La circulación energética en el exterior
Siempre es importante observar el paisaje y lo que en él ocurre. Observar no es necesariamente juzgar. Observar es contemplar, dejar pasar el tiempo, volver a observar después de haber mirado varias veces lo mismo, mirar sin juzgar aún, observar con la mente en blanco, imparcialmente, ecuánimemente. Observar implica «escuchar» el paisaje y dejar que él mismo se exprese. Algunas pautas para esa observación y algunos consejos de los clásicos geomantes nos van a ser de gran ayuda.
• La energía siempre debe circular a un ritmo adecuado, ni rápido ni lento, para que pueda alimentarnos y beneficiarnos.
• Los terrenos demasiado llanos, lisos o planos, dispersan demasiado la energía o qi, porque en ellos la corriente energética circula demasiado deprisa, sin obstáculos; así se calienta y se sobrecarga, provocando patologías de calor o de yang a los habitantes del lugar. Por la misma razón hay que evitar los lugares rectilíneos o con trazados demasiado rectos y largos, como por ejemplo el de las viviendas situadas debajo de las líneas de alta tensión o cableados eléctricos, así como las carreteras largas, completamente rectas, las vías de tren cercanas y los ríos sin curvas y de corriente de agua continua.
• Hay que evitar los lugares húmedos, los agujeros, las hondonadas, los valles profundos, los desfiladeros o las zanjas, porque en este tipo de paisajes la energía (tanto yin como yang) se estanca y crea lo que en medicina china se llama una patología de «Tan-humedad», cuyos síntomas son: retención de líquidos, hinchazón abdominal, obesidad y mucosidad, entre otros. En general, hay que tener en cuenta que donde existe un agujero en la tierra se acumula enormemente el sha, la energía antivital y, además, en estos sitios se producen roturas del Qi Terrestre.
• En los lugares muy ventosos se desperdiga la energía, lo que produce fatiga, dispersión y, a la larga
probablemente problemas psicológicos. Sin embargo, en lugares donde nunca circula el viento, se produce un estancamiento del qi vital y se genera fácilmente una acumulación de sha; esa ausencia de viento es muy desvitalizante, crea apatía e, incluso, indiferencia ante la vida.
• Es interesante y favorecedor que haya alguna colina, montaña o bosque al norte de la vivienda, con el fin de evitar el exceso de energía yin que proviene del norte geomagnético, una energía que es pasiva y que, sin la barrera de la colina, puede llegar a ser más bien des vitalizante.
• Del sur proviene la energía yang, que es revitaliza— dora. Las casas deberían estar situadas cara al sur, y especialmente, las estancias que más se habiten durante el día. Es muy importante que la vivienda no tenga grandes obstáculos delante o en la cara sur de la casa, como montañas, edificios o grandes árboles. Sin embargo, mi experiencia terapéutica me ha enseñado que en los países muy cálidos eso no es muy favorable; las casas más equilibradas que conocí en países tropicales tienen la zona de más convivencia en la cara norte de la casa, por su necesario frescor y porque el yin compensa el exceso de yang del clima.
• Hay que evitar las aristas demasiado vivas de las rocas. Recordemos que los chinos llamaban «flechas envenenadas» a las aristas y a los ángulos puntiagudos. No debemos habitar nunca cerca de un ángulo agudo o cortante, tanto si es estructural o arquitectónico, como si procede del mobiliario; por ejemplo, hay que evitar el ángulo recto de la mesilla de noche que está tan cerca de la cabeza durante una tercera parte del día (y de cada día...); si observamos y relacionamos este simple dato, podremos comprobar que algunos insomnios, tortícolis o cefaleas, provienen de la emisión energética de dichos ángulos. Todas las aristas y ángulos provocan variaciones del Qi Humano y del Qi Terrestre, según donde estén situados.
• Un árbol grande nunca debería plantarse delante de la puerta principal de la casa. Hay quien recomienda no podar los árboles, para que el Qi Terrestre pueda manifestarse en abundancia. Los árboles son la principal fuente de Qi Terrestre que nos tonifica. Aunque no siempre es posible dejar de podarlos, tendríamos que retrasar al máximo la poda de un árbol y hacerlo sólo si es imprescindible.
• Antes de comprar una casa o un terreno, debemos observar la fertilidad de las tierras, los tipos de vegetación y, sobre todo, la salud de los moradores del lugar, puesto que estos datos tan importantes nos darán un indicio de la calidad del qi circundante. En los lugares donde las plantas, los árboles y la hierba se encuentran enfermizos, pobres, despoblados, secos o amarillentos, hay que evitar construir una casa. Sin embargo, si ya la tenemos allí, antes de realizar ningún trabajo de Feng Shui deberíamos poder transformar tal situación y cuidar el exterior.
La vegetación sana, tanto en el interior como en el exterior de una casa, representa una enorme carga energética positiva para el hombre.
• En las calles anchas muy rectas o en las autopistas, el qi fluye demasiado rápido y, por tanto, no llega a vigorizar o a alimentar la energía de los edificios adyacentes; además, esta rapidez de circulación energética arrastra la energía beneficiosa existente en la zona. La corrección o tratamiento clásico empleado en Feng Shui consiste en interponer una barrera para ralentizar la energía rápida de estos lugares rectilíneos: verjas, paredes, parapetos llenos de plantas o elementos vivos que nos protejan un poco de aquel lugar recto, rápido y estresante. Estos remedios sencillos e imaginativos nos aislarán del qi depresor, que en este caso es de tipo yang extremo, y vigorizarán la energía de las viviendas alrededor de dicha calle ancha y recta.
• En un pasillo sin salida o en una calle en forma de T se produce una acumulación de energía. A ser posible, hay que abrir el lugar o bien colocar un espejo o algo reflectante con el asesoramiento de un experto.
Recordemos la máxima del Feng Shui, de la medicina china y de la acupuntura: la energía, sea cual sea el hábitat, siempre debe circular a un ritmo adecuado, ni demasiado rápido ni demasiado lento, para que pueda alimentarnos y beneficiarnos. Esta nutrición beneficia directamente a nuestras células, a nuestros meridianos y a nuestra mente.