Madrigal sin remedio
Porque al fin te perdieron fuegos tristes
y humos lentos velaron
vedaron el castillo, nívea cárcel.
donde la rosa olvida sus fantasmas,
mi corazón, sin voz ni batallones,
viene solo al asalto
de esas luces, espejos de ceniza,
llevadoras a un muerto sur de muertes.
Ve su pecho ascendido en dos arroyos
de agua y sangre, hacia el tuyo
quemado ya por huecos tizos fáciles,
falsos, flor, pena mía, sin remedio.