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Cierro la puerta con violencia y dejo partir lo que más amo. Apoyo la espalda en el dorso desnudo de la madera y lloro.
Me aterra el futuro, la soledad. Al volver lentamente a mí pasado recuerdo con absoluta claridad, las palabras de Nekim:
—Eres feliz, pero un día cuando menos lo esperes un puñal traspasará tu corazón y entonces, recién entenderás el mensaje.
Me detengo en seco. ¿El mensaje? Comprendo de inmediato que ciertas tormentas han llegado a mi vida. Debo dejar de lado personas, cosas, afectos, amigos, en los cuales he invertido demasiado tiempo y energías.
Aprendo, sin proponerme, a admitir que puedo vivir más de una vida y acabo de conocer la experiencia de una puerta que se cierra definitivamente. Reconozco, sin hablar, que no puedo seguir con mis viejos prejuicios, ideas, creencias, lugares...
En segundos, mi alma confundida ha cerrado una puerta y abierto otra diferente, llena de sorpresas, de incógnitas, donde indudablemente me aguarda un tremendo desafío.
Hay necesidad de encontrarme a mí misma y reencontrarme con mi pasado e historia personal. La aventura empieza.