LIBRO VII
7.1 ¿Qué es la maldad? Es eso que has visto muchas veces. Ante cualquier suceso ten a mano que es eso que has visto muchas veces. (2) En una palabra, encontrarás lo mismo por arriba y por abajo, eso de lo que están llenas las historias antiguas, las intermedias y las recientes, eso de lo que están ahora llenas las ciudades y sus casas. (3) No hay nada nuevo. Todo es al tiempo rutinario y de poca duración.
7.2 ¿Cómo pueden las convicciones fosilizarse de otra forma si no es porque las representaciones[336] que van aparejadas a ellas se apagan? En tu mano está reavivar continuamente su llama. Puedo hacer suposiciones sobre lo que conviene. (2) Pues, si puedo, ¿por qué me turbo? Lo que está fuera de mi reflexión, en general, nada tiene que ver con mi reflexión. Aprende eso y marcharás por el camino recto. Te es posible revitalizarte. Mira de nuevo los asuntos como los mirabas. En eso consiste revitalizarse.
7.3 El afán vacuo de una procesión triunfal[337]: acciones de escenario, cuadrillas, tropeles, duelos a lanza, huesillo tirado a cachorros, cebo para los estanques de peces, desgracias y trabajos de hormigas, carreras de ratoncillos sobresaltados, muñequillos movidos por hilos. (2) Es preciso, por tanto, permanecer firme entre esto sin cacareos y con buen ánimo, pero con la comprensión de que cada uno vale tanto como vale aquello por lo que se afana.
7.4 Es preciso seguir de cerca tanto en la conversación lo que se está diciendo en cada frase como ante cada impulso lo que está sucediendo: en este caso ver al momento cuál es el objeto con el que se relaciona, en el otro mantener la atención en cuál es el significado.
7.5 ¿Basta mi reflexión para eso o no? (2) Si basta, la uso para mi tarea como instrumento entregado por la naturaleza del todo. Si no basta, o me aparto de la tarea en favor de quien pueda llevarla a cabo mejor, o, en el caso de que eso no le incumba, la realizo como pueda, empleando como auxiliar a quien pueda realizar lo oportuno y útil para la participación común con la ayuda de mi principio rector. (3) Pues, lo haga yo por mí mismo o con otro, sólo debe estar dirigido a lo útil y en armonía con el común.
7.6 ¡Cuántos de los agasajados con muchos himnos están ya entregados al olvido! ¡Cuántos de los que hicieron esos himnos hace tiempo que están ausentes!
7.7 No te avergüences de recibir ayuda porque tienes delante realizar la tarea que te corresponde como el soldado que ataca una muralla. ¿Y qué, si por estar cojo, no puedes tú solo trepar a las almenas pero sí te es posible con otro?
7.8 Que el futuro no te turbe. En efecto, llegarás a él si es necesario con la misma razón que ahora usas para el presente.
7.9 Todo está entretejido mutuamente, su vínculo es sagrado y casi nada es ajeno entre sí. En efecto, forma un conjunto organizado y pone orden al mismo universo, (2) porque el universo es uno a partir de todos, dios es uno a través de todos, la substancia es una, la ley es una, la razón es común a todos los animales inteligentes, la verdad es una, si es que es una la perfección de seres del mismo género y que participan de la misma razón.
7.10 Todo lo material desaparece rápidamente en la substancia del todo, cualquier causa se remonta rápidamente a la razón del todo y el recuerdo de todo rápidamente se subsume en la eternidad.
7.11 Para el animal racional su actuación es la misma según la naturaleza y según la razón.
7.12 Recto, no corregido.
7.13 Igual que están los miembros del cuerpo en seres que son uno, esa relación tienen los seres racionales, aunque estén separados, por estar constituidos para una cierta colaboración[338]. (2) Esta reflexión se te ocurrirá más si te dices muchas veces: «soy miembro de un conjunto formado por seres racionales». (3) Si por el cambio de una letra te consideras parte[339], ya no amas a los hombres de corazón, ya no te reconforta hacer el bien sin interés y ya lo haces estrictamente como un deber, ya no como si te lo estuvieras haciendo a ti mismo.
7.14 Suceda por fuera lo que quiera a quienes son susceptibles de sufrir por ese suceso. (2) Pues si quiere, podrá censurar esos sucesos. Yo, por mi parte, si no supongo que es malo lo ocurrido, aún no me siento perjudicado. Y tengo la posibilidad de no suponerlo.
