CAPÍTULO 69

A la una de la tarde, CNN en Español interrumpió las transmisiones del domingo 20 de mayo y enlazó con los corresponsales que estaban en el Salón Tupac Amaru. La reunión fue avisada durante la mañana y rápidamente llegaron los periodistas de Lima, La Paz y Buenos Aires al enterarse de que sus mandatarios mantenían una conversación a puertas cerradas desde las diez, hora en que llegó la presidenta Telma Sanjuán a la Casa de Pizarro.

Súbitamente, las puertas del Salón se abrieron dando paso a los soldados del Ejército de Perú, a los guardaespaldas y a los policías que custodiaban a los gobernantes y a sus ministros hasta que se situaron en el estrado. La mandataria de Argentina se cruzó de brazos y mantuvo el rostro altivo, el presidente de Bolivia guardó las manos en los bolsillos de la chaqueta de gamuza y el anfitrión se apoyó en el mueble mientras un asesor acomodaba el micrófono.

—El escenario es insostenible. ¡Necesitamos una solución para que Sudamérica pueda sanar las heridas y construir en paz un camino hacia la hermandad!

—Muchas veces intentamos una resolución viable a través de la diplomacia, pero La Moneda nunca tuvo intenciones para dialogar —dijo la Señora S—. Ahora, todo es diferente.

—¡Nos propusimos encarar el despotismo de Chile! —confesó el presidente Hilario Bustamante levantando un puño—. La ambición chilena ha acorralado por décadas nuestros legítimos derechos, y ahora es el momento de que ellos sepan que no podrán continuar con juegos soberbios.

Silencio.

Los reporteros fotografiaban cada movimiento del sólido grupo que sentenciaba las direcciones de sus naciones.

—Por eso, Argentina, Bolivia y el Perú nos hemos reunido para formar una hermandad sin fines de lucro, altanería ni avasallamiento, para reclamar lo que históricamente nos ha pertenecido —pronunció el presidente Quispe—. La Nueva Confederación no tiene propósitos expansionistas ni guerrilleros, y sólo apela a que la justicia demuestre realmente que es justa.

—Chile tiene una deuda pendiente con Sudamérica, en especial con sus países vecinos. —El mandatario boliviano levantó el índice—. ¡No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla!

—Durante estos cuatro años por mantener la paz, hemos recibido la indiferencia del usurpador más grande del mundo que se mueve sin escrúpulos porque está respaldado por Estados Unidos. —La mandataria de Argentina se humedeció los labios—. A Santiago de Chile le digo... ¡recuperaremos lo que nos pertenece!

Los tres presidentes se quedaron quietos junto a la plataforma, se miraron y esperaron a que la comitiva de los vicepresidentes, ministros y asesores los rodearan para demostrar el gran equipo que conformaban.

Enseguida, el presidente Omar Quispe abrió la carpeta que tenía enfrente y leyó detenidamente el documento mientras su voz aclaraba las dudas de los asistentes.

—La Nueva Confederación ha decidido dar un ultimátum al Estado de Chile. Esta advertencia tiene como último camino el enfrentamiento bélico —levantó la vista—. Aún es tiempo para conversar. De lo contrario, Santiago tendrá que asumir nuestros actos —continuó leyendo—. Según los acuerdos que La Nueva Confederación consideró el 9 de mayo de 2009, el eje central de nuestra demanda está basada en los siguientes puntos: entregar la Región de Arica y Parinacota y la Región de Tarapacá al Perú, la Región de Antofagasta a Bolivia para el término de la mediterraneidad, y Campo de Hielo Sur, las Islas Picton, Nueva y Lennox y el control del Canal del Beagle a Argentina.

—Este ultimátum tiene veinticuatro horas de vigencia desde hoy 20 de mayo —aportó el mandatario boliviano—. El resto del mundo no tiene derecho sobre este asunto que atañe a Chile y a La Nueva Confederación.

—Si mañana a primera hora no hay respuesta, Sudamérica no volverá a ser lo mismo —sentenció la presidenta Telma Sanjuán—. Es por las buenas o por las malas. ¡Chile tiene que entregar lo que robó!

Los secretarios de Estado se apartaron del proscenio tras recibir las instrucciones de los jefes de seguridad. Debían salir del Salón Tupac Amaru antes de que la prensa iniciara una persecución con emisiones en directo para el mundo.

El último personero que cruzó el umbral fue el anfitrión, quien ostentaba una ligera sonrisa y mantenía las manos a media altura. Sólo entregó una reverencia de agradecimiento a los periodistas y fue conducido por los guardaespaldas hacia el Salón Almirante Grau para continuar con la reunión.

El plan Morgana
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