres semanas , ¿es el tiempo que acordamos no?— sentí un vacío en mi interior al visualizar nuestra partida, no quería separarme de Carex, y estaba segura que no había ninguna posibilidad de poder llevármelo a mi mundo, me sentí muy triste y con la mayor de las tristezas afirmé con la cabeza a Kike— ¿y qué ha pasado por aquí?— me preguntó.
— He conseguido perdonar a todo el mundo, salvé a una niña con nuestras medicinas….—
— Nos han devuelto las mochilas— me interrumpió Kike visiblemente contento ante la expectativa.
— No— le quité de un manotazo todas las ilusiones— solo me dejaron la mía aquella vez, no sabemos nunca la hora que es, aunque he de reconocer que estando aquí apenas me importa el tiempo, no hay horarios de comidas ni de cenas, se come cuando se quiere, se bañan cuando quieren y no hay ningún tipo de reglas…. Pero ha ocurrido algo mas…— le dije, deseé ser lo suficiente fuerte para contarle mi relación con Carex y no sonrojarme, aunque siempre se había divertido con las historias de mis relaciones, estaba segura que esta no le iba a hacer mucha gracia.
— Vaya, parece que tenemos novedades, no me hagas esperar para contármelas— dijo dándome empujoncitos para que lo contara y haciéndome cosquillas para quitarle hierro al tema que se había dado cuenta me tenía preocupada.
— Bueno…. Luego te contaré los detalles y como se fueron produciendo los acontecimientos, pero debes saber que he estado con Carex— Kike abrió desmesuradamente la boca, yo miré al suelo algo avergonzada.
— ¿Te has liado con tu hermano?— me dijo casi gritando. Lo miré poniéndole dos dedos en la boca para que no gritara.
— No es mi hermano….— le dije enfadada empujando con esos dos mismos dedos su cara hacia atrás.
— Bueno, tu hermanastro, ¿te has liado con él?— me preguntó ya sin gritar apartándome la mano de su boca.
— Si, y no me mires así, surgió y no pude evitarlo me atrae mucho….— le confesé, miré al suelo, suspiré de nuevo, “ hay algo más que atracción” , yo lo sabía pero no estaba preparada para confesarlo.
— ¿En tres días? ¿Es que no puedo dejarte sola? Esto es demasiado hasta para ti— aquello ya estaba tomando otro color, no me estaba resultando graciosa la conversación, hurgaba demasiado en el tema.
— Mira, no pienso discutir contigo mis sentimiento, simplemente te lo quería contar porque eres mi amigo, tampoco estaba pidiendo tu permiso— le dije cruzando mis brazos sobre mi estómago y retirándole la mirada.
— Lía, no quería molestarte— me dijo cogiendome del brazo— te conozco desde hace mucho tiempo, se cuando me hablas de ese modo que te has enamorado, y deberías sentarte y con la cabeza fría, cuando no estés con él, pensar a donde te va a llevar esto, no creo que Carex quiera venirse con nosotros y dudo mucho que tu lo dejes todo por…..esto— señaló con su mano el poblado— no voy a decirte que debes hacer, solo te pido que recapacites— me dio un sonoro beso en la mejilla y se levantó ayudándome a que yo también lo hiciera, lo abracé.
— Kike te voy a pedir un favor, Carex no quiere que demos muestra de nuestra amistad delante del resto de los habitantes del poblado…..— Kike me miró extrañado— aquí tienen costumbres diferentes, y bueno Carex proclamó que era su mujer en una fiesta, en fin todos creen que le pertenezco y dado el rango de Carex no quiero dejarlo en entredicho…— lo miré suplicante.
— Valeee…— dijo comenzando a reírse, aquello había sonado a chiste, él lo sabía y así se lo había tomado— como son estos indígenas, con razón salió de aquella manera de la choza de tu padre, te ha tocado el novio celoso— continuó riéndose a carcajadas, yo sonreí.
Nos dirigimos al poblado mientras le contaba a Kike como empezó mi historia con Carex, omití los detalles sexuales de la misma, así como nuestro encuentro en el lago, hablar de él ya me hacía tener continuos escalofríos que me recorrían la espalda, contar más allá de lo “normal” por mucha confianza que tuviera con Kike no haría más que poner mi cuerpo en un estado de necesidad que no deseaba en ese momento.
