CAPITULO XIII

      

 

Cuando me levanté por la mañana Carex no estaba a mi lado, me puse la ropa limpia con la que llegué al poblado y salí de la choza. No sabía qué hacer, realmente no tenía nada que hacer, me limité a dar vueltas entre aquellas gentes sin ningún fin. Localicé a Kike en el centro del poblado al lado de aquella gran piedra lisa, estaba espolsándose los pantalones cortos que tenían llenos de polvo.

Buenos días— le dije con mi sonrisa igual de radiante que el sol que se había levantado aquella mañana. Kike dejó de espolsarse la ropa y me miró.

Hola— conocía demasiado bien a Kike para estar segura de que en contra de lo que supuse la noche anterior, el seguía enfadado conmigo, preferí dejarlo pasar y hacer como si no me diera cuenta, realmente no quería amargarme el día aquella mañana.

¿Te has caído?— le pregunté mirándole los pantalones, Kike dejo de mirarme e hizo como si me ignorara— ¿me has escuchado lo que te he preguntado?— insistí dándole golpecitos de atención en la espalda.

Si, te he escuchado Emilia— que me llamara por mi nombre completo era una mala señal— y no, no me he caído, me he sentado sobre esta roca y estaba limpiándome, ¿vale?— de nuevo me miraba con aquella indiferencia que sabía que me molestaba de siempre.

Uf, ya estamos, eres imposible, ¿por qué te tienes que enfadar siempre por tonterías?— le pregunté, al final había caído en la discusión que no quería empezar.

¿Tonterías? Mira aquí vinimos juntos y ahora tu vas a la tuya, muy bien pues yo voy a la mía, ¿y sabes que te digo? Que te busques la vida, que hoy mismo me largo de aquí, así que si quieres te vienes y le dices al guía que quieres vivir tu aventura sola en la selva, yo no pienso estar ni un segundo mas aquí— se giró y comenzó a andar, corrí tras de el para alcanzarlo y lo obligué a darse la vuelta.

No me hagas esto Kike— le dije suplicante— te necesito aquí conmigo— argumenté, mis ojos comenzaban a empañarse, sabia muy bien que Kike había tomado una decisión y no iba a ceder aunque le suplicara.

¿Me necesitas? Si ya tienes a tu amiguito, hermanastro— lo último lo enfatizó simplemente para molestarme— que no, que me largo— continuó andando. Yo de nuevo lo detuve, ya las lágrimas me caían por las mejillas, él lo sabía, pero era imposible ablandarle el corazón, lo odiaba cuando era tan insensible.

Casi me llevó a rastras mientras yo lo agarraba de un brazo para que se detuviera, aun así no se detuvo y cuando hice mas fuerza y tiré de su brazo, él se giró rojo y me obligo a soltarle del brazo de un tirón que hizo que me desequilibrara y tropezara cayéndome de culo al suelo. Noté el golpe fuerte en mi trasero, pegué un pequeño grito y sentada como estaba en el suelo agaché la cabeza apretando los dientes hasta que se me pasara el dolor del rabillo. Cuando levanté la vista Kike tenía el semblante asustado al comprobar que me había hecho daño en la caída, baje de nuevo la cabeza y puse en el suelo las manos para levantarme, noté un pequeño soplo en mi cara y vi pasar a alguien corriendo, dejé de intentar levantarme, pues aun me dolía un poco, recriminé mentalmente a Kike por no ayudarme a levantarme del suelo, y cuando levanté la vista de nuevo hacia, el Carex estaba allí y tenía cogido a Kike del cuello, Kike apenas tocaba el suelo con las puntas de los pies, sus manos se agarraban fuertemente a los brazos de Carex para intentar que lo soltara, Kike se estaba poniendo muy rojo.

No vuelvas a tocar a mi mujer— dijo Carex sin soltarlo, Kike no decía nada, estaba segura que aunque hubiera querido no podría articular palabra.

¡Suéltalo!— le grité a Carex desde mi posición del suelo, Carex ni me miró continuó mirando a Kike que cada vez tenía la cara más roja— Carex— supliqué— por favor te pido que lo sueltes, no me ha hecho nada, me he caído sola, no te perdonaré nunca si le haces daño— dije las palabras muy rápidas para conseguir que lo soltara antes, estaba segura que Carex seria incapaz de hacer daño a Kike, y no entendía porque se estaba comportando así, aunque siempre había sido rudo nunca se había mostrado tan agresivo sin motivo alguno, Carex lo soltó de un empujón, Kike intentó mantener el equilibrio una vez tenia los pies completamente apoyados en el suelo y comenzó a masajearse el cuello.

