Trece para el diablo
Su legendario origen, muy anterior a la tradición bíblica, se diluye en la bruma del tiempo. Su verdadero nombre es desconocido: Demonio, Satán, Ahriman, Baal, Lucifer, Belcebú, Belfegor, Baphomet, Asmodeo, Mammon, La Bestia, El Ángel Caído, El Maligno y tantos otros no son más que inútiles tentativas humanas de nombrar al Innombrable. Su apariencia, igualmente múltiple y escurridiza: serpiente, macho cabrío, hermosa doncella seductora, misterioso caballero, gato negro, híbrido cornudo, con pezuñas y rabo, bello andrógino, vampiro y mil máscaras más, nos habla de su astucia y recursos.Odiado por muchos y venerado por algunos como ángel rebelde, pues forma parte esencial del inconsciente colectivo. «Trece para el Diablo. Las mil caras del Príncipe de las Tinieblas» es una antología de textos que trata de recapitular los diferentes temas relacionados con el Diablo rastreando las sulfurosas huellas que ha dejado en la moderna literatura occidental. Así el relato de Alan Moore «Compañeras de labor» (1996) recrea el mundo de las brujas; Jonathan Carroll con «La habitación de Jane Fonda» (1982) nos ofrece una visión moderna e inesperada del infierno; «El Diablo y Daniel Webster» (1938) de Stephen Vincent Benet, toca el tema del Pacto con el Diablo; «Una neurosis demoníaca en el siglo XVII» (1922) es un fascinante ensayo de Sigmund Freud sobre la posesión diabólica; «La bruja de Verberie» (1797), relato del librero francés escéptico e ilustrado Mercier de Compiègne, narra los pormenores de un sabbat… El volumen incluye la popular novela corta de Jacques Cazotte «El diablo enamorado» (1772).