Esperé a que llegara la noche para ir al rio, no sabia si debía ir a buscar a Carex a su choza o directamente dirigirme al rio y esperarlo allí, finalmente decidí ir al rio sola y esperar a que llegara Carex, mientras iba hacia el rio recordé la conversación con mi padre aquella tarde, mi padre había comentado que Kike se quedaría a dormir en su choza con Thalí y el, agradecí que mi padre mintiera el detalle de que yo dormiría en la choza de Carex, mi padre lo sabía, sabía que había pasado la noche anterior con él, y si tenía alguna opinión al respecto no me había comentado nada, Kike no tomó con sorpresa que no fuéramos a dormir en el mismo sitio, Carex no lo habría permitido nunca y yo ya le había dejado caer a Kike que era muy posible que yo continuara durmiendo con Carex, aquella separación no le había hecho demasiada gracia a Kike, pero lo había respetado a regañadientes.
Llegué al rio y me desnudé, me metí lentamente en el agua, había cambiado mi manera de entrar al rio, ahora disfrutaba con cada paso que daba en aquellas frías aguas. Cuando estaba dentro en el centro del rio, me hundí y estuve durante unos segundos bajo el agua, relajándome y escuchando el sonido del rio, era una sensación maravillosa. Saqué la cabeza del agua y al mirar hacia la orilla vi a Carex, estaba desnudo mirándome fijamente, me levanté dejando que mis pechos salieran de bajo las aguas y le sonreí, él se metió lentamente en el agua acercándose a mi.
Había dejado de notar el frio del agua desde el momento que vi a Carex, mi cuerpo entero estaba ardiendo, estaba deseosa de que llegara hasta a mi posición y me abrazará, la situación en el rio me excitaba, durante un segundo tuve el temor de que alguien pudiera vernos, pero solo duró ese segundo, mi visión se había vuelto túnel y solo veía a Carex, no escuchaba nada, ni si quiera el ruido del agua corriendo, miraba su boca , tan seria como siempre, y sus ojos, sus ojos expresaban mucho mas que su semblante, veía en ellos el deseo dirigido exclusivamente a mí, la pasión…. Y quizás mas cosas que hasta con aquellos ojos podía ocultar, iba rozando con sus dedos el agua que le había llegado ya por encima de la cintura, mis pezones estaban completamente erectos, me mordí el labio mientras esperaba que llegaba, “¿ cómo podía aquel hombre tan parco de palabras, tan inexpresivo, volverme completamente loca?” no podía entender mis sentimientos, y sabia que lo mejor era no tenerlos pero en esos momentos era imposible, debía vivir el momento y cuando llegara el momento de marcharme el tiempo curaría mis heridas….
Carex llego a mi altura, me miró fijamente a los ojos, noté que se me paraba el corazón, aguanté la respiración expectante, acercó su mano a mi cuello y retiró mi pelo mojado de mis hombros dejando mis pechos completamente desnudos.
— Eres hermosa— me dijo, sin dejar de mirarme, ni si quiera parpadeaba, no podía hablar, tampoco sabía que decirle y responderle con un adjetivo similar me parecía tonto – Nunca pensé que mi mujer fuera alguien como tú— debía que reconocer que me estaba acostumbrando con agrado a sus palabras y posesión sobre mi persona, acerqué con timidez mi mano y le acaricié en la mejilla.
— Es maravilloso estar aquí contigo— le dije tomando la iniciativa y acercando mis labios a los suyos mientras me ponía de puntillas para poder darle un casto beso en los labios.
— Déjame que te bañe— me dijo cogiendo mi brazo marcado por los conjuros de Yakai la noche anterior y frotándolo suavemente con agua hasta que hizo desaparecer todo rastro de pintura de él.
