TROYA Y MICENAS
Hoy en día existe un creciente cúmulo de evidencias que muestran que los griegos de los siglos XIV y XIII a. C. estaban implicados en incursiones armadas a las costas de Asia Menor. En efecto, hay que decir que ahora disponemos de un contexto verosímil para el relato narrado por Homero y la épica griega. Pero ¿había alguna relación entre la propia Troya y la Grecia continental? Aquí los testimonios arqueológicos nos proporcionan nuevos indicios.
En primer lugar, recordemos la tradición homérica. La épica dice que hubo dos saqueos de Troya en la Era Heroica: el primero fue el saqueo de la ciudad de Laomedonte por Heracles; el segundo, la expedición de Agamenón contra Príamo. La excavación de Cari Blegen en la década de 1930 estableció dos destrucciones de Hisarlik en la Edad de Bronce Tardía: la ciudad de Troya VI, de hermosas murallas, cayó hacia el año 1300 a. C., al parecer a causa de un terremoto; y su sucesora, la Troya VIIa, la ciudad de las chozas, según se ha corroborado recientemente fue saqueada en torno al 1200 a. C., corrigiendo la datación de Blegen. ¿Qué encontró el excavador que pudiese vincular Troya con Micenas? Hemos de recordar que Hisarlik sigue siendo el único yacimiento del noroeste de Anatolia que ha sido excavado a conciencia, por lo que la importancia que otorgamos a los hallazgos puede ser engañosa; aun así, las cantidades de cerámica micénica eran de tal calidad y lo suficientemente abundantes como para que Blegen pensase que había relaciones directas entre Troya y Micenas.
Las importaciones troyanas procedentes del mundo micénico empiezan en el siglo XVI a. C. (LH II A) y continúan siendo numerosas a lo largo del XIV hasta la primera mitad del XIII (LH III B 1). Se detienen, como muy tarde, hacia el 1250 a. C. Solo se conoce un fragmento de cerámica de 1250-1200 (LH III B 2), aunque sin duda la cerámica anterior seguía siendo utilizada. El total de piezas encontradas por los excavadores anteriores es dudoso, pero Blegen calculó que los fragmentos que se habían conservado de hacia 1400-1250 ascendían aproximadamente a unas setecientas u ochocientas vasijas, casi la tercera parte de todas las importaciones de cerámica micénica a Troya. Hay que recordar, no obstante, que los productos micénicos tan solo representan un uno o un dos por 100 de toda la cerámica de Troya VI: es una diminuta proporción si se la compara con los productos locales, y presumiblemente no es más que la importación de productos de lujo (¿aceite perfumado?) o simplemente de cerámica exótica deseada por su intrínseco valor como novedad.
Esta pauta de gran afluencia desde aproximadamente 1400 a 1250, seguida por un intervalo y después por el restablecimiento de contactos en el siglo XII (LH III C), tiene su paralelo en el suroeste, en Mileto. Podríamos, pues, tomarla como guía para nuestro panorama general de las relaciones entre Troya y Micenas.
A los testimonios aportados por la cerámica podemos añadir otras importaciones procedentes del mundo micénico. Blegen encontró que la última fase de Troya VI (c. 1400-1300 a. C.) había introducido artículos de lujo de origen micénico: cajas de marfil con diseños característicos, entre ellas lo que es quizá un tablero de juegos, cuentas de cornalina y marfil, huevos de avestruz decorados, fíbulas de plata o electro y una lámpara cretense. Otros hallazgos sugieren contactos más amplios: sellos cilindricos, que posiblemente procedían del mundo hitita; cerámica de «engobe blanco» de Chipre (que quizá contenía opio), pues algunos de los cuencos decorados como los micénicos eran apreciados como productos exóticos, y cuencos de piedra de tres patas que también llegaron a Troya procedentes de Chipre. Podríamos apuntar aquí que el pecio encontrado a la altura del cabo Gelidonya (véase p. 255) estaba en la ruta marítima que iba de Chipre a Troya, y también a Grecia: en la nave se halló cerámica chipriota, como también se ha encontrado en Creta, Tera, Melos, Ceos, Rodas y Cos, posiblemente estaciones en la ruta hacia T roya.
