Felisberto Hernández

Nació un 20 de octubre de 1902 en Montevideo, Uruguay. Repartió su actividad artística entre dos grandes pasiones: la vocación por la música y el gusto por la literatura. Desde muy joven, intentó con poco éxito ganarse la vida como pianista. Ofreció conciertos en bares, cafés y teatros de Uruguay y Argentina, mientras escribía sus primeros cuentos y novelas. El aprendizaje musical y sus profesores de piano serán tema de buena parte de su literatura, sobre todo a partir de Por los tiempos de Clemente Colling (1942).

Hacia 1940, Felisberto abandona la música y se dedica enteramente a su escritura. A partir de esos años, comenzó a publicar cuentos y novelas en los que la memoria y la recuperación de los recuerdos ocupan el centro de la trama. El caballo perdido (1943) y Tierras de la memoria (1965-póstumo) son testimonios de su fino trabajo sobre el viaje al pasado. Asimismo, otros textos editados en esa década serían los responsables de la consagración de Felisberto, luego de su muerte, como el creador de una de las variantes más originales del género fantástico latinoamericano. Durante su estadía en París, se publicó en Buenos Aires su libro de cuentos Nadie encendía las lámparas (1947), al que le siguieron Las hortensias (1949) y, años más tarde, La casa inundada (1960). En estos últimos aparece, según Sylvia Saítta, «un fantástico más ligado a lo maravilloso —que algunos críticos han vinculado al surrealismo—, ya que desde su comienzo la narración se instaura en un mundo regido por leyes que difieren de las que rigen en la realidad extratextual». En un prólogo a La casa inundada, Cortázar notó que el autor lograba «aliar lo cotidiano con lo excepcional al punto de mostrar que pueden ser la misma cosa».

Con muchos matrimonios y amoríos en su haber, famoso por su declarado anticomunismo (aunque su biógrafo asegura que estuvo casado con una agente de la KGB sin saberlo), Felisberto murió de leucemia el 13 de enero de 1964.