EN LAS TABLILLAS HITITAS?

Hemos llegado a la conclusión de que los hititas conocían a los griegos micénicos, los achaiwoi de Homero; sabían que era un poderoso estado de navegantes denominado Ahhiyawa, y que desarrollaba actividades militares y diplomáticas en la costa de Asia Menor. ¿Podemos acaso decir algo más que eso? Si la guerra de Troya existió de verdad, incluso a grandes rasgos como la describe Homero, entonces encajaría perfectamente con los testimonios del archivo hitita; pero ¿se menciona alguna guerra de esta naturaleza en las tablillas de Boghaz Kóy?

La pregunta tiene dos partes. Primero, ¿conocían los hititas un lugar llamado Troya? En caso de que así fuera, solo aparece en un documento, y este hace poco que ha sido fechado de nuevo por los lingüistas. Datado al principio en el siglo XIII a. C., hoy se piensa que pertenece a la época de Tudhaliya I (c. 1440-1410 a. C.), un poderoso rey cuyos anales recogen la conquista hitita de Arzawa en el oeste de Anatolia. La tablilla habla del sometimiento de un país vecino llamado Asuwa, cuyo nombre muchos especialistas coinciden en que responde al arquetipo de la palabra griega Asia, una zona originariamente limitada a Lidia y a las tierras al sur de la Tróade.

Para los hititas, Asuwa indicaba un lugar concreto, con una «ciudad de Asuwa», pero coaligados a ella había otros veintidós lugares que estaban enumerados, según muchos expertos, de sur a norte, terminando en el extremo noroeste de Asia Menor, en la región de Troya. El último nombre de la lista está escrito en hitita como «Taru[u]isa», que se supone que es el componente más septentrional de la alianza, y con un parecido superficial tentadoramente cercano a la Troia de Homero. ¿Podría tratarse de Troya? La identificación del nombre, por desgracia, es problemática. Un punto a su favor es que las reglas fonéticas no siempre se aplican al trasladar un nombre de una lengua a otra, pero a primera vista no concuerda; la única manera posible de que encajara sería postulando una forma original, Taruiya, y suponiendo que la forma que aparece en los anales del rey Tudhaliya deriva de ella (de hecho existen paralelos de formas duales: por ejemplo, Karkisa y Karkiya son evidentemente el mismo lugar). No obstante, para la mayoría de los especialistas todo esto es demasiado especulativo.

Sin embargo, mucho más seductora es la asociación del nombre Taruisa con el lugar que la precede en la lista: Uilusiia, pronunciado Wilusiya. El que estos dos nombres aparezcan juntos, incluso en un documento de c. 1420, aproximadamente en el mismo lugar en que las leyendas ubican la ciudad de Troya, sí que es con toda claridad una coincidencia verdaderamente notable. Una de las cosas inexplicables del relato de Homero es que en él Troya tiene dos nombres diferentes: Troya (que a menudo parece aludir a la ciudad) e Ilios (a menudo en referencia al país). Como ya hemos visto en el capítulo 4, originalmente el nombre de Ilios se pronunciaba con una digamma, es decir, Wilios, que es una traducción totalmente aceptable de la Wilusa o Wilusiya hitita (ambas formas aparecen). ¿Es posible que en el siglo XIII Hisarlik-Troya estuviera dentro del conjunto de reinos del estado hitita de Wilusa?

De la Wilusa hitita tenemos bastante información, aunque por desgracia desconocemos su ubicación exacta. Era un estado arzawano y, por consiguiente, estaba dentro del grupo de estados anatólicos occidentales que incluía Arzawa y Mira; si el primero estaba situado aproximadamente en los valles del río Hermo y del Caistro, y el último en los valles medio y alto del río Meandro, incluyendo Beycesultan, entonces Wilusa probablemente se extendía al norte y al noreste de Arzawa. Siendo una de las importantes potencias del oeste, es posible que Willus incluyera la zona de Troya. Conocemos detalles de sus relaciones con los hititas y con sus vecinos por un tratado fechado en tiempos de Muwatalli (1296-1272 a. C.), y esto nos proporciona otra pista, porque casualmente el rey de Wilusa que aparece en el tratado es Alaksandus, un nombre que sorprendentemente nos recuerda al príncipe homérico Alejandro (Paris) de Wilios. ¿Podría tratarse del mismo hombre? Es asombroso que entre los nativos de habla luvita del suroeste de Turquía se conservase hasta época clásica una tradición independiente que afirmaba que el amante de Helena había sido efectivamente un aliado de Muwatalli. Es posible, pues, que Homero haya conservado aquí el auténtico nombre de uno de los reyes de Wilusa y que Wilusa fuera Troya.

De este tratado surgen interesantes acontecimientos acerca de la historia de Wilusa. Desde el sometimiento de Arzawa en el siglo XVII a. C., Wilusa siempre había sido leal a los hititas. A pesar de ser un estado arzawano (presumiblemente por afinidad racial), fue leal a los reyes de Hatti incluso cuando Arzawa combatía contra ellos. Durante los reinados de Tudhaliya I y Tudhaliya II, del gran Suppiluliuma y de Mursili II, cada vez que los ejércitos hititas invadían Arzawa nunca tenían que atacar a Wilusa, antes al contrario: disponían del fiel apoyo de aquel estado aparentemente aislado. Esto indica que Wilusa estaba situada en el extremo norte de los estados arzawanos, lo bastante alejada de la capital Apasas (¿Éfeso?) como para poder mantener una política propia.

Las condiciones del tratado de Alaksandus con los hititas incluían la obligación del rey súbdito de aportar su ejército, su infantería y sus carros al rey hitita supremo en tiempos de guerra («Las siguientes campañas de Hattusa son obligatorias para ti ... el Rey de Egipto ... el Rey de Asiría»), Ahora, los egiptólogos plantean que los drdny, que se mencionan como aliados de Muwatalli participantes en la batalla de Kadesh en Siria en 1275 o 1274 a. C. (el período del tratado de Wilusa), no son otros que los «dárdanos» o «dardanios», el nombre que da Homero al pueblo de la Tróade. Por consiguiente, ¡un joven que combatiera en Kadesh con los 2.500 carros de Muwatalli y las «tropas de dieciséis naciones» podría quizá haber defendido siendo veterano a la «sagrada Wilios» contra los aqueos! Si el rey de Wilusa era tan importante como sugiere el tratado, entonces el pueblo de la Tróade pudo perfectamente ser uno de sus estados menores cuyos gobernantes le debían vasallaje, del mismo modo que él era vasallo del Gran Rey. Durante los 150 años precedentes, sin duda muchos de los pequeños estados que conformaban la confederación asuwana habían sido incorporados a Arzawa o Wilusa, del mismo modo que Midea, Prosimna o Berbati habían sido englobados en el reino de Micenas.

Por lo tanto, debería barajarse la posibilidad de que a mediados del siglo XIII a. C. Troya estuviera dentro de la «vasta Wilusa», y de que Wilusa se esconda efectivamente detrás de la Wilios de Homero con su príncipe Alejandro. Pero por más emocionantes que resulten estas especulaciones, en la actualidad no son más que esto, porque hasta que no se apacigüen las acaloradamente discutidas teorías sobre la geografía hitita, tales ideas no pueden contrastarse de ninguna manera. Sin embargo, el hecho de que el reino de Wilusa pueda haber incluido a la Tróade parece digno de consideración: en este caso, Wilusa sería el prototipo de la Wilios de Homero. De ser así, entonces tiene gran interés que Ahhiyawa y los hititas lucharan por Wilusa a mediados del siglo XIII a. C.