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La ambición no descansa. Tiene mil rostros.
Uno de ellos es de facciones finas y ojos intensamente azules. El
otro es moreno, con rasgos gruesos y ojos oscuros como la noche,
muy parecidos al infierno. Ambos en sus miradas reflejan
sentimientos distintos. A uno lo deslumbra el dinero. Al otro el
afán de poder, de gloria. La ambición se apodera de ambos.
Con pasos precipitados y ágiles Iván llega
hasta el despacho de Ratán.
—Lo logré mi coronel. Todo está fríamente
calculado, en dos horas, ella será recogida de la iglesia de Santa
Teresa.
—Magnifico, buen trabajo. La seguiremos a
distancia. Cuando llegué al lugar elegido, atacaremos.
—Bueno yo cumplí con mi parte, ahora viene
lo tuyo.
—No te preocupes, el dinero lo tengo en este
sobre, es lo asignado por la cabeza del hijo de puta, que mata más
que la peste.
—Cómo andamos por casa mi querido Ratán,
pero ese no es mi problema. Cuanto antes quiero alejarme de este
lugar.
—Aquí tienes el dinero. Estoy confiando
demasiado en ti, el desgraciado todavía no es hombre muerto. Pero
si fallas esta bala cambiará de destino y se alojará en tu
cabeza.
—Descuida. El tal camarada Marco, en breves
horas será hombre muerto.
Ni el más leve remordimiento asoma en el
alma del traidor. Ciudadano del mundo, mercenario sin fronteras,
dejó que las huellas de la muerte, cuya cara vio de cerca en
guerras fratricidas, endurecieran su alma. Essden, conocido en esta
misión, como Iván sólo tiene un dios, el dinero.
Sin familia estable, sin afectos duraderos
que lo retengan en un lugar, vive el instante. Arriesga en cada
golpe que da. Cuanto más difícil es su apuesta, más alto es el
precio.
Reportero de mil oficios, se hizo maestro de
la información, llegó donde ningún periodista se atrevía. Sus
misiones siempre fueron sumamente riesgosas, audaces, casi
impensadas.
Dotado de una clara inteligencia y un
carisma especial, desarrolló un estilo periodístico que muy pronto
lo condujo a los linderos de la notoriedad, sobrepasando las
exigencias de un selectivo mercado europeo, donde el consumo de las
primicias periodísticas, es el desvelo de las grandes
trasnacionales de la información mundial.
Corresponsal en Moscú, en las interminables
y silenciosas estepas rusas, fotografió a los caminantes y todavía
con el flas encendido de sus cámaras, les robó su dinero,
dejándolos sorprendidos en medio de la nieve.
Amó y fue amado por mujeres espías que cual
Mataharis modernas, dejaban en las alcobas perfumes y
secretos.
De ellas aprendió esa exquisita
sensibilidad, que en todo espacio lo consagra seductor y
carismático.
Enrolado en misiones peligrosas se hizo
veterano y maestro del periodismo. Sus reportajes publicados en las
principales revistas europeas, conocen del sabor de la fama, del
prestigio.
Durante las primeras semanas del comienzo
del cerco a Sarajevo, cuando cubría una misión altamente peligrosa,
recibió, desde Suecia, una importante llamada que lo convocaba para
una misión en el misterioso y lejano Perú, país de los incas, del
oro y de las mujeres hermosas.
No dudo un solo instante y cuando aceptó la
misión, lo hizo con la mejor intención. Cuando se adentró en las
profundidades y honduras de la guerra fratricida de Sendero
Luminoso empezó a comprender que aquí podía ganar mucho
dinero.
Terrorismo y narcotráfico aliados, juntan el
dinero con la muerte. Ningún escrúpulo los detiene. Juegan a ganar.
Al diablo con los valores. Para ambos, éstos, no existen, ni
existirán jamás.
Instalado cómodamente en Ayacucho, se
vinculó con el poder y desde el principio tuvo muy claro que era
bienvenido al infierno. El buscaría como apropiarse de este poder,
para esto, lo importante es el fin, no los medios.
Flor, su compañera de misión, la tonta Flor,
era uno de ellos.
Sabe, con certeza, que la belleza de las
mujeres, incluso cuando ellas no son conscientes de su poder, es un
arma infalible. Mucho más, en campos de batalla donde la adrenalina
de la sangre, necesita expresarse, desfogarse y donde el sexo es
uno de los pocos canales que permiten esto. La crueldad, la
abstinencia, exacerba los instintos.
Entonces el sexo reclama su lugar.
Observó la conducta de Ratán y en silencio,
con la astucia de los viejos zorros, ideó el plan de la entrevista,
para capturar al camarada Marco. Así fácilmente cobraría el precio
asignado por su captura.
Pronto en la ciudad de la muerte, en
contactos peligrosos, en el juego complicado de personas que son
capaces de vender su alma al diablo por un poco de poder,
comprendió, que fácilmente podía asegurar su vejez, sin apremios ni
sobresaltos.
El destino lo colocó frente a mujeres
hermosas y guerreras, que luchando por diversas causas, podían
servir para sus propósitos.
Flor, intentando encontrar en su profesión,
la fuerza que le ayude a olvidar un pasado. Mar con su belleza y su
dolor a cuestas tratando de hacer efectiva su venganza, por el amor
robado por la muerte.
Las usa, a su manera. No le importa, una vez
más utilizar a dos mujeres jóvenes, bellas, que por distintas
razones confían en él.
Ahora está aquí, frotándose las manos, con
el dinero entre los dedos, afirmando con aire de triunfo:
—Misión cumplida mi coronel. El resto es
cosa tuya. Te dejó la gloria y el poder, me voy con el dinero. Ya
confirmé mi vuelo. Te recordaré Ratán, mi querido coronel.
—Yo también, lástima que tengas que
marcharte.
—Son usos de la guerra. Me esperan otras
misiones.
En los escenarios de la muerte, una vez más,
la ambición vuelve a ganar la batalla.