El ángel de arena

Seriamente, en tus ojos era la mar dos niños que me espiaban,

temerosos de lazos y palabras duras.

Dos niños de la noche, terribles, expulsados del cielo,

cuya infancia era un robo de barcos y un crimen de soles y de lunas.

Duérmete. Ciérralos.

Vi que el mar verdadero era un muchacho que saltaba desnudo,

invitándome a un plato de estrellas y a un reposo de algas.

¡Sí, sí! Ya mi vida iba a ser, ya lo era, litoral desprendido.

Pero tú, despertando, me hundiste en tus ojos.