7.15 Haga o diga alguien lo que quiera, obligado estoy a ser bueno. Como si el oro, la esmeralda o la púrpura dijeran: «Haga o diga alguien lo que quiera, obligado estoy a ser esmeralda y mantener mi propio color».
7.16 El principio rector no se mete en líos por sí mismo, quiero decir, no se atemoriza él mismo, ni se entristece ni se vuelca en anhelos. (2) Si alguna otra cosa puede atemorizarlo o entristecerlo, que lo haga, porque no se volcará a sabiendas él mismo en esa dirección. (3) Que el cuerpo vigile por su cuenta que no le pase nada, si puede, y diga si le pasa algo. Pero el alma, si padece temores y tristezas, y si, en una palabra, hace esas suposiciones, que no sufra nada. En efecto, no le darás pie a llegar a tal juicio. (4) Es autosuficiente, en lo que depende de él, el principio rector, si no provoca él mismo su carencia; por eso está sin turbación y sin obstáculos si no se turba ni se obstaculiza él mismo.
7.17 La felicidad es un espíritu divino bueno[340] o la vida según un espíritu divino bueno. (2) ¿Por qué te comportas así, representación? Vete, por tus dioses, igual que viniste. Pues no te necesito. (3) Viniste según tu antigua costumbre. No me encolerizo contigo. Sólo márchate.
7.18 ¿Teme alguien el cambio? ¿Qué puede llegar a ser sin cambio? ¿Qué es más querido o más afín a la naturaleza del todo? (2) ¿Puedes tú mismo bañarte si la leña no cambia? ¿Puedes alimentarte si lo que comes no cambia? ¿Puede realizarse alguna de las cosas útiles sin cambio? (3) ¿No ves, entonces, que el propio hecho de que tú cambies es algo semejante y necesariamente semejante a la naturaleza del todo?
7.19 Por la substancia del todo como por un torrente pasan todos los cuerpos, que son de la misma naturaleza que el todo y colaboran con él, igual que nuestros miembros[341] entre sí. (2) ¡A cuántos Crisipos se ha tragado ya la eternidad, a cuántos Sócrates, a cuántos Epictetos! (3) Que se te ocurra lo mismo ante absolutamente cualquier hombre y cosa.
7.20 Sólo una cosa me distrae, el miedo a que yo mismo haga algo que no quiere la constitución del hombre o de la forma que no quiere o lo que no quiere en este momento.
7.21 Está cerca que tú te olvides de todo y también lo está que todos te olviden.
7.22 Es característico del hombre amar también a los que tropiezan. (2) Eso sucede si se te ocurre al tiempo que son tus congéneres, que yerran por ignorancia y contra su voluntad, que después de poco ambos estaréis muertos y sobre todo que no te perjudicó porque no hizo a tu principio rector peor que era antes.
7.23 La naturaleza del todo modeló a partir de toda la substancia, como si fuera cera, un caballito, tras fundirlo, usó su materia para hacer un arbolito, después un hombrecito, después otra cosa. Cada uno de ésos se mantuvo poquísimo tiempo. (2) No tiene nada de terrible para un cofre que lo descompongan, como tampoco que lo ensamblen.
7.24 La expresión vengativa en la cara es contraria en exceso a la naturaleza. Cuando muere muchas veces en la cara la expresión noble, finalmente se extingue hasta el punto de no poder ser reavivada su llama en absoluto. (2) Procura prestar atención precisamente a eso que va contra la razón, porque si la conciencia del error se marcha, ¿qué motivo hay para vivir?
7.25 Todo cuanto ves lo cambiará ya mismo la naturaleza que gobierna todo y hará otras cosas a partir de su substancia y otras distintas de nuevo a partir de la substancia de éstas para que el universo esté siempre recién hecho.
7.26 Cuando alguien yerre contra ti, al punto medita que ha errado por sus supuestos sobre qué es bueno y qué es malo. Pues al considerar eso te compadecerás de él, no te sorprenderás ni te encolerizarás. (2) En efecto, o bien también tú supones que es bueno lo mismo que él o alguna otra cosa similar, por tanto hay que perdonar; o bien, (3) si no supones que tales cosas sean buenas y malas, podrás tener buen ánimo más fácilmente con quien está confundido.
7.27 No reflexiones en los bienes ausentes como ya presentes, sino selecciona de los que están a tu lado los de mejor augurio y evoca a través de ellos cómo los perseguirías de no estarlo. (2) Sin embargo, al mismo tiempo, por complacencia en ellos guárdate de acostumbrarte a valorarlos en exceso hasta el punto de que si alguna vez no estuvieran a tu lado te sintieras perturbado.
