Ascensión

Azotando, hiriendo las paredes, las humedades,

se oyeron silbar cuerdas,

alargadas preguntas entre los musgos y la oscuridad colgante.

Se oyeron.

Las oíste.

Garfios mudos buceaban

el silencio estirado del agua, buscándote.

Tumba rota,

el silencio estirado del agua.

Y cuatro boquetes, buscándote.

Ecos de alma hundida en un sueño moribundo,

de alma que ya no tiene que perder tierras ni mares,

cuatro ecos, arriba, escapándose.

A la luz,

a los cielos,

a los aires.