¡Estás loco!— le gritó a Carex mientras se alejaba un poco mas de él. Luego Carex se giró y me ayudó a levantarme, en mi cara se formó una mueca de dolor al incorporarme, di las gracia a Carex que lo tenía justo delante de mi, me ladeé un poco y miré a Kike que seguía masajeándose, nuestras miradas se cruzaron, pero él se giró y comenzó a andar en dirección contraria hacia donde nosotros estábamos.

No ha sido culpa suya Carex, estábamos discutiendo y me caí— le dije ya mas calmada— espero que se le pase pronto, le diré a nuestro padre que hable con el— ya no me sonaba raro hablar de mi padre con Carex como nuestro, el afirmó con la cabeza, y comenzamos a andar hacia la selva para buscar un lugar intimo donde relajarnos.

Supe que esa tarde mi padre había hablado con Kike, pero él no había entrado en razón, y seguía con sus intenciones de marcharse, mi padre me contó la conversación y aunque había intentado calmarlo con buenas palabras incluso a pedirle que lo hiciera por mí, él tenía claro que su partida seria al día siguiente. Decidí no ir a hablar de nuevo con él, entre el pequeño altercado de la mañana con Carex y mi padre con su charla, seguramente estaría colapsado y no querría que de nuevo alguien fuera a darle la lata. Me dediqué entonces a pensar en mi, sin decir nada a nadie me acerqué al rio para mi baño diario, me metí en el agua y me puse bocarriba flotando sobre la misma sin dejar de mirar el cielo, aquel cielo era muy parecido al mío aunque lo veía con un color mas llamativo, mas vivo, las escasas nubes pasaban muy lentas por delante de mis ojos y se perdían en el horizonte, respiré hondo y mi cabeza comenzó a valorar la situación en la que me encontraba.

Por un lado deseaba estirar al máximo el tiempo que me quedara hasta finalizar las vacaciones con Carex, no quería separarme tan pronto de él, pero por otra lado estaba Kike, mi gran amigo, la persona que siempre me había apoyado y que no dudó ni un instante cuando le propuse aquella locura, y ahora las cosas habían dado un giro y él se iba a marchar, lo conocía demasiado bien para tener plena certeza de que al día siguiente cogería las cosas y conmigo o sin mi se marcharía, si, era muy egoísta por su parte, nunca había soportado esa frialdad y egoísmo que siempre relucía en él y se incrementaba cuando estaba realmente enfadado, pero en definitivas cuentas se iba a marchar. Y ahora ¿qué era lo que debía hacer yo? Me costó menos de lo que esperaba tomar mi decisión, tarde o temprano me tendría que marchar de allí, y cuanto más tiempo pasara con Carex estaba segura que más me enamoraría de él y más sufriría cuando llegara el momento de abandonarlo, ahora era el momento de partir, ahora que aún estaba todo reciente, que no habíamos convivido lo suficiente y apenas nos conocíamos, ahora era el momento de huir, sufriría, eso no podría evitarlo, pero mayor seria mi sufrimiento si alargara mi estancia junto a él, y por supuesto estaba Kike que nunca me había fallado y ahora me tocaba responderle, este viaje lo habíamos hecho juntos y juntos nos marcharíamos, él puso su vida a mi disposición cuando aceptó mi locura y no podía pagarle de otro modo.

Salí poco a poco del agua, me dirigí a la choza de mi padre, le contaría que mañana me marcharía pero no haría lo mismo con Carex, me dolía mucho separarme de él, y conociendo su temperamento seguramente seria capaz de atarme al tronco de un árbol para que no me marchara. Mi padre puso muchísimas objeciones, buscó alternativas, pero ninguna solucionaba el problema con Kike, muy por encima le conté que irme ahora era lo mejor que podía hacer, dado el “vinculo” que se había creado entre Carex y yo. Al final con pesadez, afirmó con la cabeza, vi en sus ojos una tristeza infinita, ambos sabíamos que nuestras vidas nunca más volverían a cruzarse.

Salí llorando de la choza, ahora me dirigí a la de Carex a pasar la noche, hice el recorrido más largo de lo habitual hasta conseguir calmar mis llantos, no quería que Carex sospechara nada, y cuando estuve segura de que él no se daría cuenta de que me pasaba algo, entré en su choza. Me estaba esperando con algo de comida y una infusión que había preparado el mismo para mí, cenamos en silencio, y cuando llegó la hora de acostarse hicimos el amor. Me giré cuando terminamos y lo abracé fuerte contra mí, giró su cara hacia la mía, y curvó un poco los ojos interrogantes, di un beso en cada uno de ellos para que los volviera a cerrar, le sonreí y cerré los míos.