7.28 Recógete en ti mismo. Tiene el principio rector la naturaleza de bastarse él solo si actúa con justicia y gracias a eso mantiene la serenidad.
7.29 Elimina la representación. (2) Detén los hilos de la marioneta. (3) Delimita el tiempo al presente. (4) Reconoce lo que te ocurre a ti o a otro. (5) Distingue y divide el objeto entre lo que es causa y lo que es materia. (6) Reflexiona en la última hora. (7) El error de aquel déjalo allí, donde surgió el error.
7.30 Tensa la comprensión paralelamente a lo que se dice. Penetra con la mente en los sucesos y en las acciones.
7.31 Irradia sencillez, vergüenza, sin distinguir entre el medio de la virtud y el de la maldad. (2) Ama el género humano. (3) Sigue a dios.
(4) Dice él: «Todo es por convención, sólo son de verdad los elementos»[342]. Basta con recordar que todo es por convención.
7.32 Si átomos, disgregación; si unificación, extinción o transformación[343].
7.33 Lo intolerable te mata, lo que dura tiempo es tolerable[344]. La reflexión, si lo asume, preserva su propia tranquilidad y el principio rector no se debilita. (2) Las partes dañadas por el dolor si pueden algo que lo demuestren con relación a él.
7.34 Observa sus reflexiones[345], cuáles son, de qué huyen y qué persiguen. (2) Como las dunas al depositarse unas sobre otras tapan las primeras, así también en la vida lo primero queda tapado rápidamente por lo que se deposita encima.
7.35 «A quien dispone de una reflexión elevada y una visión de todo el tiempo y de toda la substancia, ¿crees que la vida humana le parece que sea algo grande?» «Imposible», dijo él. «Por tanto tampoco pensará que la muerte es algo terrible». «Ni mucho menos»[346].
7.36 «Propio de un rey es actuar rectamente y tener mala fama»[347].
7.37 Es vergonzoso que el aspecto externo esté sometido a obediencia y reciba refinamientos y adornos según las órdenes de la reflexión, al tiempo que ésta no recibe sus propios refinamientos y adornos.
7.38 «No hay que enfurecerse con las cosas / porque a ellas nada les importa»[348].
7.39 Ojalá des alegrías a los inmortales y a nosotros[349].
7.40 «Cosecha la vida como espiga fructífera / y que éste sea y ése no»[350].
7.41 «Si fui abandonada yo y mis dos hijos por los dioses / incluso eso tiene su razón»[351].
7.42 «El bien está conmigo y la justicia»[352].
7.43 «Ni entones el treno, ni tengas palpitaciones»[353].
7.44 «Yo replicaría con este razonamiento justo: “No dices bien, hombre, si crees que es necesario que el hombre estime como peligro vivir o morir, cosa que es de poca utilidad, y sin embargo no considere esto sólo, si cuando actúa sus acciones son justas o injustas, si son de un hombre bueno o de uno malo”»[354].
7.45 «Así es en verdad, atenienses, allí donde uno se coloca por pensar que es el mejor o donde lo coloca el arconte, allí, según me parece, es necesario aguantar el peligro sin tener en cuenta ni la muerte ni ninguna otra cosa que no sea el deshonor[355].
7.46 «Querido, vigila, no sea que resulte noble y bueno algo distinto a mantener o mantenerse vivo. No sea que el hombre de verdad deba ser indiferente a eso, vivir el mayor tiempo, y no deba amar sólo la vida. Debe dejarlo en manos de los dioses y creer a las mujeres aquello de que nadie podría huir de su destino; según eso debe considerar de qué manera puede vivir mejor la vida que tenga que vivir»[356].
7.47 Contempla los desplazamientos de los astros como si giraras con ellos y reflexiona sobre las transformaciones mutuas y continuas de los elementos. (2) Estas representaciones nos purifican de la porquería de la vida terrestre.
7.48 Desde luego que cuando se hacen discursos sobre los hombres hay que contemplar las cosas de la tierra como desde arriba: rebaños, ejércitos, tierras labradas, bodas, divorcios, nacimientos, muertes, jaleo de los tribunales, desiertos, variados pueblos bárbaros, fiestas, lamentos fúnebres, mercados; mezcolanza y orden universal a partir de sus contrarios.