Me dio la vuelta y apoyó mi espalda contra su torso, empezó a frotarme con dulzura cada parte de mi cuerpo, la parte que estaba bajo el agua y la que estaba sobre esta, el acercamiento de sus dedos hacia mi zona intima hizo que soltara un gemido involuntario, pero si lo notó hizo como si no lo hubiera escuchado y continuó lavándome. Creo que estuvo frotándome durante bastante tiempo, pero para mi el tiempo corría muy de prisa, cuando dejó de hacerlo aun tenía la necesidad de que me siguiera tocando , de que me poseyera allí mismo dentro del rio, pero no lo hizo, me aparto el pelo de mis hombros y comenzó a darme besos apasionados en mi cuello, mis hombros y mi espalda, comencé a suspirar y a gemir, su cercanía causaba en mi cuerpo reacciones nunca conocidas, me giré y lo besé de nuevo en los labios, aunque esta vez con un profundo beso donde lamí su lengua, estaba muy excitada, pero no tenía claro si él deseaba hacer el amor dentro del rio, así que me decidí por lavarlo yo ahora a él.
Disfruté con la tensión que me transmitía su cuerpo cada vez que me acercaba a sus genitales, por gusto y para notar su deseo hacia mí me acercaba a ellos mas de lo que podría considerarse normal durante aquel baño, noté cada musculo de su cuerpo entre mis manos, nunca había tocado a un hombre tan duro, tan perfecto. Cuando terminé apoyé mi cara sobre su espalda y lo abracé con fuerza.
— Ojala pudiera estar así toda la vida— le dije sin separar mi mejilla de su espalda y con los ojos totalmente cerrados disfrutando del momento. Carex no respondió nada y se limitó a estar así durante minutos hasta que notó que cedía en la presión de mi abrazo.
Se giró, me miró, acercó sus labios a los míos, ahora por iniciativa propia y me dijo que era hora de marcharse, me sentí decepcionada de que todo terminara allí, pero no dije nada e intente que mi semblante tampoco lo dijera.
Cuando regresamos al poblado fuimos a la choza de mi padre, estaban ya cenando Thali, Kike y el, así que nos unimos a la cena, notaba tensión en el ambiente, más de una vez recriminé a Kike con la mirada, pues sabía que a él la situación le resultaba graciosa y que se sentía bien molestando a Carex con gestos, expresiones o miradas dirigidas a mí. Carex estaba muy serio, y las pocas veces que miraba a alguien, las miradas iban dirigidas hacia Kike, eran miradas de advertencia, Kike estaba jugando con fuego y de un momento a otro iba a iniciarse el incendio, estaba segura que mi padre también lo notaba, incluso la madre de Carex, pero hacían como si no se dieran cuenta de lo que estaba ocurriendo allí, una de mis miradas de advertencia ya bastante enfadadas consiguió que Kike dejara de comportarse así, y aunque eso no calmó a Carex hizo que la cena fuera mucho más tranquila.
Carex y yo nos marchamos de la choza de mi padre hacia la suya, ahí Kike ya puso mala cara, nuevamente argumentó que no le gustaba nada la idea de que no estuviéramos juntos, y yo no iba a permitir que durmiera conmigo y con Carex, aun así se conformó, no tenía más remedio, y aunque me giró la cara cuando fui a desearle buena noche, tenía claro que mañana se le habría pasado el cabreo. En ese momento supe, que Kike comenzaba a dudar de que volviera de aquel viaje junto a él.
A Carex por el contrario no se le pasó con tanta facilidad, y preferí al llegar a su choza no hablarle de la cena e intentar explicar el comportamiento de Kike, en esos momentos era mejor callar. Carex descargó su rabia haciéndome el amor de una forma salvaje que me excito hasta limites insospechados, me trató con rudeza y durante todo el acto sexual retuvo mis manos por encima de mi cabeza y no me dejo que llevara el control en ningún momento, incluso sus envestidas eran fuertes y notaba su miembro muy dentro de mi en cada una de ellas, me excito aquella experiencia más de lo que me esperaba, llegué al orgasmo con facilidad y el también, cuando terminamos completamente sudorosos y respirando con dificultad él se recostó de lado dándome la espalda, seguramente, para demostrarme que pese a la unión que habíamos compartido aún estaba enfadado, yo simplemente sin decirle nada, lo abracé en esa posición acoplándome a su cuerpo, y apretándolo contra mi, cuando noté que enlazaba sus dedos con los míos por delante de su pecho, respiré aliviada, aquel enfado no dejaba de ser algo exterior, efímero.