¿Qué ofrecían a cambio los troyanos? La presencia de numerosos volantes de huso, que muchos excavadores encontraron en Hisarlik, indica que posiblemente se habían especializado en la lana, el hilado y los tejidos. Esto cobra verosimilitud si recordamos que las ciudades vecinas de Ilium en época clásica, como Escepsis, se conocían como «ciudades de ovejas». Los troyanos exportaban también su propia cerámica, porque sus productos locales gris minianos se han encontrado en Siria (en Ugarit, por ejemplo), en Chipre y en Palestina. También el pescado se ha propuesto como fuente de riqueza para Troya, y esto resulta más verosímil ahora que conocemos la existencia de una gran bahía. En épocas posteriores las migraciones estacionales de caballa y atún a través de los Dardanelos atraían a las flotas pesqueras de todo el Egeo, y este factor se ha propuesto como posible motivo de la guerra de Troya: ¡la molesta flota pesquera micénica provocando una especie de guerra del bacalao en la Edad de Bronce! La arqueología de Hisarlik podría apoyar esta teoría, puesto que Schliemann encontró profundos estratos de espinas de pescado entre las que podría haber restos de caballa y atún (¿los «huesos de tiburón» de Schliemann?).
También podría tener cierta base un elemento legendario de la riqueza de Troya. Homero destaca la ciudad de Troya por sus hermosos caballos, y califica a sus ciudadanos de «criadores de caballos». Los arqueólogos encontraron que Troya VI se distinguía por la presencia de grandes cantidades de huesos de caballo, y podemos también señalar la cría de caballos en la Tróade en época clásica (de hecho había una granja turca otomana de sementales cerca de Troya en la Primera Guerra Mundial). Las manadas de caballos salvajes que todavía rondan por la parte noroeste de Lesbos pueden constituir un vínculo distante con la «cultura de los caballos» en la región de Troya durante la Edad de Bronce Tardía. Por lo tanto, aunque solo tengamos los epítetos homéricos como testimonio directo, parece verosímil que la cría de caballos fuera una fuente de la legendaria riqueza de Troya: curiosamente, el saqueo de Troya por parte de Laomedonte se atribuye ¡a una disputa sobre caballos!
No obstante, la pregunta más importante sobre los troyanos todavía está por responder. ¿Quiénes eran? Aunque el yacimiento de Hisarlik estuvo habitado desde aproximadamente el año 3600 a. C., existe el consenso general de que Troya VI fue construida por recién llegados que, entre otras cosas, trajeron el caballo. Blegen situó su llegada en torno al 1900 a. C., la misma época en que se supone que los pueblos greco-parlantes entraron en Grecia. De hecho, Blegen y otros tuvieron la tentación, a causa de la cerámica, de pensar que en un principio los griegos y los troyanos eran de la misma familia. Una característica de Troya VI era la cerámica gris miniana, muy similar a la encontrada en la Grecia de la Edad de Bronce Tardía (Schliemann fue quien le puso ese nombre, porque la encontró por primera vez en el Orcómeno «miniano»). El elemento cerámico común llevó a muchos arqueólogos del Egeo a pensar que Troya VI y Grecia fueron ocupadas por invasores de la misma ascendencia (ofreciendo la fascinante posibilidad de que en el siglo XIII a. C. todavía pudieran entenderse unos y otros). Sin embargo, esta hipótesis es cuestionable. Los especialistas en Anatolia señalan que este tipo de cerámica está mucho más extendido en la Anatolia occidental de lo que Blegen creía, y probablemente tenga sus raíces en el tercer milenio a. C. en el noroeste de Anatolia. Asimismo, hoy en día puede observarse que la cerámica gris miniana continental tiene antecedentes en la Alta Edad de Bronce, antes del año 2000 a. C., época en que, según un número cada vez mayor de expertos, los greco-parlantes ya estaban en Grecia. La lengua y la identidad de los troyanos sigue siendo un misterio.