7.49 Observa otra vez lo que fue antes, los cambios tan abundantes de lo que es. Se puede también prever el futuro. (2) Pues será en todo parecido y no es posible que se salga del ritmo de lo que ahora mismo sucede. De ahí que sea lo mismo hacer la historia de la vida humana de cuarenta años que la de diez mil. ¿Qué más podrás ver?
7.50 También: «Las que crecieron de la tierra vuelven a la tierra, / las especies que brotan desde el firmamento / vuelven de nuevo a la bóveda celeste»[357].
7.51 También: «Con grano, con bebidas, con encantamientos / desvían el curso para no morir»[358]. (2) «Hay que soportar el viento de los dioses / y sus trabajos sin queja»[359].
7.52 «Más hábil en el combate»[360], pero no más comunitario, ni más decente, ni mejor disciplinado en los sucesos ni más condescendiente con las confusiones del prójimo.
7.53 Cuando se puede concluir la tarea según la razón común a dioses y nombres, entonces nada es terrible, porque cuando es posible conseguir beneficio a través de una actuación bien encaminada y que avanza conforme a nuestra constitución, entonces no hay que sospechar de ningún perjuicio.
7.54 En cualquier lugar y permanentemente en tu mano está complacerte piadosamente con la circunstancia del momento, comportarte con los hombres del momento con justicia y tratar con artificio la representación del momento para que no te penetre sin control.
7.55 No pasees tu mirada por los principios rectores ajenos, al contrario, dirígela recta allí donde te guía la naturaleza, la del todo a través de lo que te sucede y la tuya a través de tus deberes. (2) Es deber de cada uno lo que está en línea con su constitución. Están constituidos los restantes seres en función de los racionales (en cualquier circunstancia los débiles lo están en función de los fuertes) y los racionales lo están unos en función de otros. (3) En la constitución del hombre el deber preponderante es el bien común; el segundo es no ceder ante las pasiones corporales, (4) porque es propio del movimiento racional e inteligente marcar sus confines y no dejarse vencer por el movimiento sensorial o impulsivo; estos dos movimientos son propios de animales, pero frente a ellos quiere ser preponderante y no resultar inferior el inteligente, que con justicia es por naturaleza quien los utiliza. (5) El tercer deber para la constitución racional es no precipitarse ni dejarse engañar. (6) Que el principio rector agarrado a estos principios progrese recto y tenga lo que le es propio.
7.56 Como muerto ya, tras haber vivido hasta este instante, tienes en adelante que vivir el exceso conforme a la naturaleza.
7.57 Desea sólo lo que te suceda y esté entrelazado como destino. ¿Qué hay más armonioso?
7.58 Ante cada suceso pon ante tus ojos a aquellos a los que les sucedió lo mismo, después se atormentaron, se extrañaron, se quejaron. Y ahora, ¿dónde están? En ningún sitio. (2) Entonces, ¿qué? ¿Tú quieres lo mismo? ¿No quieres dejar los cambios de humor ajenos a quienes cambian y se dejan cambiar, y tú, por tu parte, dedicarte por completo a cómo enfrentar los sucesos? (3) Los enfrentarás bien y te servirán de materia[361]. Basta con poner tu atención y deseo en ser bueno contigo mismo en cualquier cosa que hagas. Recuerda estas dos cosas que… y que no es indiferente en qué situación[362].
7.59 Excava dentro. Dentro está la fuente del bien que puede siempre borbotar de nuevo mientras excaves.
7.60 Es preciso que el cuerpo esté compacto y no caído a pedazos, ni en movimiento ni en reposo. (2) Igual que la reflexión vigila que aparezca en la cara una expresión inteligente y agradable, lo mismo hay que exigir en lo que toca a todo el cuerpo. (3) Todo eso hay que mantenerlo sin afectación.
7.61 El arte de vivir es más parecido al de la lucha que al de la danza en la medida que, ante lo que le cae a uno de improviso, hay que mantenerse preparado y sin caerse.
7.62 Constantemente presta atención a quiénes son esos a los que quieres de testigos y qué principios rectores tienen. (2) Pues no censurarás a los que tropiecen contra su voluntad y no precisarás de su testimonio aprobador, si miras las fuentes de su juicio y de su impulso.
7.63 Afirma[363] que toda alma se priva de la verdad contra su voluntad. De igual forma también, por tanto, de la justicia, la prudencia, benevolencia, y todo lo semejante. Es de todo punto necesario recordar esto sin interrupción. (2) Pues serás más condescendiente con todos.
