NOTA PERSONAL DEL AUTOR A LOS LECTORES

En 1979, cuando publiqué Overload, os anuncié que me retiraba. Me sentía cansado. Había tenido una vida muy llena. A los millones de lectores que tengo en todo el mundo les agradecía, y les agradezco todavía hoy las formas variadas y múltiples con que han enriquecido mi vida y han posibilitado mi descanso.

Para los años que me quedaban de vida, proyectaba dedicar más tiempo —y viajar más— en compañía de mi querida esposa Sheila, además de a la pesca, a leer más libros, a escuchar música, es decir, al tipo de cosas normalmente vedado a los escritores profesionales.

Sin embargo, desconocía cuán próximo me hallaba de la muerte, debido a seis obturaciones en las arterias coronarias, estado que me diagnosticó, al poco tiempo, mi amigo médico, el doctor Edward Robbins, de San Francisco, quien me aconsejó una operación inmediata. La operación —un desvío cuádruple— fue efectuada por el doctor Dentón Cooley y sus colegas del Instituto Cardiaco de Texas, equipo hacia el cual mi gratitud rebasa todos los límites imaginables.

Sheila me animó y ayudó con su presencia, como ha hecho durante nuestro matrimonio de amor. No es casualidad que en la presente novela los nombres de Celia y Sheila sean de pronunciación tan similar.

El resultado de todo ello fue recobrar la salud y nueva energía, hasta el punto que Sheila un día me dijo: Creo que deberías escribir otro libro».

Consejo que seguí. «Medicina peligrosa» es prueba de ello.