Antología poética
La obra de Alberti, toda superficie de siluetas y colores, se nos aparece como un monumento de gracia poética, de creación en estado puro que apenas tiene igual en nuestra lengua. Es también, pese a sus ropajes vanguardistas, un candoroso anacronismo, el fruto de una mente que no desconfía de sí, que no percibe con Freud la ambigüedad ni la sospecha, que no conoce el peligro de algunas buenas intenciones ni el doble fondo de muchos buenos sentimientos. Los poemas de Alberti se mueven entre la tristeza, la ira y la alegría con la misma inconsciencia con que combinan los colores primarios. Como estrellas de pólvora, nos devuelven el asombro de la infancia, cuando, «globo libre, el primer balón flotaba / sobre el grito espiral de los vapores».