7.64 Ante cualquier sufrimiento ten a mano lo siguiente: no es algo vergonzoso ni hace a la reflexión gobernante peor. Pues, ni en cuanto racional ni en cuanto comunitaria, la corrompe. (2) Desde luego, ante la mayoría de los sufrimientos te será de ayuda el dicho de Epicuro: «ni es insoportable ni es eterno si recuerdas sus límites y no haces conjeturas»[364]. (3) Acuérdate también de que no prestamos atención a muchos males difíciles de sobrellevar que son iguales al sufrimiento, por ejemplo, dar cabezadas, arder de calor, carecer de apetito. (4) Así pues, cuando estés disgustado con algo así, dite que cedes al sufrimiento.
7.65 Vigila para que no te pase frente a hombres insociables lo mismo que les pasa a los hombres frente a los hombres[365].
7.66 ¿Por qué podemos saber que Telauges[366] no fue superior a Sócrates en su disposición? (2) No es suficiente que Sócrates muriera de forma más honorable o dialogara con los sofistas de forma más habilidosa o pasara la noche con mucha fortaleza en el hielo[367] o, cuando recibió la orden de conducir al de Salamina, le pareciera más noble oponerse[368] o caminara altanero[369], cosa sobre la que uno podría desconfiar sobre si fue verdad. (3) Por el contrario, hay que considerar qué alma tenía Sócrates y si podía bastarle con ser justo con los hombres, virtuoso con los dioses, no irritarse con el mal, ni esclavizarse por ignorancia de algo, ni aceptar nada de lo asignado por el todo como extraño o soportarlo como intolerable, y no propiciar que la inteligencia fuera partícipe de los sentimientos de la carne.
7.67 La naturaleza no te amalgamó en un compuesto[370] hasta el punto de que no aspiraras a marcar tus confines y a tener tus propios asuntos bajo tu control. Pues es muy posible llegar a ser un hombre divino y no ser reconocido como tal por nadie[371]. (2) Acuérdate de esto y de lo siguiente, que de poquísimas cosas depende tener una vida feliz. (3) Y por haber desesperado de llegar a ser filósofo dialéctico y naturalista, por eso no renuncies a ser libre, decente, comunitario, dócil ante dios.
7.68 Pasa la vida sin congojas en el mayor júbilo aunque todos te vociferen lo que quieran, aunque las fieras descuarticen los miembros insignificantes de la mezcolanza solidificada de tu cuerpo. (2) ¿Qué impide en todas esas situaciones que se mantenga a salvo la reflexión con tranquilidad, con juicio verdadero sobre los acontecimientos, con tratamiento adecuado de lo sometido a consideración? (3) De tal forma que el juicio diga al acontecimiento: «eres así en substancia, aunque aparentes ser distinto en apariencia», y que el tratamiento diga al suceso: «te estaba buscando porque el suceso presente es materia para la virtud racional, social y, en general, para el oficio de un hombre que se equipara a dios», (4) puesto que todo acontecer, sea obra de dioses o de hombres, se asimila y no es ni nuevo ni difícil de tener entre manos, sino conocido y fácil de trabajar.
7.69 La perfección del carácter supone que cada día transcurra como el último, sin pálpitos, sin cabezadas, sin actuaciones teatrales.
7.70 Los dioses, que son inmortales, no se irritan por tener que soportar en tanta eternidad enteramente siempre a los hombres a pesar de que son tan ruines y de que son tantos. Por añadidura cuidan de ellos de todas las formas. (2) ¿Tú, que estás a punto de terminar ya, renuncias, cuando eres uno de los ruines?
7.71 Es ridículo no evitar la propia maldad, cosa que es posible, e intentar, por el contrario, evitar la ajena, cosa que es imposible.
7.72 Aquello que averigüe la facultad racional y social, si no es ni inteligente ni comunitario, en buena razón es un juicio que está por debajo de ella.
7.73 Cuando tú has actuado bien y los demás han salido bien parados, ¿por qué buscas, además de eso, en tercer lugar, como hacen los mentecatos, parecer que has actuado bien o conseguir recompensa?
7.74 Nadie se cansa de beneficiarse. El beneficio es un comportamiento natural. No te canses de beneficiarte mientras tú beneficies.
7.75 La naturaleza del todo impulsó la creación del universo. Ahora ya, o todo lo que ha llegado a ser lo es por derivación, o son muy escasas y decisivas las cosas para las que el principio rector del universo hace actuar su propio impulso. (2) Si lo recuerdas te hará más tranquilo en muchos casos.