El ángel rabioso

Son puertas de sangre,

milenios de odios,

lluvias de rencores, mares.

¿Qué te hice, dime,

para que los saltes?

¿Para que con tu agrio aliento

me incendies todos mis ángeles?

Hachas y relámpagos

de poco me valen.

Noches armadas, ni vientos

leales.

Rompes y me asaltas.

Cautivo me traes

a tu luz, que no es la mía,

para tornearme.

A tu luz agria, tan agria,

que no muerde nadie.