El Feng Shui, el ajedrez y la matemática
El concepto de que cualquier forma genera una dinámica en el espacio nos hace pensar que el movimiento también puede estar implícito en la aritmética, en la geometría sagrada y en la matemática. Dicho de otra
forma: la cualidad de los números y, por tanto, de las proporciones, no está exenta de dinámica. Y cuando hablamos de proporciones, hablamos de diseño, de arquitectura y de arte y, por tanto, de nuestro entorno vital.
Lo que más nos sorprende cuando entramos en contacto con el Feng Shui es el extraño orden de los números en el plano del bagua. Nuestra costumbre de leer de izquierda a derecha y de arriba a abajo hace que no podamos comprender de forma racional el porqué del siguiente orden numérico: 4-9-2-3-5-7-8-1-6.
Es evidente que ello puede conllevar un misterio o tener connotaciones metafísicas, pero algunas observaciones sobre el orden de los nueve dígitos nos puede ayudar, si no a comprender, al menos a valorar y a considerar que dicho orden no es tan arbitrario como a simple vista pueda parecer.
Para empezar, diremos que el esquema cuadrangular de nueve espacios energéticos ha sido llamado por los orientales «el Cuadrado Lo Shu». También se ha observado que en numerosos tratados de matemáticas, numerología y cifrología, se denomina «Cuadrado de Saturno», al cuadrado de nueve números al que hace referencia el bagua (llamado popularmente «Cuadrado Mágico»),
Además, si revisamos sus características aritméticas, en las esquinas del cuadrado se sitúan los números pares, y en los lados, los impares. Una de las primeras sorpresas es que, sumando los números de cada lado, se haga como se haga, siempre suman quince.

El valor numérico del 15 (1+5) es 6, número en principio de poca reputación y de simbología más bien negativa, pues algunos nemerólogos lo relacionan con la oscuridad; pero sorprendentemente, si sumamos los tres números «6» (1+5) de cada lado, o sea 18, obtenemos un valor numérico de 9 (1+8=9) al igual que si multiplicamos 6x6=36, obtenemos el mismo resultado de 9 (3+6=9). La cifra 9 se considera un número de simbología elevada y espiritual. Evidentemente aquí estoy refiriéndome a la «cualidad» de los números y no a su aspecto cuantitativo.
Una información más detallada sobre la cuestión de los valores cualitativos de las matemáticas y la geometría se halla en mi libro El valor de lo invisible o en Mística del color y la geometría, entre otras publicaciones al respecto. No obstante, recordemos que el concepto de matemática para los vedas y otras culturas es considerado como un medio para desarrollar los procesos mentales.
Haciendo una interpretación sencilla y rápida de estos dos valores numéricos (el 6 y el 9) aplicados al Feng Shui de nuestra vivienda, podríamos decir que en nuestro espacio tridimensional y en nuestra vida dual manifestada, es decir, «en casa», vivimos un mundo de imperfección y de oscuridad (la simbología del número 6) pero que, en sí misma, esa imperfección lleva implícitas la perfección y la luz (el número 9), en especial cuando se ordena, se equilibra y se armoniza de cierta manera para que sea posible el desarrollo, la evolución y la perfección del hombre. Es el eterno baile de Eros y Tánatos, Ánima y Animus, Luz y Oscuridad, Ego y Espíritu.
Si el orden numérico correlativo fuera distinto (por ejemplo: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9) seguramente el método del Feng Shui no sería tan eficiente ni nos aportaría armonía ni equilibrio.
Por otro lado, en mis experimentos he encontrado un cierto paralelismo entre el bagua del Feng Shui y los movimientos de las piezas del ajedrez. El ajedrez tiene también implícita la progresión aritmética, la matemática, los ángulos, las diagonales y las líneas de la geometría; tal vez todo ello corresponda a un proceso de capacitación y evolución espiritual para el hombre.
Por lo pronto, el tablero de ajedrez está dividido en 64 cuadros o escaques, y 64 son también los exagramas del I ching del cual parte el bagua del Feng Shui, el esquema armónico con el que equilibramos todo nuestro hábitat.
Pero, además, lo interesante es que estos números del Cuadrado de Saturno están ordenados del 1 al 10 básicamente según los movimientos del caballo y del alfil del ajedrez, puesto que para los vedas y para la cultura islámica, el ajedrez también era un gran medio de expansión de la conciencia.

Una síntesis de estos pasos sería la que se indica a continuación:
Del 1 al 2 hay un movimiento del caballo.
Del 2 al 3 hay un movimiento del caballo.
Del 3 al 4 hay un movimiento del peón, de la torre, del rey o de la reina.
Del 4 al 5 y al 6 hay un movimiento del alfil.
Del 6 al 7 hay un movimiento del peón, de la torre, del rey o de la reina.
Del 7 al 8 hay un movimiento del caballo.
Del 8 al 9 hay un movimiento del caballo.
Observemos que también existe una perfecta simetría, tanto en los movimientos en ángulo del caballo, al principio y al final de la secuencia, como en los tres movimientos centrales del resto de piezas del ajedrez. La frecuencia, la simetría y el potencial del código binario son los parámetros fundamentales de la nueva medicina cuántica o vibracional.
Dejo esta reflexión a disposición de los expertos, puesto que no creo estar capacitada para explicar a qué corresponden todas estas coincidencias y analogías. Lo cierto es que estas relaciones y correspondencias matemáticas y geométricas son una realidad digna de estudio que, si algún día nos propusiéramos hacer en profundidad, nos llevarían a una mayor comprensión de las leyes de la armonía, leyes que jamás se pueden desvincular de las disciplinas adyacentes al Feng Shui, ni de nuestra vida, puesto que la armonía es inherente a la madre Naturaleza.